Aveces las personas son más conscientes de nuestras virtudes que nosotros mismos, los halagos o los comentarios positivos hacia nuestra persona nos pueden parecer irreales y molestos, porque pensamos que son mentira, o están exagerando, pero la realidad del por qué nos sentimos así, es porque hubo otro tipo de individuos que llegaron antes a nuestras vidas y nos quisieron romper así como lo hicieron con ellos y nos hicieron sentir incomodos con nuestras virtudes, como si brillar estuviera mal y ser opacos y grises fuera lo único que tuviéramos derecho alcanzar.
Por eso creo que deberíamos abrir bien los ojos cuando estamos frente al espejo, al fin y al cabo, nosotros mismos somos los únicos que tenemos la capacidad de darnos nuestro verdadero valor.
—¿No vas a decir nada? Me costó mucho trabajo ponerte un maquillaje natural, quería respetar tu estilo. —me dijo Cecilia entre pucheros.
—Me encanta, me gusta mucho como pintaste mis labios y como me pusiste rubor en las mejillas, el color es muy bonito... — le respondí llena de felicidad.
—Ahora si estamos listas, ya quiero ver la cara de esas estúpidas jaja.
La risa malvada de Cecilia me hacía pensar que en su vida pasada había sido una bruja o alguna villana, tenía un desprecio por las chicas presumidas y altaneras, especialmente por Irene, su rival en el amor, personalmente no quería competir con nadie, pero muy dentro de mí, si quería que Alen me volteara a ver solo a mí.
—Cielos Ceci... no me siento muy cómoda. —le dije mientras intentaba bajarme la falda, sentía que estaba tan arriba que se me veía todo.
—No exageres, es solo más corta de la que usamos diariamente, además tenemos los shorts protectores, si el viento te vuela la falda solo verán tu redondito trasero cubierto con esa licra.
—Pero... mi falda de diario no es tan corta... —dije en forma de puchero.
—Deja de llorar bebé y disfruta de las miradas. —exclamó Cecilia mientras caminaba con la seguridad de una reina de belleza, esa pequeña era realmente dinamita.
Cada paso que dábamos nos llevaba hasta el salón principal donde los presentadores nos anunciarían como el equipo animador de porristas de este año, todas las miradas estaban sobre Irene, Erica y Nayon, pero se desviaron una vez que nosotras pisamos el lugar.
Todas esas miradas se sentían como reflectores brillantes que te seguían a todas partes, pendientes de cualquier movimiento por insignificante que fuera, me sentía pequeña, pues nunca me gustó llamar la atención, pues las consecuencias de hacerlo siempre eran malas, al menos para mi ¿pero estaba bien seguir cargando con todos esos traumas? Tenía el derecho de ser feliz y disfrutar de las cosas que estaba viviendo, Cecilia saludaba a todos con alegría, demostraba esa confianza a propósito, se pavoneaba delante de sus rivales, les decía con la mirada "miren como les robamos la atención de todos en sus caras" verla tan segura me contagio y entonces sonreí.
—¿Qué mierda está pasando? ¿aparecen esas dos y ya todo se trata de ellas? —exclamo Erika furiosa. —en el equipo de porristas había chicas de Mirland y el otro internado mesclados, la idea era que la animación y el apoyo fueran unánimes y los resultados de los juegos uniera a ambas escuelas.
—¿Quién diablos aceptó a esos fenómenos? —preguntó Nayeon llena de envidia al ver que las trataban como si fueran celebridades.
—¿Esa chica es la chica nueva? —preguntaron algunas porristas al verla de cerca.
—Es hermosa...dicen que también es muy inteligente y que aprobó el examen de admisión en veinte minutos.
—¿Veinte minutos? Maldición... a la mayoría nos llevó medio día terminarlo.
—Es preciosa, incluso más que Irene. —dijeron algunas sin importarles que ella las escuchara.
—¡Cállate! Va a escucharnos, ya sabes que tiene un carácter horrible.
—¿Y a mí que me importa? Eso fue el año pasado, por lo visto ya la suplantaron.
Irene la miraba con recelo y rápidamente comenzó a odiar a Armin, la escaneaba con la mirada mientras apretaba los puños, no estaba dispuesta a que Alen se fijara en ella, ni a que le robara la corona, pues ella era la verdadera estrella de ese internado.
Mientras esto pasaba, Alen y los chicos se encontraban cada uno con sus diferentes equipos, los cuales representarían en las competencias, Alen y Arnen estaban en el equipo de boxeo, Nil y Levy en el equipo de voleibol, Yeral, Ezra y Jack en el de básquet bol, todos con sus respectivos uniformes y sus enamoradas que gritaban a todo pulmón por las estrellas de Mirland.
—¡Woo! ¿Ya vieron a las chicas? —les pregunto Yeral con los ojos abiertos de par en par y añadió. —están preciosas.
—Uff, mira nada más. —Levy le dio un codazo a Nil, este estaba distraído cuando su amigo le golpeo el costado con su hombro, cuando volteó se quedó mirando a Armin, parecía que estaba viendo un paisaje encantador.
—Jajaja, mira como abriste los ojos, jajaja ¿Quién de todas te pareció deslumbrante? —le preguntó Levy burlándose de él y le dijo con una sonrisa pícara. —no te molestes, yo ya se la respuesta.
—No sé de qué me estás hablando, me sorprendió que la aceptaran en el grupo, eso es todo, creí que Irene no lo permitiría, no acepta a chicas más lindas que ella. —dijo Nil con seriedad.
—Pues este año ella no eligió a las chicas, lo hizo la asistente del director.
—Con razón se ve tan frustrada. —dijo Nil con una sonrisa divertida.
Por otro lado, Armin buscaba con desesperación a Alen y se sorprendió cuando vio que este ni siquiera la miraba, se veía tan serio.
Se que no tenía derecho de sentirme de esta forma, pero estaba decepcionada, Alen ni siquiera se fijaba en mí, ¿Cómo es que todos me miraban y él no? Para ser honesta, no me importa si le gusto a todos aquí, si los ojos de esa estrella no se posan sobre mí entonces no me importa nada.