No estaba lista para hablar con él, estaba tan enojada y decepcionada que podría insultarlo, ese mensaje lleno de autoridad me hizo brincar de mi asiento, Alen Bradford era un experto en llevarme al límite, mis emociones siempre se sobre estimulaban cuando estaba cerca, ya tenía suficiente con que invadiera mi mente y se hubiera robado mi corazón, sin embargo, era débil a sus encantos, por eso decidí armarme de valor he hice lo que creí correcto.
—Ven a sentarte conmigo, ya.—este fue el mensaje que me había mandado, me miraba como el águila mira a su presa desde las alturas, esperaba el momento de clavarme las garras.
Pero ya no quería jugar más ese juego de tres, Irene o yo, esa era la condición que le ponía para estar cerca de mí.
—No.—le respondí causándole un infarto.
Alen no sabía si había leído bien o si yo había enloquecido, nadie le dice que no jamás, él siempre esta al mando, pero con mis manos y pies temblorosos, le di su primer no.
—Ohh, Yeral, es una pena que te hayas parado en balde, dile a Alen que tengo sueño y no quiero sentarme con nadie que no sea Cecilia.
—¿Qué? ¿No irás?—Preguntaron Yeral y Cecilia al mismo tiempo.
—No, es más, ya me voy a dormir, adiós.
—Pero…—Cecilia y Perla se miraron fijamente y él se fue por donde vino, mientras Cecilia se sentaba a su lado.
—Oye Armin ¿Estás segura de que no quieres ir con él?—me preguntó Cecilia desconcertada.
—¿Realmente crees que quiere sobarme la espalda? No estoy lista para verlo a los ojos mientras me miente.
—Solo digo que debes hablar con Alen uno de estos días, él no es de los que insisten, no te rogará.
—Ya lo sé…
Me recargué en mi cojín conteniendo mis gana de despegarme del asiento y correr hacia él, me aferré a él con todas mis fuerzas, no quería darle el mensaje equivocado a Alen, no quería ser una más del montón.
Alen apretó el celular con fuerza, esta irritado ¿como era posible que esa chica le hubiese dicho que no? ¿Acaso esta bien de la cabeza? La explicación de peral lo dejó aun más molesto.
—¿Quieres que vaya a insistir? Si se veía cansada, no creo que lo haya hecho para molestarte.
—No, perdió su oportunidad.—le respondió él con seriedad y le respondió mientras respiraba como un búfalo pinto de embestir a su enemigo.
—¿Acaso quieres que vaya por ti?
Armin revisó su celular y al ver que era él, entró en pánico (mensajes del chat)
—Ve por tu novia Irene, la pobre se fue furiosa porque la regresaste a su lugar, no quiero que me moleste por tu culpa, además me parece extraño que apenas te dignes a escribirle a la chica que supuestamente te gusta, pasaron varios días sin saber de ti, pero no te preocupes, se que estuviste muy ocupado con ella llevándola a restaurantes lujosos.
—Eres muy valiente por mensaje, veamos si me dices lo mismo cuando me tengas enfrente, algún día baremos de este avión.
Este fue el ultimo mensaje que Alen le mandó a Armin antes de aventarlo lejos de su presencia y ella se quedó perpleja.
—¿Que quiere decir?—le pregunté a Cecilia quién leía todo incrédula.
—No puedo creer que lo trates de esa forma, debe estar retorciendo en su orgullo, creo que eres la primera chica que le hace algo así.
—¿Crees que me confronte?—realmente estaba preocupada por esa platica, sabía que no podía huir de él.
—Conociendo a Alen, seguro lo hará, se lee molesto.
—Dios…
Nil y Levy habían escuchado que Yeral había ido a cambiar lugares con Cecilia para que Armin y Alen se pudieran sentar juntos, pero lo vieron regresarse demasiado rápido.
—¿Que habrá pasado? No puedo creer que Armin no haya aceptado.—exclamó Levy sorprendido.
—Que alivio…—susurró Nil aliviado.
—¿Dijiste algo?
—Él no es su dueño, debe entender que el mundo no esta para complacerlo.—respondió Nil con seriedad.
—¿Será que el francés lleva la delantera?
—¿Qué?
—Solo digo que tu serías un mejor partido para ella, si te animaras y fueras más sincero, podrías ganarles.—le dijo Levy cn una sonrisa.
—¿A que te refieres?—le preguntó Nil frunciendo el ceño.
—Nada, nada…sigue leyendo tu libro.
Alphonse que se encontraba unos asientos hacia atrás sonrió al ver que Armin y Alen no estaban juntos, pensaba que tenía una oportunidad para conquistar a Armin de una vez por todas.
—No me daré por vencido, vas a ser mía mademoiselle.
El avión por fin había aterrizado, la aventura los espera detrás de aquellas puertas.
—¡Por favor permanezcan en sus asientos! ¡Estamos apunto de aterrizar!—exclamó el encargado del grupo y todos gritaron llenos de emoción.