Sobreviviendo a Alen Bradford

Hipnótico.

 

Estaba tan acalorada, me ardía la cara, no sabía bien lo que estaba sintiendo, era un torbellino de emociones que me revolvían el alma y el estómago, por un lado estaba la pena de haber pasado nuevamente por un episodio de acoso escolar en manos de mi rival en el amor y sus secuaces, odiaba sentirme impotente y vulnerable y por el otro estaba él, el perverso Alen Bradford que me tenía en la palma de sus manos, no importaba que tan vil y arrogante fuera con mi corazón, él era el único que podía estrujarlo y con descaro darle una caricia para hacerme olvidar todo y volverme a tener a sus pies.

Estaba segura de que estaba corriendo tan rápido como para perderlos de vista, sin querer había creado la típica escena de telenovela con la cantidad de drama justa para no verme tan demente, pero, aunque me avergonzaba haber salido como una actriz experimentada, estaba feliz de no haber visto a Alen a los ojos, estaba herida, y ni siquiera sabía si tenía derecho a sentirme así.

Yo sabía que era suya y que mi corazón le pertenecía únicamente a él, también sabía que él no tenía dueña y no estaba dispuesto a entregarse a una sola mujer, su esencia no se lo permitía, su naturaleza perversa era incapaz de amar sinceramente y aun sabiendo todo eso…seguía deseando que me amara, engañándome a mí misma que podía cambiarlo para bien.

Se lo que deben estar pensando, él no es el único hombre en la tierra ¿pero como le explico eso al corazón? ¿Cómo convenzo a mis ojos para que miren a otro lado? Si nada les parece suficiente excepto él, no me considero una masoquista, pero el amor es cruel, pues nadie decide de quién enamorarse, no me juzguen por lo que pasará a continuación, ponte en mi lugar ¿Qué habrías hecho tú si tuvieras a Alen Bradford detrás de ti? ¿y si fuera él el hombre de tu vida? ¿y si tu fueras Armin Teslan?

Cuando estaba apunto de salir del túnel, él me tomó por sorpresa, mi enemigo me sorprendió jalándome nuevamente a su oscuridad.

—¡Detente! —me gritó con voz firme al mismo tiempo que me jalaba del brazo con fuerza parándome en seco.

Recuerdo que comencé a temblar, ya era tarde para evitar que me viera en ese estado, mi voluntad comenzaba a quebrarse, era tan frágil como las alas de una mariposa que esta apunto de bolar.

—¿Cuánto tiempo más seguirás evitándome? ¿quién te hizo esto? —me preguntó con molestia y me giró hacia él para que no siguiera dándole la espalda.

Yo estaba apunto de explotar, no podía seguir conteniendo mis sentimientos, así que armé de valor y le dije todo.

—¿Qué no te importa lo que me haga tu novia si sigues hablando así conmigo? —le pregunté con un nudo en la garganta.

—¿Qué? —Alen me miró extrañado y me apretó el brazo con más fuerza, ahí solté un pequeño quejido y me solté hablando más.

—No se que pasa contigo, ni siquiera sé si Alen Bradford, la estrella de Mirland es intocable o no, dices que Irene no es tu novia y ella y sus amigas afirman todo lo contrario, vienes a mí buscando mi amistad o no se que más quieras conseguir, me confunde tu amabilidad, cuando siento que talvez quieres algo más me sueltas de tus manos y me dejas caer al abismo más profundo, el mismo que tú has construido para mí, esa fosa de indiferencia, recelo y confusión que me vuelve loca ¡eres un mentiroso!

—No me hables así. —me amenazó mirándome fijamente y me acercó a él con violencia sacándome el aire, tenía la fuerza de un oso gris, aun así, no me intimidó, no todavía y proseguí a desahogarme.

—Pues lo eres…dijiste que Irene no era tu novia y yo te creí…me llevó a un lugar solitario llena de rabia y me vació un bote de agua sucia amenazándome con hacerme algo peor si seguía hablando contigo, además…

—Habla, ya soltaste mucho la lengua, ahora que tienes mi atención, termina de hablar. —me ordenó Alen sin quitarme la mirada de encima.

Mis mejillas se ruborizaron era un tema delicado y vergonzoso para mí, ni siquiera sabía cómo abordarlo.

—Además…ella dijo que ustedes dos tienen intimidad… —en ese momento mis ojos se llenaron de lagrimas y él levantó mi rostro sujetando mi barbilla.

No sabia si le gustaba verme llorar o si le daba satisfacción verme celosa, cualquiera que fuera la razón, él estaba complacido.

—¿Qué es lo que quieres escuchar? —me preguntó con ese hermoso rostro despreocupado.

—¿Es tu novia? —le pregunté con angustia.

—No, solo tengo encuentros casuales con ella, nada serio.

Yo fruncí el ceño y me aparté de él, pero Alen me atrajo a él nuevamente, era un sinvergüenza, un cínico mentiroso.

—Eso es aun peor… —le dije decepcionada.

—Dime algo ovejita ¿estás celosa? ¿por eso actúas de esa manera infantil?

—Si…estoy celosa…pero ya se me pasará.

—¿Es una amenaza?

—Es algo que haré por mi misma, dejaré que sean felices con su extraña relación, yo no podría vivir con eso. —externé con molestia.

—Voy a dejar que me hagas otra pregunta, te prometo que seré completamente sincero. —me dijo con una sonrisa ligera.

—¿Qué piensas de mí? ¿Por qué actúas como si te gustara? ¿estas jugando conmigo no es así? Crees que por que vengo de un colegio de monjas soy tonta he ingenua ¿te parece divertido burlarte de mí? ¿quieres ver si me convierto en otra de tus chicas?

—Esas son muchas preguntas corderito.

—Me llamo Armin ¿Cuántas veces tendré que recordártelo?

Alen me tomó por sorpresa, volcando todo mi interior, me agarró de la cintura y me plantó un beso que me penetró el alma, estoy segura de que se la llevó con él, porque después de eso, ya no sentía mis pies, ni tampoco el coraje que me carcomía el cuerpo, me besó tanto que no podía respirar.

—Alen…

—Ya te respondí, me gustas y quiero que seas solo para mí.

 

 

 

 




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