Levy me ofreció contactar a unos detectives en cubierto, al menos un par que estuviera dispuesto hacerse pasar por unos simples trabajadores más de la mansión, yo no sabía como íbamos a lograr algo así, era tan parecido a una de esas películas de misterio, pero no contaba con que el padre de Levy me ayudaría.
—¿Estás seguro de que tu padre me ayudará?—le pregunté con nerviosismo.
—Mi padre es Harry Wolk, uno de los mejores abogados que hay en la ciudad, me atrevería a decir que es el número uno, no recuerdo que haya perdido algún caso, si le cuentas tu historia te ayudará, no tengas miedo de caer en manos del gobierno o que te despojen de tu fortuna ¿estás segura de que no hay otro familiar que este dispuesto hacerse cargo de ti y tus bienes mientras cumples los veinte años? —me preguntó me preguntó Levy mirándome fijamente.
—Ya no sé que es verdad y que no, pero creo que no hay nadie más…
—Mi padre puede averiguar todo eso por ti mediante a sus contactos, el es un buen samaritano, además es un favor especial, el caso Tesland es un misterio que nadie pudo resolver, te aseguro que le apasionará formar parte de esto, pero tenemos que esperar a que regrese del extranjero, fue a suiza con mi madre por su aniversario, tenemos la mansión para nosotros solos, podremos destrabarnos jajaja.
—¿Qué? ¿Y tus hermanas?
—Las gemelas, es verdad, veremos como desacéranos de ellas.
Ya habíamos despedido a Fidel, se comprometió a llevar el primer paso del plan en marcha, le estaba confiando mucho a ese jardinero y la confianza era un lujo que ya no podía darme.
—Por favor Fidel, tu no me falles…—me dije en mis adentros mientras miraba por la ventana, mis ojos se desviaron hacia Levy, quién estaba escribiendo con alguien, pude notar su marcada manzana de adán que le resaltaba de su lizo cuello, sus manos reflejaban sus venas y me di cuenta que no era una chica con la que pasaría la noche, si no un hombre bastante sin vergüenza y tragué saliva sintiéndome nerviosa, todo el tiempo creí que a Levy le gustaban los chicos, pero me equivoque.
—¿Que pasa? ¿Por que de repente te vez tan roja?—preguntó divertido.
—No es nada…—le respondí casi tartamudeando y él se rió de mí.
—Jajaja, no cierres los ojos, llegaremos en unos minutos.
La mansión de Lavy era preciosa, tan lujosa y elegante, ahora entendía lo millonario que era junto a su familia para poseer un palacio como ese.
—Tu casa es hermosa….—exclamé maravillada, parecía Versalles.
—Lo dices como si tu vivieras en una cabaña, no olvides que posees una fortuna envidiable, podrías comprar Inglaterra y convertirla en tu propio castillo.
—De que me sirve todo ese dinero si no puedo disponer de él, además te ofreciste a pagar mi deuda de las cámaras.
—Solo fueron veinte mil dólares, lo mismo que comprar caramelos.
—¿Que clase de caramelos compras tu? Jaja.
—Oye, se que estas pasando por momentos difíciles, pero mientras regresa mi padre y hablamos con él, disfruta de los días libres que tenemos, quiero que estes en mi casa y te sientas cómoda y en familia, no hay nada de que preocuparte, si esos sirvientes resultas ser unos villanos, los haremos comer tierra ¿que dices? ¿sonríes para mí?
—Lo haré…voy a disfrutar mucho mis días libres.
—Bienvenida a la mansión Wolker.—el chofer de Levy le abrió la puerta y él salió primero para extenderme la mano, parecía un príncipe.
Estos aires burgueses eran los mismos que Nil me transmitía, quizá por eso se llevaban tan bien, dos príncipes acaudalados con la habilidad de transportarte a la época media con un solo toque de sus manos.
—Bien venido Joven Levy, la cena ya esta servida, sus hermanas lo esperan impacientes para comenzar.
—Vamos Armin, deja tus maletas aquí.
—¿Llevamos las maletas de la señorita a la habitación de huéspedes?—preguntó el mayordomo con serenidad.
—No, llévenlas a mi habitación, Armin y yo haremos una pijamada ¿verdad?
—Ay…
—Jajajaja, ya veo por que le resulta a Alen tan divertido burlarse de ti, eres muy graciosa.—Levy dejó de reírse y añadió.—no es broma, quiero que durmamos en la misma habitación, prometo portarme bien.
—Su hermano esta en casa señoritas.—les dijo la mujer que las cuidaba (su nani)
Las niñas corrieron y se le prensaron a Levy cada una de una pierna.
—¿Donde estabas hermano? Ya tenemos hambre, sabes que nos gusta comer contigo.—le dijo Camil, con un puchero.
—¿Donde esta tu amiga?—le preguntó Anya su otra hermana.
—Fue al baño, sean educadas cuando la vean.—les dijo Levy mientras les acariciaba la cabeza.
—¿Es bonita?
—Le gustan las muñecas?
—Perdón por la tardanza, tenía que refrescarme…—realmente estaba aterrada de dormir en la misma habitación que Levy, pensaba abofetearlo y patearle la entrepierna si intentaba algo raro, pero al verlo tan cálido y amoroso con sus hermanitas, supe que no estaba en peligro.
—Wuooo…si que es bonita.—dijo Camil con los ojos brillantes.
—Te pareces a Lucy…—externó Anya con timidez y dirigí mis ojos hacia la muñeca que sostenía con cuidado, tenía cabello negro y un vestido azulado.
—Hola, soy Armin, ustedes deben ser las hermanitas de Levy, mucho gusto.—instintivamente me acerqué para acariciarles la cabeza y ellas me abrazaron tiernamente, fue como una caricia a mi corazón.
—¿Quieres jugar con nosotras después de cenar?—me preguntaron con una tierna expresión en el rostro.
—Me encantaria.
—¡Genial! Comeremos rapido.
—No, coman con calma, Armin se quedará aquí unos días, tendrán tiempo de jugar.—les dijo Levy llevándolas de la mano a su lugar.
La cena estuvo deliciosa, pasta con lasaña y vino tinto, l sobre mesa fue de risas y chistes rancios de mi parte, pero aun así se reían, me sentí parte de la familia porque Levy y las gemelas me acogieron cuando más lo necesitaba y jamás lo olvidaría.