Por fin habíamos aterrizado, aparentemente el vuelo había sido perfecto, no hubo turbulencias, tampoco improvistos, sin embargo me dolía el pecho, estaba llena de ansiedad he incertidumbre, honestamente estaba arrepentida de no haber acudido al aullido del lobo, pero quería dejar en claro mi postura, yo no era como Irene, él tenía que tomarme más enserio, ya no estábamos en la época donde existía el concubinato, yo no quería compartirlo con nadie, prefería morirme de celos en mi lugar sabiendo que yo lo dejé ir, a tenerlo conmigo cada vez que él se aburriera de ella.
—¡Por fin en la playa!—exclamó Cecilia mientras sostenía mi mano, comenzamos a bajar en orden, unas camionetas del instituto estaban listas para llevarnos al hotel.
Hasta el aire era distinto ahí, el sol abrazador junto a la brisa nos daban la bienvenida a su paraíso, traté de estar lo más lejos posible de él, pero mi corazón me maldecía por hacerlo, estaba triste por no poder contemplarlo como de costumbre.
Alen me miraba como si me estudiara, ya no disimulaba sus miradas, todos a su alrededor se daban cuenta de como me clavaba los ojos, estaba furioso, pero su orgullo no le permitía acercarse ¿él también estaba sufriendo lo mismo que yo? ¿También se lo estará comiendo la ansiedad?
Nos fuimos separados, tenía la esperanza de que me siguiera ¿que mujer no quiere ser perseguida? Quisiera verlo desesperado por mi amor, volverse loco por un beso mío, quiero que se desvele por mi ausencia y que sea impaciente cuando se trate de verme, quiero ser egoísta y ser su razón para vivir, quiero que me amé más que al boxeo, más que a los placeres que disfruta, más que así mismo…
Me tortura pensar que solo soy una más de sus juguetes y que solo esta encaprichado conmigo por que no puede tenerme, me gusta pensar que me quiere, que siente celos y que s preocupa por mí, pero solo es mi locura haciendo estragos en mi corazón y mi mente, la razón se burla de mi ingenuidad y los hechos no pueden ser más claros, él solo se ama a sí mismo.
Habíamos llegado al hotel, era precioso, tan grande que cualquiera podía perderse en el, todo era lujoso, hasta el aire era costoso, designaron habitaciones para el mismo sexo, mujeres en una habitación compartida y los chicos igual, estaba feliz de quedar con Cecilia, pero para nuestra mala suerte, irene y sus amigas se quedaron en la habitación de alado.
—No puedo creer que les hayan dejado la mejor habitación a esas tres ¿no se supone que era en parejas? El delegado debe haber recibido tratos especiales, si sabes a lo que me refiero.—exclamó Cecilia molesta.
—Quizá no quiso separarlas, tengo entendido que no quieren mezclarse con las chicas de Midnight, ¿la rivalidad es tan Severa? —le pregunté a Cecilia tratando de no tocar el tema de lo que había sucedido en el avión.
—Quizá para ti sea una estupidez, pero la rivalidad entre ambos internados es cosa seria, hasta ahora nos hemos mantenido a raya, pero los roses no se harán esperar.
—Espero que al menos podamos tener días tranquilos aquí, quiero despejar mi mente, me esperan días difíciles de regreso.—le dijo con gran pesar.
—Lo sé…oye Armin… ¿De verdad piensas no hablar con Alen? Somos amigos, siempre estamos juntos, será raro que ustedes dos estén distanciados, se perfectamente la razón y la respeto, pero no sé si es lo que realmente quieres.
—Lo quiero a él…pero el tonto no se decide.—le dije con los ojos llenos de lagrimas.
—Estoy segura de que este viaje cambiará muchas cosas, aquí se definirá todo, si realmente no le interesas, le prestará toda su atención a esa bruja, pero si sigue mirándote como si fueras el único paisaje, entonces si le gustas, solo esta molesto por que lo ignoraste.
—Lo vi besándose con Irene.
—Pero él no la besó ¿o sí?
—Parece que lo estas defendiendo, pero él no se quitó, no la rechazó, además…ella me dijo que lo llevaría a su casa ¿a que más iría un chico a la casa de una chica? Ellos ya tienen relaciones, seguro lo siguen haciendo.
—Alen es un dolor de cabeza…tienes razón, lo siento.
—No es tu culpa, descansemos un poco, siento que me va a doler la cabeza.
—Si, me meteré a bañar, descansa.
Armin, debo parecer una idiota aconsejándote así, decir que no te rindas con él, es igual que empujarte al precipicio, pero se que no pedes vivir sin él y que no le eres indiferente, él mandó de regresó a Irene solo para que tu te sentaras, quesera lo que Dios quiera, espero que no sufras por su culpa, ya no necesitas más golpes.
—¿Esas dos están del otro lado? Como quisiera llamar a recepción para que las cambiaran de lugar, solo dame la orden y haré que las muevan, no tolero el hedor a mosca muerta que despiden esas dos.—exclamó Erika con fastidio.
—Es verdad, yo tampoco las quiero cerca, las detesto.—añadió Nayeon mientras se cepillaba el cabello.
—No, puede ser beneficioso que estén ahí, tengo pensado cortarle cualquier esperanza a esa maldita respecto a Alen, esta es la oportunidad para demostrarle quien manda y a quién pertenece ese hombre.
—¿Estas segura? Pero…te mandó de regreso a tu asiento, todos lo notaron, escuché que le ordenó a Yeral que la trajera con él.—le dijo Nayeon con titubeos.
—Nayeon idiota…—le dijo Erika dandole un codazo y ambas tragaron saliva mirando a Irene con temor.
—¡Eso fue por que yo decidí moverme! ¡no quiero hostigarlo! Escuchaste mal estúpida…no vuelvas a decir tonterías o me las vas a pagar.—externó Irene apretando los puños, ash, son unas insolentes, me voy a bañar ¡no quiero que me molesteeeeeen!
Los gritos de Irene traspasaron las paredes y Cecilia y Armin lograron escucharla y se quedaron perplejas.
—¿Escuhaste? ¿Que estará pasando con esas tres?—preguntó Cecilia con el ceño fruncido.
Yo no pude conciliar el sueño, mi corazón alta lleno de frustración, ¿era normal sufrir tanto por el chico que te gusta? ¿El amor debía tener tantas dificultades? De ser así…enamorarse parece más una condena que una bendición.