Nayeon y Erika se fueron de ahí aterradas, Nayeon aun tenía los dedos de Alen marcados en la piel, el corazón les latía lleno de miedo y adrenalina, parecía que habían escapado del mismo diablo.
—¿Viste su cara? Estaba furioso, creí que me rompería el brazo… —externó Nayeon agitada.
—¿crees que haya escuchado lo que dijimos? —le preguntó Erika angustiada.
—¿Si no por que actuaria así? —le respondió Nayeon mientras se sobaba.
—Espero que estemos equivocadas, él me da mucho miedo…
Nayeon y Erika se fueron a contarle todo a Irene, querían su intervención para que Alen no arremetiera contra ellas, por otro lado, Armin estaba sumergida en los brazos de Nil, por más avergonzada que se sintiera, ella se sentía a salvo.
—Estás temblando…déjame secarte el cabello con mi suéter.
—No…lo vas arruinar, estoy empapada de agua sucia, seguro que se estropeará. —le dijo Armin mientras se limpiaba las lágrimas.
Cuando ella levantó la cabeza y Nil vio que su nariz y el contorno de sus ojos estaban rojos, su corazón latió con fuerza al verla tan vulnerable, Armin estaba muy cerca suyo y lo miraba con los ojos de un cordero adolorido.
—No pienses demasiado en mi suéter, es remplazable, si se arruina, lo tiraré y compraré otro, no quiero que te enfermes, siéntate, el sol ayudará acelerar el proceso.
Armin obedeció y se sentó en una banca que estaba cerca, Nil comenzó a secar su cabello de manera suabe y delicada, no quería enredárselo.
—¿Quién te esta acosando? Estoy seguro de que no te sumergiste en esta agua por tu propia cuenta ¿Quién es la responsable? —le preguntó Nil con un fuerte deseo de saber quién era la persona que la había hecho llorar, por alguna razón sentía esto de manera personal, parecía que lo habían ofendido a él también.
—No quiero decirlo…siento que no paran, este fue solo el comienzo, conozco a las de su tipo, nunca se cansan, siempre escalan y parece que se esfuerzan en superarse a ellas mismas y a sus métodos de tortura. —externó Armin cabizbaja.
—¿Ya antes te habían acosado? Pero… ¿por qué?
—Nunca le he caído bien a todo el mundo, quizás es mi forma de ser o… —Nil la agarró de los hombros y la miró fijamente.
—No es tu culpa, no hay manera de que sea tu culpa.
El estaba tan cerca que me fue imposible dejar de mirarlo, era como si me mantuviera bajo el hechizo de su mirada, de esos ojos rasgados, siempre decía las palabras correctas, yo tenía razón, Nil era un príncipe que llegaba justo en los momentos difíciles, podía verlo en su caballo blanco extendiéndome la mano y mientras me ponía detrás de él, sacaba su espada para enfrentar a su adversario, no se si fueron segundos o una eternidad la que tardé observándolo.
—¿Irene fue quién te hizo esto? ¿fue Nayeon y Erika? —me preguntó y yo bajé la mirada y asentí con la cabeza.
Nil frunció el ceño y pude ver como el enojo se apoderaba de él, dejando atrás su semblante serio y relajado.
—Ellas piensan que yo…—de pronto, una mano agarró el hombro de Nil y lo hizo a un lado con gran rapidez, mis ojos se abrieron de golpe ante la sorpresa de tener enfrente a ese lobo feroz.
Alen lo tomó por sorpresa, una vez que alejó a Nil de mí, me recorrió con la mirada y yo no sabía donde esconderme, estaba expuesta ante el dragón y el príncipe lo sabía.
Bradford me quitó el suéter que Nil me había puesto en la cabeza y me agarró de la mano con fuerza para llevarme con él a lo desconocido.
—¿Qué haces? ¿A dónde la llevas? ¿Qué no vez que está empapada? —le recriminó Nil quién me detuvo agarrándome de la otra mano, ese fue uno de los momentos más incomodos y extraños, Alen Bradfor y Nil Brenon, me sujetaban de un extremo cada uno mientras se fulminaban con la mirada.
—Suéltala, no es de tu incumbencia. —le respondió Alen irritado.
—Es mi amiga, claro que es de mi incumbencia, al parecer tu eres el problema por el que este en ese estado. —le dijo Nil mirándolo de manera despectiva.
—¿Qué estás insinuando Brenon? Si te digo que hagas algo, obedece y deja de provocarme que no estoy de humor. —declaró Alen con voz profunda y lanzó una mirada desaprobatoria al ver como Nil me sujetaba con firmeza.
Sabía que ellos tenían una historia familiar dificil y lo que menos quería es que se enfrentaran por mi culpa, no quería que se distanciaran, ignoraba las intenciones de Alen o el hecho de su repentina aparición, así que como pude me solté de ambos y me fui corriendo llena de vergüenza.
—¡Armin! ¡espera! —exclamó Nil desconcertado mientras me veía alejarme.
—Mira lo que hiciste, la próxima vez no te metas. —le dijo Alen en un tono amenazante.
—Deja de merodear alrededor de ella como si fuera tu presa, no juegues con Armin, Irene y sus amigas empezaron a acosarla por celos y tú no ayudas mucho, eres el responsable de que la odien sin razón, si estás con Irene deja de jugar con Armin, te irás al infierno si intentas corromperla ¿no te basta con todas las chicas que revolotean a tu alrededor? ¿No tienes ya bastantes juguetes? Si sigues confundiéndola, terminaras por romperle el corazón.
—¿Y a ti que te importa lo que yo haga? ¿crees que te voy a dar explicaciones de mis actos? Irene esta feliz siendo mi distracción, no la tomo enserio y ella lo sabe y parece no tener inconveniente ¿Por qué te molesta tanto lo que haga con ella?
—Ella me importa un bledo, pero ya te lo dije, Armin es mi amiga ahora y no esta sola, voy a defenderla de los acosadores.
—Ah, ya veo, jaja ¿te gusta? Es eso ¿no? Te sientes con el derecho de acercarte a ella, vaya, es la primera vez que te veo marcando territorio, solamente te falta morderla y dejarle tu marca.
—No es eso, no todos somos como tú, yo no quiero acostarme con ella y convertirla en mi entretenimiento, además Armin no es ese tipo de mujer, no es como las que te buscan, no te saldrás con la tuya.