Ahí estaba él, la razón por la que mi ansiedad se había disparado, mi verdugo, el hombre que me aceleraba el pulso, Alen Bradford el monstruo bajo mi cama, el protagonista de mis peores pesadillas, mi droga, mi obsesión y mi único alivio, su mirada seguía siendo la de un depredador, seguía considerándome su presa, no lo entendía, entre todos los presentes, aun con Irene al frente, él me veía solo a mí, seguía jugando conmigo, pero yo me sentía una experta en esa ruleta peligrosa.
—¿Que pasa? Te estoy hablando ¿realmente crees que el hotel nos deje quedarnos juntos?—le preguntó Irene, pero Alen no le hacía caso, mantenía la mirada fija en su objetivo.
Irene volteó confundida al ver el embelesamiento de su querido Alen y en cuanto vio a Cecilia y Armin, volteó los ojos hacia atrás.
—Ay no que fastidio, creí que serían unas vacaciones entre amigos.—exclamó Irene con fastidio.
—Si no te parece, tus amigas y tu pueden irse con el grupo de Midnigth, por si aun no les queda claro, ellas son nuestras amigas.—le dijo Ezra mirándola con molestia.
—¿Que? ¿Vas a dejar que nos hable así?—le preguntó Irene a Alen pero este ni siquiera la miró.
—Ezra tiene razón, vinimos a pasarla bien, si no les parece que ellas estén aquí, deberían irse con los de Midnigth.—le respondió él indiferente.
—Pero…
—Ya Irene…—le dijo Nayeon tomándola del brazo, pero Irene se zafó y se cruzó de brazos con los lentes puestos no se le veía la mirada fiera que le lanzó a Armin.
—Hola chicos ¿somos las ultimas en llegar? Nos venimos a tiempo, pero mi chofer esta por jubilarse, el pobre ya ni ve, manejaba más lento que una tortuga.—exclamó Cecilia aliviada de que no las hubieran dejado.
—Aun faltan algunos del grupo de Midnigth, ah, ya llegaron los que faltaban.—dijo Yeral señalando con la mirada a Alphonse el chico francés, él y Alen cruzaron miradas, era evidente que existía una rivalidad entre ellos.
—Alphonse…—Armin lo miró con pena, después de todo lo que había pasado, sentía que lo mejor era guardar su distancia, pero el francés no pensaba igual, esta dispuesto a conquistarla.
—¿como están chicas? Pareciera que hace meses no las vemos, nos hacia falta ver su caras lindas.—les dijo Jack mientras las abrazaba, Arner también las saludó y el grupo por fin estaba completo.
Nil y Levy se alejaron un momento con Cecilia y Armin, pero después solo Nil y ella se quedaron apartados, cosa que a Alen no le pareció, se le veía en el semblante sombrío.
—¿Estás bien?—le preguntó Nil con preocupación.
—Ayer estaba realmente mal, pero hoy solo quiero olvidarme un rato de eso, si lo pienso demasiado siento que me volveré loca.
—Recuerda que no estás sola, cualquier cosa que necesites pídemela, cuentas conmigo para todo.—le dijo Nil mientras posaba su mano en el hombro.
—Lo sé..muchas gracias.—le respondió Armin con una sonrisa dulce.
Nil y Armin parecían llevarse muy bien, parecían confidentes, además de que reían como si fueran íntimos amigos.
—¿Alen sigue mirándolos?—le preguntó Cecilia sintiendo escalofríos.
—Si, se ve bastante inconforme, no les quita la mirada de encima.—le dijo Levy con las manos en el bolsillo.
Yeral rodeo a Alen con su brazo, pues sentía la tensión en el ambiente, si Alen se enfadaba todo se echaba a perder.
—¿Todo bien amigo? ¿Tanto te molesta la presencia del francés?
—No, me es indiferente, solo que ya me arte de esperar, no entiendo por que nos demoramos tanto.—dijo Alen tirando su cigarro en el suelo para después pisarlo.
Uno de los chaperones que acompañaría a ambos grupos se acercó tímidamente a Alen para pedirle de favor que no fumara.
—Usted es un deportista prometedor, una de las estrellas de Mirland, por favor cuide su salud joven Bradford.—le dijo el cuidador encorvándose ante su presencia.
—Quítate de mi camino.—Alen lo hizo aun lado y el hombre se quedo con la palabra en al boca.
—No se preocupe, nosotros evitaremos que fume demasiado.—le dijo Yeral apenado.
—Lo dejo en sus manos, no me gustaría que este viaje estuviera lleno de excesos.—especialmente él que es el orgullo del internado.—se dijo en sus adentros mientras se acomodaba la corbata.
Irene y sus amigas cuchicheaban a espaldas de Cecilia y Armin, Nayeon estaba que se moría de rabia, las tripas se le retorcían.
—Mírenlos…¿por que demonios se ven tan íntimos? Deben estar saliendo, maldita sea y si no es así, seguro le pedirá que salgan en este viaje, ojalá el avi´pn se caiga y solo ella se muera o se la traen los tiburones.
—No digas estupideces ¿quieres matarnos a todos? Debes dejar de pensar de esa manera ¿que no ves que puede hacerse realidad?—le dijo Erika en forma de regaño pues era muy supersticiosa.
—Ya cierren la boca o les arranco al lengua.—les dijo Irene de manera amenazante, no entendía la forma de ser de Alen y se preguntó —¿Será que esta celoso? No…imposible, él no conoce ese sentimiento, es experto en que otros lo sintamos a flor de piel por su culpa.
—¡Muy bien jovenes! Es hora de partir, dejen sus pasaportes a cargo de la señorita Nicole, pueden ir subiendo al avión, es de lujo, hay de todo menso alcohol.
—Que aburrido.—dijeron los de Midnigth y uno de ellos le puso dinero en el bolsillo del encargado.
—Si se hace de la vista gorda en una que otra cosita, le daré el triple de regreso.
—¿Que? Ay, es mucho dinero jejej, digo, señores, dejen de jugar.
—No es broma.
—Pobre asalariado, eso es una limosna para nosotros jajaja.—dijo uno de sus amigos.
—¡Escuchen bien! Pueden sentarse donde gusten, el propósito es que ambas escuelas convivan en armonía, eviten las contiendas por favor o serán sancionados.
—Si, como sea.
Armin tenia miedo de encontrarse con Galen así que entró primero junto con Cecilia y escoger sus asientos y después Alen alcanzó a Nil el cual iba a sentarse con Levy.