Aquellas palabras dejaron muy pensativo a Alen ¿Que estará pasando con Armin? ¿Por que Nil parece tan cercano a ella? La idea de que fueran tan íntimos le desagradaba, odiaba verlos así, era tan posesivo que estaba dispuesto a todo con tal de no verla con nadie más, sobre todo con él.
Sus colmillos estaban listos para morderle el cuello a cualquier animal que se atreviera a olfatear a su presa, Armin era solamente suya, solo él podía poseerla el tiempo que quisiera.
Todos habían abordado el avión, estaba apunto de despegar, los chicos estaban sentados en parejas, era muy amplio y lujoso, tenían mayordomos, azafatas con uniformes de servicio para distinguirlos.
Armin se había sentado con Cecilia, Nil con Levy, Yeral con Arner, Jack con Ezra y Alen junto a Irene.
—¿Por que se sentaron juntos? ¿Siempre es así? Es un mentiroso, deben estar saliendo, no importa lo que digan los demás, si son oficiales o no, él no desmiente los rumores, debe estar cómodo con eso y ella parece un pavo real.—se dijo Armin en sus adentros mientras trataba de mirar disimuladamente.
—Si te hace sentir mejor, ella quitó a Yeral y lo mandó con Arner.—le dijo Cecilia mientras le tomaba la mano.
—No me hace sentir mejor, él no hace nada por alejarla, debo aceptar que me mintió, ellos son inseparables, Irene tenía razón en algo, Alen siempre regresa a ella.
Cecilia no supo que responder, era verdad, ninguno de ellos entendía la relación enfermiza entre él he Irene, ¿una obsesión mutua? ¿Costumbre? Nada en ellos tenía sentido.
El avión por fin despegó, los chicos iban rumbo al caribe emocionados de lo que esas vacaciones pudieran traerles.
—Los chaperones están muy distraídos con toda la logística, creo que podemos pararnos sin que nos llamen la atención.—dijeron los estudiantes de Midnigth, los chicos decían esto por que los cuidadores estaban reunidos en la parte tracera del avión.
—Bueno, entonces deberían avisarme si alguien se acerca.—les dijo Alphonse mientras se ponía de pie.
—¿A donde vas?—le preguntó uno de sus amigos curioso.
—Voy hablar con una amiga mía.—le dijo guiñándole el ojo asomando una sonrisa.
—Pero Alphonse…
El chico francés se dirigió emocionado hacia donde estaba Armin, ella tenía literalmente el rostro sumergido en una almohada cuando la voz de aquel príncipe la hizo voltear.
—¿Cares que puedo sentarme un rato con ella?—le preguntó Alphonse a Cecilia con una sonrisa agradable y ella se sonrojó.
—Eh, si claro, iré al baño de todas formas.
—Gracias.
—Alphonse…—Armin lo miró sorprendida, como si hubiera visto un fantasma, tenía miedo de que al ser miembro de una escuela rival le buscaran pleito.
—Tu amiga es muy amable, me dejó sentarme contigo por un rato ¿como estás?
—Estoy bien.—le dijo ella con sus ojos grandes y expresivos.
—Te traje un regalo.
—¿A mí?
—Jajaja, si, dame tu mano.
—Eh…bueno…—Armin extendió su mano con timidez, a Alphonse le gustaba mucho la inocencia que Armin reflejaba, sabía que era inexperta en muchas cosas, además de que era un chica a la que debía tratar con delicadeza.
Cecilia había ido al baño, pero se detubo por las fuertes vibraciones que la abrumaron, eran dos miradas asesinas que aturdían todo el ambiente.
—Cielos…¿que es todo esto? Hasta la piel se me erizó.—Cecilia notó que se trataba de Nil y los chicos de su grupo, estaban fulminado al chico francés con al mirada.—ay no..espero que Alen no miré esto o si no las cosas se pondrán feas…
Los cuchicheos y las risas llamaron la atención de Alen, quien al ver que Alphonse estaba sentado junto a Armin abrió los ojos de golpe y enfureció.
—¿Que pasa?—le preguntó Irene al ver que Alen estaba mirando fijamente hacia atrás.
—Vete a sentar con alguna de tus amigas.—le dijo sin reparo.
—¿Qué? ¿Por que? Estoy bien aquí.
—Yo no, quiero estar con mis amigos, me hostigas, vete.
—Pero…
Irene se puso de pie desconcertada y cuando pasó cerca del asiento de Armin la fulminó con la mirada y quitó a Nayeon paras entres en su lugar que era al lado de Eira.
—Fuera de aquí.
—¿Que pasa? No estabas con Alen?—le preguntó Erika extrañada.
—No preguntes y aléjate de la ventana, ese es mi lugar.
—¿Pero donde me voy a sentar yo?—le preguntó Nayeon asomando un puchero.
—Ese no es mi problema, vete con alguien de Midnigth.
—¿Que?
Irene dejó que Nayeon se sentara sola, no quería viajar al Aldo d aun choco de Midnigth, así que se dejó caer en el asiento y se colocó un antifaz para dormirse todo el rato.
—¿Ya viste? La zorra de Armin esta junto a Alphonse, esa perra no deja nada para los demás, que injusto.—le dijo Erika rabiosa.
—¡Ya cállate!
—Ay…esta bien, no grites, estoy justo al lado.
Alen estaba que se lo llevaba el diablo.
—Jajaja ¿de verdad te dan miedo los sapos? —le preguntó Alphonse con las mejillas rojas de tanto reír.
—Si, en el internado de monjas llegaron a bromear con eso, no se como le hicieron, pero llenaron un bote de esas cosas y las vaciaron en mi cama mientras dormía, fue asqueroso y aterrador.—le dijo Armin con escalofríos.
—Lo lamento, me reí sin tener idea de lo desagradable que había sido para ti.
—No te preocupes, eres muy amable en venir hablar conmigo.
—No es solo por ser amable, me gustas.
—¿Qué?—Armin se quedo impactada y Alphonse se puso de píe dejándola con esa expresión de sorpresa.
—Traeré de vuelta a tu amiga, ya tendremos toda la semana para estar juntos.
—De pronto, Armin recibió un mensaje de texto, se trataba de Alen ella se quedó petrificada cuando lo leyó.
—Ven a sentarte conmigo, ya.
Cecilia se acercó a Armin al mismo tiempo que Yeral.
—¿Que haces aquí?—le preguntó Cecilia confundida.