Cecilia había quedado con la cara llena de rasguños y eso había molestado bastante a nuestros amigos, Yeral y Ezra, nos consiguieron alcohol y algodones para curarla, cuando ya habíamos terminado de limpiar sus heridas, Nil, Levy, Jack y Arnen entraron frenéticamente abriendo la puerta de par en par y cuando Nil vio el rostro de Cecilia se llenó de enojo.
—¿Están bien chicas? —preguntó Levy y junto con Jack nos miraron de arriba abajo.
Nil apretó los dientes, no soportaba la idea de que alguien lastimara a sus amigos, tenía la mano pegada a la puerta por que él la había abierto, y vi como empuñaba la mano y le daba un golpe descargando su molestia.
—¿Qué paso? —preguntó Nil agitado.
—Ya dejen de verme con esas caras, ya saben que no es la primera vez que me peleo, además no perdí, considero que les di una paliza. —respondió Cecilia apenada.
—Eran tres contra uno, claramente estabas en desventaja. —le dijo Arnen con seriedad.
—Esas hienas no tenían tantos rasguños como tú, al menos yo no les vi ninguno. —agregó Levy quién se las había encontrado corriendo en el pasillo.
—No debiste pelear con ellas, sabes perfectamente que juegan sucio, mírate nada más, toda tu cara esta roja. —externó Nil furioso.
—Lo lamento, Cecilia solo quería defenderme, si yo no te hubiera dicho lo que sucedió, entonces ella no estaría así, lo siento, todo se salió de control, debía arreglar esto yo sola. —dijo Armin cabizbaja.
—Ya te dije que no fue tu culpa, esas tres no deben ir por la vida lastimando a quien se les plazca, mucho menos a ustedes, si piensan que no tienen a nadie que las defienda están muy equivocadas, hay siete hombres detrás de ustedes, tendremos que recordárselo. —Nil salió de ahí dejando a todos callados.
—¡Espera Nil! —Armin trató de detenerlo, pero Levy la detuvo jalándola del brazo.
—No, él tiene razón, si no hacemos algo, Irene y sus amigas seguirán molestándolas, esto solo es la superficie de todo lo que pueden hacer, especialmente ella, si no vamos los demás es por que sería demasiado, él sabrá arreglárselas, aunque sospecho que Alen ya hizo acto de presencia. —dijo Levy pensativo.
—¿Y no creen que deberíamos ir? Ya saben como se pone el ambiente cuando ellos dos están solos y como en esto está incluida Irene, no sabemos como reaccionara Alen. —externó Jack mientras miraba a sus amigos.
—No importa que se trate de ella, Alen siempre nos elegirá a nosotros, y eso incluye a Cecilia y Armin. —declaró Yeral y todos guardaron silencio.
—Aun así, no creo que este demás echar un vistazo, le mandaré un mensaje a Nil, si dice que debemos ir a calmar las aguas, entonces nos vamos. —propuso Ezra y todos asintieron con la cabeza.
Me sorprendía lo unidos que eran en estos casos, jamás había conocido a unos amigos que se preocuparan tanto los unos por los otros, lo que más me conmovía era que apenas si me conocían y ya me consideraban una de ellos, a pesar de ser los chicos populares, tenían un gran corazón y me hicieron creer que formaba parte del grupo correcto.
Pero en el fondo, me sentía preocupada por el encuentro entre Nil y Alen, sobre todo, por que ignoraba la postura que Bradford tomaría una vez que Irene le contara su propia versión de las cosas y no me equivocaba, ella era una zorra astuta.
—¡Esa estúpida me mordió! Que repugnante…tengo la marca de sus dientes en mi hombro… es una perra rabiosa, por suerte no me dejó ni una marca en el rostro, no se lo hubiera perdonado a esa mal nacida, habría hecho cualquier cosa para hacerla pagar por su osadía. —declaró Irene asqueada cuando se vio la marca de mordida que le había dejado Cecilia.
—Yo no corrí con tanta suerte, pude ver como un mechón de mi cabello volaba, de por si lucho con la escasez de mi cabello, estúpida machorra, la odio… —expresó Nayeon con los ojos llorosos.
—Anímense, creo que ganamos esta pelea ¿no le vieron la cara? Jajaja, estaba tan arañada que dudo que no le quede una cicatriz en esas gordas mejillas jajaja, yo me encargue de clavarle las uñas a esa perra. —confesó Erika extraviada.
—Pelear es de gente vulgar y corriente idiota, si la boca floja de Armin no hubiese abierto la boca, no estaríamos pasando por esto, además el infeliz de Ezra se puso en su lugar, se supone que esos imbéciles deberían estar de nuestro lado, sus rameras no valen tanto la pena, esa idiota de Armin no sabe la que le espera, seguro que cuando le diga a Alen lo que pasó, la sacará del grupo, dudo que la ponga delante de mí, aun a la misma Cecilia, es una marioneta sin valor.
Irene todavía estaba hablando cuando de repente, Alen la jaló del brazo y se la llevó de ahí dejando a Erika y Nayeon aterradas.
—¿Alen? ¡auch! ¿Qué haces? Me estás lastimando… —exclamó Irene adolorida, pues la estaba jalando con mucha fuerza.
—¡Irene! —gritaron Nayeon y Erika.
—Por su propio bien no se metan. —les advirtió Alen con la voz profunda y siniestra con la que hablaba cada vez que estaba enojado.
Una vez que se la llevó fuera de la vista de sus amigas, la azotó contra la pared dejándola en shock.
—Alen… ¿Qué te pasa? —le preguntó nuevamente Irene extrañada.
—¿Es verdad que trataste de intimidar a Armin y además tus criadas golpearon a Cecilia? —Alen se veía furioso, tanto que daba miedo.
—¿Estás a sí por esas zorras? ¿y que hay de mí? Tu nueva mascota se mete en loq eu no le importa, ella me ofendió primero ¿no vas a decir nada? Se supone que somos pareja.
Alen la interrumpió tajantemente de manera fría y cruel.
—¿Cunado vas a entender que tu y yo no somos nada? No eres mi novia, ni mi amiga, solo me acuesto contigo porque eres fácil y siempre estás disponible, una cosa es que te haga mía y otra muy diferente es que tengas el atrevimiento de compararte con Cecilia o la nueva… —Alen apretó los dientes y añadió. — no te metas con ellas, especialmente con Armin, es mía…