I
Aunque te fuiste, quedaste en mi piel,
como el aroma dulce del atardecer.
La distancia no borra lo que fue fiel,
ni apaga el fuego que sabe arder.
II
Tus cartas viejas aún saben hablar,
con voces suaves que el viento trajo.
En cada línea te vuelvo a encontrar,
como si el tiempo fuera un atajo.
III
Cierro los ojos, te escucho reír,
esa risa tuya que calma y envuelve.
Aunque ya no estés, puedo sentir
tu alma en cada sueño que vuelve.
IV
Fuiste mi norte, mi sol, mi canción,
pero el mundo quiso separarnos.
Y aún con distancia y resignación,
jamás dejaré de pensarnos.