Él era un enigma, siempre se salía con la suya, era descarado, cínico y mujeriego, pero siempre decía las palabras correctas, me embaucaba en sus oraciones cortas y adornadas, no importaban las pruebas en su contra, Alen Bradfor tenía un haz bajo la manga, la ruleta siempre giraba a su favor, era el único mentiroso al que le creía.
—No puedo creer que me hayas traído a este lugar, apenas revise la semana pasada y estaba lleno, me encanta que siempre superes mis expectativas, acabo de ver a Chelsea Spencer la actriz del momento sentada a un lado de la mesa donde esta el florero de marfil, este lugar estará aun más en tendencia si lo visitan estrellas de su altura, de por si es bastante complicado encontrar un lugar en la privilegiada lista.—expresó Irene emocionada.
Alen la miraba detenidamente, disfrutaba su cafe expreso y amargo.
—No es una cita, te confundes con facilidad, te cité aquí porque de otra manera te ibas hacer la tonta y me darías la vuelta.
—¿Acaso vas a seguir enojado por lo que le hice a tu mascota? Ya te dije que ella se lo buscó, además la muy descarada te coquetea todo el tiempo ¿no crees que estoy en mi derecho de enojarme? Te la pasas buscándola, ya sé que es tu juguete nuevo pero deberías cuidar más mi corazón, recuerda que yo tengo derecho de antigüedad, ninguna mujer te ama más que yo, soy la única que te conoce tal como eres, tu temperamento, cada rincón de tu cuerpo esta grabado en mi memoria y soy leal a ti hasta los huesos y lo sabes, eso no lo conseguirás en otro lado.
—¿Que tienes tú para ofrecerme que otra no me lo pueda dar?—le preguntó Alen levantando una ceja mientras le clavaba las pupilas.
—Lealtad absoluta, te seguiría hasta el abismo sin pensarlo, si me pidieras que cometiera un crimen lo haría, cumpliría una condena de cárcel por ti, me iría del país si fuera contigo, haría una estafa, me tatuaría tu nombre, abandonaría a mi familia, todo con tal de estar a tu lado.
Alen sonrió cuando escuchó las palabras devotas de Irene, ella hablaba enserio, estaba completamente enamorada de él.
—Con toda esa devoción me da pena dejarte ir, creo que la ovejita podría hacer más por mí de lo que ya mencionaste, me mira como su paraíso, es divertido verla tan desesperada y nerviosa, su piel se eriza con solo escuchar mi nombre, me adora la muy inocente.
—No sabía que te gustaban las monjas ¿siquiera sabe besar? Jaja, lo dudo, no creo que sepa montarte, ni pensar en un buen o…—Irene se detuvo de repente cuando de reojo la vió.
Sonrió ligeramente y agarró la cara de Alen y le plantó un beso francés, novia su lengua con malicia, como una vivar hambrienta y seductora.
—Apuesto a que no sabe besarte así.
Al ver eso, Armin sintió que le apuñalaban el corazón y corrió a refugiarse al baño, estaba pálida y las lagrimas se le salían sin control.
—Ahora vengo, voy al baño, cuando regrese quiero que me lleves a casa a terminar con lo que empezamos.
—Eres una oportunista, sin embargo ya tome una decisión.—le dijo Galen mientras se mordía el labio, Irene no entendía del todo aquellas palabras pero estaba tan concentrada en molestar a Armin que se fue detrás de ella emocionada por verla llorar.
—No puede ser…¿que acabo de ver? Se besaron…¿por que se besaron?
Me dolía el alma al ver como se devoraban el uno al otro, sé que él no era mi novio y que no tenía ningún compromiso conmigo, pero no hace mucho me había dicho que le gustaba, me ilusionó llevado a las estrellas, pero su amor se le acabó muy rápido, las vacaciones fueron suficientes como para hacer que sus ojos regresaran a ella.
Armin se quedó recargada en el lavabo mientras su mente daba muchas vueltas, no había forma de que pudiera justificar a Alen, estaba claro que ya no le importaba, su corazón entró en pánico en el momento en el que vio a Irene entrar triunfante por al puerta, asegurando para que nadie las molestara.
—Ay, pero que sorpresa ¿que haces aquí?, espera ¿estas llorando? No me digas que nos viste, ay que mal… es una pena, pero es tu culpa, te dije que no te hicieras ilusiones, Alen siempre regresa a mí, no eres la primera chica a la que le habla bonito, claro que me molesta, pero al final el resultado es el mismo, yo siempre gano y me quedo con él.
—Déjame en paz…no quiero pelear.
—¿Qué? Yo tampoco, me espera una mañana agitada, quiero estar de buen humor ¿Sabes por qué me puse tan bonita? Debajo de esta ropa llevo la lencería que Alen me compró, vamos a ir a mi casa y le daré todo lo que tu no sabes y no puedes, voy a disfrutarlo de pies a cabeza y saboreare cada parte que tu deseas si quiera tocar.
—No quiero escucharte…
—Vamos hacer el amor como locos, no importa lo que te haya dicho, no eres la primera ni la ultima, al final ya viste que sigo con él.
—¡Dije que no quiero escucharte!—estaba desesperada, quería salir de ese lugar, las paredes se hacían cada vez más pequeñas, me faltaba el aire, estaba sudando y e dolía el alma.
—¿A donde crees que vas? Aun no he terminado de contarte mi vida.
—No me interesa, solo déjame ir.—Irene trató de detenerme, pero yo me café, estaba cansada de sus palabras sucias.
Irene rió y salió justo después de Armin, como Alen estaba de espaldas no la vió, Armin se fue con sus amigos he Irene regresó con Alen.
—Ya estoy lista vámonos, no puedo esperar para pasar el tiempo juntos.
—Tengo cosas que hacer, no iremos a tu casa.
—Por favor, quiero ir contigo, hagamos en el carro entonces, no me dejes así.—le dijo Irene suplicante.
Cuando estaban por salir, Nil se había levantado para hablar con el gerente sobre la posibilidad de abrirles una de las habitaciones donde podían tomarse más selfies y se encontró con Alen y a Irene agarrándolo de la mano.
—Nil, que sorpresa ¿que haces aquí?—le preguntó Irene sonriente.
—Que callado ¿viniste solo? Eso sería deprimente, dime que al menos invitaste a una chica linda amargado.—le dijo Alen mirándolo fijamente.