Momentos antes de la pelea Alen y Alphonse cruzaron miradas, ninguno estaba dispuesto a ceder, Alen sostenía su vaso de alcohol en la mano y se acercó a su rival sin quitarle los ojos de encima.
—¿Qué haces aquí? Creí que mis golpes te habían atrofiado el cerebro, te hacia en cama llorando como un bebé. —le dijo Alen mirándolo con desprecio.
—Al parecer no golpeas tan fuerte, ni siquiera me duelen los moretones. —le respondió Alphonse con una sonrisa burlona.
—Quizá debería haberte reventado la nariz, así te hubiera deformado más la cara, maldito francés.
—Baje la guardia, pero estoy seguro de que ahora que no hay un referí que te de la ventaja, podría ganarte sin problema, no hay nadie a quien puedas comprar.
—Yo no necesito pagarle a nadie para patearte el trasero, sentí que peleaba con una mujer, sentí pena por ti, un oso y una gallina en el ring es algo injusto ¿no crees?
—Jajaja, creerte la estrella de Mirland te ha hecho mucho daño, tienes la cabeza en las nubes, quizá debería traerte de vuelta a la realidad de un puñetazo.
—Pero si con un solo golpe te aturdes ¿Cómo piensas golpearme? —le preguntó Alen en un tono de burla.
—Ah, ya entiendo, jaja, estás así por ella. —declaró Alphonse con una risita irónica.
Alen cambió la expresión de su rostro a uno de profunda seriedad.
—¿Qué no tienes novia ya? ¿crees que no notaba tu mirada acosante mientras bailaba con esa porrista? ¿tienes miedo de que te la quite? que patético, no deberías poner tu atención en alguien que no sea tu chica.
Alen se acercó a Alphonse de manera intimidante y le vació el vaso de alcohol en los zapatos lentamente, después se acercó a él y le susurró de manera siniestra.
—No te le acerques.
—¿O qué?
Ese fue el instante donde todo comenzó, la pelea entre Alen y Alphonse se descontroló, Alen lo tomó de la camisa y lo aventó contra el Dj rompiendo la mesa y Alphonse se puso de píe y se le fue encima, cuando Nil y los demás quisieron detenerlos, Cristof y sus amigos comenzaron a golpearlos.
—¡No puede ser! ¡esto se esta saliendo de control! —expresó Cecilia quien no sabía qué hacer.
Recuerdo que estaba muy asustada, la pelea se convirtió en una rencilla entre los chicos de Mirland y los de Midnigth, era de esperarse que algo así pasara, busqué con urgencia reunirme con Cecilia y traté de impedirle que se metiera para que no fuera a recibir ningún golpe.
—Vayamos por un profesor, si te metes te golpearan. —le dije mientras la jalaba del brazo.
—¿Cres que voy a quedarme aquí sin hacer nada? Esto es una masacre, era cuestión de tiempo para que esto sucediera, somos enemigos por naturaleza, siempre ha sido así.
Mis ojos vieron todo en cámara lenta, estaba parada frente a todo el conflicto, Cecilia tenía un trozo de silla que había recogido en el suelo y comenzó a golpear a todos los que se movían, sabía que tenía que hacer algo.
—Recuerdo que vi una manguera afuera, eso debe bastar para separarlos.
Me dirigí al jardín trasero, estaba segura de que había una manguera enorme con la que el jardinero regaba los arbustos, corrí a toda prisa y cuando la vi, me sentí aliviada, abrí la llave y encontré a una chica que recién había salido y le pedí que abriera la llave una vez que llevara la manguera conmigo, respiré profundo y le di la señal y el gran chorro de agua me tiró hacia atrás, pero me levanté y me puse firme y comencé a mojarlos a todos.
—Pero qué demonios….
—¡Hey!
—los aspersores contra incendios fueron activados por Cecilia, quien prendió un cigarrillo y lo puso debajo de uno, solo así las cosas regresaron a la normalidad.
Recuerdo que me abrí paso hacia donde estaban Alphonse y Alen y abracé al lobo Bradford por la espalda, él estaba por darle un cabezazo a su oponente, me aferré a él como si fuera mi única esperanza.
—Dijiste que podía pedirte lo que sea…déjalo en paz, ya fue suficiente, míralo, esta sangrando de la boca y la nariz y tu también estas herido…
Alen tenía el labio partido y se detuvo en seco dejando a Alphonse caer en un charco de agua, después se giró hacia mí y al verme tan asustada se emocionó y encontró satisfacción en la forma en la que me hacía sentir.
—¿Estás segura de que eso es lo que quieres pedirme? —me preguntó con una sonrisa.
Yo asentí con la cabeza y después me di la vuelta, no soportaba sentirme tan vulnerable, pero el me detuvo jalándome el brazo.
—Las monjas te enseñaron a ser muy compasiva, te falta malicia, yo puedo arreglar eso.
—¿Qué?
—¿Qué demonios pasó? Mira nada más como tienes el labio. —Cecilia comenzó a regañar a Alen y este volteó los ojos hacia atrás en señal de fastidio y me soltó abruptamente.
—Déjame en paz, pareces mi madre.
—Oye tú, la próxima vez que le pongas una mano encima te las veras conmigo ¿escuchaste? ¡esto va para todos los de Midnigth! ¡dejen de jodernos la noche! Malditos psicópatas…
—Deja de hacer corajes, te vas a enfermar. —le dijo Nil quien la jaló hacia ellos.
Irene se hizo presente y empujó a Cecilia para acercarse a Alen, ella se puso delante de mí tapándome por completo.
—¿Te encuentras bien? ¿te duele mucho? Ay tu cara linda, ven, vamos a curar eso.
—No importaba lo que dijera Cecilia, aunque ellos no fueran una pareja oficial, todo el mundo los veía como una, Irene tenía las de ganar porque Alen le había dado ese poder, después de todo, se acostaban, yo no era nadie en su vida.
Ezra me jaló de la mano y me llevó con los demás chicos, mientras caminábamos, Nayeon me empujó con el hombro y me dijo al oído:
—Te vas a arrepentir por todo.
—¿Qué te dijo? —Me preguntó Ezra mientras las fulminaba con la mirada.
—Nada importante…
Después de un rato, ya nos habíamos ido del lugar, estábamos mojados y teníamos frío.