¿Así se sentía estar enamorada? Toda esta angustia incontrolable que me dejaba hueco el estómago era una tortura, deseaba el bienestar de Alen por sobre todas las cosas, no importaba lo lindo que fuera Alphonse, yo solo gritaría por la verdadera estrella de Mirland y el único dueño de mi corazón, no importaba cuan angustiada estuviera, mi chico popular no era ningún niño indefenso, el lobo de Alen Bradford obtendría la victoria de la manera más sangrienta posible, dejándome en claro lo peligroso que era en realidad.
—¡Muy bien chicos! ¡el honor de sus institutos está en juego! ¡a pelear! —gritó el réferi mientras les daba la señal con la que abriría la pelea.
—Esta noche no pienso contenerme, hay una chica linda entre las porristas a la que quiero impresionar, así que cae ante mí mientras el réferi me da la victoria. —le dijo Alphonse mientras dibujaba una sonrisa orgullosa.
Alen no era de los que se dejaba provocar con palabras, en ese momento, Alphonse no era consiente del peligro en el que se encontraba, ninguno de nosotros lo sabíamos.
La euforia estaba desatada con miles de gritos apoyando a las jóvenes promesas en la lona, el rostro de los caza talentos era el mismo que el de un depravado mirando a una hermosa mujer bailar con el monton de billetes metidos entre su ropa interior.
Estaban extasiados, llenos de adrenalina, es como si en sus mentes se proyectara todo el dinero y la fama que Alen y Alphonse les harían ganar en el futuro, eran tan codiciosos, que ansiaban el primer golpe, para ver cuál de ellos sangraría primero.
—Alen… —mi corazón se encogía temeroso, se que terminaría odiando al francés una vez que le pusiera una mano encima a mi preciado lobo.
Y así sucedió, el primer golpe fue lanzado, Alphonse golpeó a Alen en la mejilla izquierda, lo golpeó tan fuerte que todos sentimos como perforaba nuestros corazones, enseguida la piel de Alen se enrojeció y creo que esa fue la primera vez que sentí odiar a alguien.
El rostro de Cecilia parecía estar en shock, no daba crédito a lo que estaba sucediendo, me atrevería a decir que Irene estaba aun peor, sus piernas aprecian de papel, no podía entender todo lo que estaba murmurando, pero sabía que estaba preocupada por Alen, cuando desvié la mirada hacia el estrado y vi a nuestros amigos, entonces lo supe, no estaban así por el golpe, es como si supieran lo que pasaría más adelante.
Claro que ene se momento yo pensaba en Alen Bradford como el protagonista genial de esta historia, no tenía idea de que en realidad estábamos viendo el villano enfrentarse a su presa.
Así que, en mi ignorancia, inhalé profundamente llenado mis pulmones de aire y entonces grité con todas mis fuerzas.
—¡Tú puedes Alen! ¡eres el mejor! ¡derríbalo! —la piel se me erizó en el momento en el que él sonrió, nunca supe si la emoción que se apoderó de mi en ese momento, fue miedo o mi instinto de supervivencia, hasta el momento, Alphonse parecía tener la ventaja, el había dado los tres primeros golpes.
—¿Te estás burlando de mí? No me has golpeado ni una sola vez ¿ni siquiera las porristas son capaces de inyectarte algo de motivación? Los rumores dicen que eres una bestia, nadie quiere enfrentarse a ti…que decepción… esta pelea ya esta ganada y tú serás el único que….
En ese instante, Alen Bradford dio su primer golpe haciendo que la nariz de Alphonse sangrara de manera alarmante.
—¿Que golpe fue ese? —se preguntaban a tonitos.
Los golpes de Alen eran conocidos como “el puño de oso” Alphonse apenas si podía mantenerse de pie, estaba completamente aturdido, incluso escuchaba un zumbido ensordecedor.
—¡Muy bien hecho bebé! —gritó Irene mientras me empujaba con el hombro.
—¿Qué demonios tiene ese chico en los huesos? Mira como se está tambaleando su oponente… —exclamaban los adultos que habían cambiado su excitación por asombro.
—Acaban de presenciar el famoso puño de oso de nuestro instituto jaja, es un espectáculo que apenas empieza. —expresó el director orgulloso.
El entrenador de Alphonse exigió que dieran el primer descanso y el referí no tubo más remedio que otorgarlo.
—¡Maldito lobo! No lo vi venir…fue demasiado rápido… —exclamó Alphonse quién apenas si tenía sesenta segundos para que lo revisaran.
—¿Por qué demonios estás actuando tan confiado? Quedarás como un presuntuoso delante de los caza talentos ¿es lo que quieres? — le preguntó su entrenador molesto mientras le colocaba un ungüento desinflamatorio.
—Revísenle las vendas, no es normal que golpeé de esa forma tan letal… —sugirió al ver que Alen no le quitaba la mirada de encima, pero al ver que le estaban ajustando el vendaje, se dio cuenta de que no tenía nada, excepto sus nudillos listos para golpearlo otra vez.
—Recuerda quede vez contenerte, no seas tan rudo con el francés. —le aconsejó el entrenador de Alen mientras le acercaba un poco de agua.
—¿Tienes miedo de que lo mate? —le preguntó Alen con una sonrisa traviesa.
—Solo haz lo que te digo y terminaremos celebrando sanamente esta noche, tu chica te recibirá en tu alcoba con un premio como cada año, pórtate bien por favor.
—Ya es tarde para que me pidas que me contenga, este francés me cae bastante mal ahora. —le respondió Alen listo para volver al ring.
Mis ojos estaban clavados en Alen Bradford, quería ser yo quien secara su sudor, quería ofrecerle mi hombro, me daba pena Alphonse, pero no sé si algún día podría perdonarlo por haber golpeado a mi querido Alen.
Así de ciega estaba, la pelea continuó y el tiempo parecía detenerse, todos tragaban saliva atentos, el desenlace era un misterio para casi todos, excepto para Nil y nuestros amigos, parecía que todos temían por la seguridad de Alphonse.
Cada golpe era brutal, Alphonse era bueno, pero no tenía la malicia de Alen y la pelea terminó con el francés a sus pies, completamente aturdido por los golpes de aquel oponente deseoso de grabar aquella imagen, la mía mirándolo aterrada y la de su enemigo rendido a sus pies.