I
No eran tus gestos los que enamoran,
ni tu sonrisa siempre encendida.
Era el alma que en ti mora,
esa luz que da vida a la vida.
II
Carismático, noble y sincero,
con palabras llenas de verdad.
A tu lado, todo era ligero,
todo tenía más claridad.
III
No necesitabas prometer,
ni fingir lo que no eras.
Tu forma de ser, sin querer,
llenaba mis horas enteras.
IV
A veces el amor no se queda,
pero el alma no olvida jamás.
Tu esencia en mí se queda,
como perfume que no se va.