Sobreviviendo a Alen Bradford

Una revancha sangrienta.

 

Las palabras de Alen eran amenazas disfrazadas de un tono dulce y seductor, si hubiese sido más lista, me habría dado cuenta de lo peligroso que era, era el tipo de persona que no conocía el remordimiento y no se tentaba el corazón en hacer daño, lo peor que podía hacer alguien, era convertirse en su enemigo, Alen Bradford era el diablo hecho hombre.

Me miró de arriba abajo deteniéndose en las zonas de mi cuerpo que le parecían más atractivas, me ponía tan nerviosa que mi incomodidad le causaba risa, era como si verme vestida de blanco le causara pensamientos maliciosos, se que en el fondo deseaba corromperme, arrebatarme la pureza que tanto le divertía para después abandonarme en mi propia oscuridad, la oscuridad que él había creado.

—Él no es mi amigo… —le dije casi tartamudeando.

Alen me sonrió satisfecho y cuando estaba contemplando a mi peligrosa obsesión, mis ojos se abrieron de golpe cuando los brazos de Irene rodearon la cintura de Alen.

—¿Dónde estabas? Ya me cansé de esperar, vamos a bailar. —Irene me miró desafiante, por sus palabras era evidente que habían estado juntos antes de que yo llegara, esa chica me hacia sentir celosa, me heria con las interacciones que tenía con él.

Irene llevaba puesto un vestido negro pegado al cuerpo, su cabello estaba suelto y era muy atractiva, era imposible no mirarla, quería que me tragara la tierra y me escupiera en otro país, aun si fuera el desierto no me quejaría, Alen no se apartaba de ella, disfrutaba todo el dolor que me estaba causando.

—¿Bailamos bebé? Me prometiste que me sacarías a bailar ¿nos vamos?

La música era perfecta para rodear el cuello del chico perfecto, Irene era una competencia fuerte, aunque no era la novia oficial de Alen, era la uncia que podía reclamarlo como suyo, tenía derecho de antigüedad y me lo gritaba a la cara cada vez que podía.

Estaba a punto de darme la vuelta cuando alguien me tomó de la mano, deseaba que se tratara de Nil, él sería el príncipe perfecto que me sacaría de esta absurda incomodidad, me di la vuelta para asegurarme y me quedé tiesa cuando vi a Alphonse sostenerme con firmeza.

—¿Alphonse?

—¿Quieres bailar bonita?

—¿Qué?

Ni siquiera me dio tiempo de responderle, cuando menos me di cuenta ya me había arrastrado a la pista con él, había escuchado que los franceses besaban de maravilla, por eso se les atribuía uno de los besos más apasionados que existen, pero no es que quisiera averiguarlo, nunca había besado a nadie en mi vida, pero estaba tan molesta con Alen que, si Alphonse se inclinaba hacia mí, no iba a moverme, Alen era malo y yo también quería castigarlo.

—Tu cara….

—Esta algo morada jeje, pero no es para tanto, la próxima vez no seré tan confiado, al menso gané lo que quería. —me dijo sonriendo.

—¿El viaje a la playa?

—No, gracias a eso podré estar más cerca de ti, puede que termine cambiándome de instituto solo por verte más seguido.

¿Qué era esa sensación de peligro que sentía en mi nuca? ¿Acaso era la mirada de Alen sobre mí? Si era así, me alegra que estuviera mirando, ojalá sintiera lo mismo que yo cuando lo veo de la mano con ella, pero los celos posesivos de Alen no eran por amor, si no por enojo, le molestaba que tocaran sus cosas, consideraba a Alphonse como su enemigo, lo tenía como inferior a él y lo detestaba.

—Eres muy bonita, la más bonita de todo Mirland. — me dijo Alphonse mientras me sonreía.

—No se bailar… —este chico me ponía nerviosa, era lindo, su acento era seductor, pero le tenía miedo a Alen, seguía sintiéndome su propiedad.

—¿Qué haces? Yo estoy aquí. —le decía Irene a Alen con frustración, pues él estaba mirando fijamente hacia donde estábamos nosotros.

—¿Qué esta pasando? —le preguntó Cecilia a Yeral mientras ellos sentían el ambiente tenso, conocían esa mirada y estaban ansiosos.

—Vamos con él, las cosas se van a salir de control si no intervenimos.

 —Ya llamé a Nil y los demás, vienen para acá. — añadió Levy con seriedad.

De pronto, los chicos de “Midnigth” llegaron, fue entonces que el ambiente se puso más pesado, la rivalidad entre ambos internados ya era evidente, parecía que los dos institutos ajustarían cuentas esa misma noche.

—¿Por qué esas caras amigos? ¿no esperaban vernos aquí? —le dijo Cristof a Levy y Yeral quienes los miraban fijamente.

—No tengan miedo, solo queremos divertirnos un rato, después de las competencias uno queda, ya saben, con algo de tensión en los hombros. —expresó Ronal, uno de los amigos de Midnigth.

—¿Por qué le tendríamos miedo a unos perdedores? —les dijo Levy sin titubear, pero esto molestó mucho a los de Midnigth y lo empujaron con fuerza.

—¡Hey! ¿Cuál es su problema? —les reclamó Cecilia molesta.

—Hazte aun lado enana, este no es asunto tuyo.

—Quítale la mano de encima imbécil ¿quieres que te vuelva a sangrar la nariz? —le dijo Arner quien acaba a de llegar con, Nil, Jack y Ezra.

Cristof sonrió con ironía y volteó hacia donde estaban ellos y los miró con desprecio.

—Tuviste suerte, solo fue eso.

—Entonces tu amigo y tu son muy bendecidos, si no mal recuerdo también perdió ¿o no? Aun así, tienes la osadía de intentar intimidad a nuestros amigos. —externó Nil sin apartarle la mirada.

¿Qué sabe de buenos golpes un jugador de tenis como tú?

—Ya fue suficiente, dejen que estos ineptos peleen solos, vámonos, ay que Celebrar que ganamos, y nos iremos a la playa en unos días, solo hay que ignorarlos, además Armin y yo queremos bailar y tendrán que turnarse para sacarnos. —les dijo Cecilia tratando de calmar las aguas.

—¿Dónde esta Armin? —preguntó Arner al no verla junto a Cecilia.

—Bueno a ella se la llevó el francés… —declaró Cecilia y Nil se abrió paso entre ellos.

—¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de que te robe un beso? —le preguntó Alphonse al verla tan cohibida y añadió. —no haré nada que tu no quieras, pero trataré de ganarme tu corazón ya que para mi suerte no tienes novio.




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