¿Qué pasaba en la mente de Alen Bradford? ¿Por qué me era tan difícil de descifrar? Todo en él era un misterio, la forma en la que sonreía, la manera en la que miraba, era tan complejo como hermoso, nunca supe que quién era en realidad.
¿En cuanto a mí? yo me encontraba embrujada por él, me sentía tan atraída por su esencia peligrosa, que como una tonta me acercaba cada vez más a su trampa, sus brazos eran como un laberinto del que era casi imposible salir, una cárcel tan cómoda que, aunque fueras un prisionero, no te importaba recuperar tu libertad, así de mal me encontraba a su lado, así de feliz creía que me sentía.
Las competencias dieron inicio y todos tenían el mismo deseo "ganar" el premio era muy atractivo, te darían días libres para faltar a clases y en lugar de estar todo el día estudiando, estarías divirtiéndote en la playa con tus amigos.
Los primeros en participar fueron el equipo de Yeral, Ezra y Jack, estaban dando el alma en ese intenso partido, jamás los había visto jugar así, eran realmente buenos, rápidos, altos y muy agiles, eran tan populares como lo imaginé, las chicas en las gradas gritaban incluso más que las porristas, habían hecho letreros para animarlos, sé que los conocía desde hacía poco tiempo, pero me sentía muy orgullosa de ellos, así que respiré profundo y comencé a gritar con todas mis fuerzas, movía mis pompones con fuerza, agitándolos lo más alegre posible para que ellos se dieran cuenta de que Cecilia y yo estábamos con ellos.
—¡Yeral! ¡Ezra! ¡Jack! ¡ustedes pueden ganar! ¡creemos en ustedes! —les gritamos entusiasmadas mientras sonreíamos para ellos.
Los chicos nos miraron, estaban felices de que estuviéramos animándolos, el juego se puso cada vez más intenso y fue entonces que ganaron, metieron la última canasta para romper el empate y todos brincamos de alegría.
—¡Bien hecho chicos! —gritó Irene meneando las caderas, tenía el nombre de Alen escrito en el muslo derecho, al verla me provocó un dolor agudo en el corazón, era evidente que quería marcar su territorio.
—Ignórala, nada más le falta escribirse la palabra zorra en la otra pierna. —me dijo Cecilia enojada.
—No importa, estoy feliz de que nuestro grupo haya ganado esta primera categoría.
—Después del descanso, el grupo de Nil y Levy seguirán en la lista.
—¿Crees que estén nerviosos? —le pregunté curiosa.
—No lo sé, pero son más rudos de lo que aparentan, esos dos son unas bestias en ese deporte.
—Wuao, creo que soy la única en nuestro grupo que no es buena para el deporte jaja.
—Pero eres buena siendo la visual del grupo ¿Ya viste como te miran los chicos de haya?
—¿Quién?
—Son del otro internado ¿No están mal verdad? —expreso Cecilia mordiéndose el labio.
—Y yo que sé —le respondí nerviosa al ver cómo me miraban de arriba abajo mientras yo trataba de bajarme la falda.
—Ay ¿Eres ciega o qué? Maldición creo que vienen para acá.
Las ganas de correr me invadieron, pero mis torpes piernas se habían quedado clavadas en el asfalto, eran tres chicos los que se nos acercaron, Cecilia tenía razón, eran lindos, pero no tanto como Alen.
—Hola ¿Se están divirtiendo con los juegos? —dijo el más alto de ellos, un chico de cabello negro y voz bonita, por su acento me percate de que era francés.
—Si, hicieron un gran trabajo. —le respondió Cecilia sonriente.
—No quiero ser malo con ustedes, pero en la categoría de boxeo sus amigos no tendrán tan buena suerte. —expreso con una sonrisa tiernamente engreída.
—¿Van a participar en esa categoría? —les pregunté con timidez.
—Si, nos sentiríamos muy felices si ustedes dos nos animaran. —dijo su amigo, un pelirrojo de ojos azules.
El chico de cabello negro me miró detenidamente para después regalarme una sonrisa.
—¿Eres nueva verdad? No te había visto en los años pasados.
—Apenas ingrese estos días, esto de los deportes es nuevo para mí. —le respondí con nerviosismo.
—Ya decía yo, una cara tan bonita no se me habría olvidado tan fácilmente.
—Ah... ok... —este chico era más hábil de lo que creí y ahora que estaba tan cerca, debía confesar que era muy atractivo.
—Espero que me animes a mí también, si lo haces seguro que ganaré.
—Lo hará, te animará ¿verdad amiga? —exclamó Cecilia dándome un codazo.
—Genial. —dijo con una sonrisa mientras se daba la vuelta para irse y antes de marcharse dijo.
—¿Cómo te llamas?
—Armin...
—Mucho gusto señorita Armin, yo soy Alphonse, esperaré con ansias a que me apoyes en la competencia.
No sabía que decir al respecto, ese chico era encantador, realmente me sentí alagada con su atención, además de que era todo un caballero, no sabía por qué me sentía tan incomoda, hasta que una punzada en el cuello me advirtió de la mirada feroz y fuerte que me estaba echando Alen Bradford.
Se veía furioso ¿Por qué estaba con esa actitud? Lo noté desde que entre al salón principal, en cuanto lo vi mi corazón latió de manera incontrolable, quería ir corriendo hacia él y abrazarlo, pero me daba mucho miedo la energía que emanaba, así que no puede acercarme a él, sentía que si lo hacía me rechazaría.
Irene, sin embargo corrió hacia donde él estaba y se pintó los labios de rojo y beso una de las cintas con las que se amarraría en las muñecas y la marcó con sus labios, era evidente que ella quería que la usara, quería desviar la mirada pero no lo hice, me sentía molesta, quería ir y alejarla de su lado y fue entonces que Alen sonrió, sonrió al ver mi expresión de angustia, mis gestos de impotencia y le agarró la mejilla a Irene y se la pellizco, maldito Alen Bradford, aun me duele recordar esto.