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Tus ojos de un dulce y cálido café,
eran refugio en cada madrugada,
mirarlos era olvidarme del porqué
de cada herida que la vida daba.
II
Fuiste verdad, sin juegos ni disfraz,
con tu silencio calmaste mis guerras,
tu comprensión me dio un nuevo compás,
eras mi paz en medio de mil tierras.
III
Hoy solo queda un eco en el ayer,
tu voz se va, tu imagen ya se aleja,
pero en mi alma sigue sin ceder
esa ternura que nunca se queja.
IV
A veces pienso que aún estás aquí,
en cada sueño donde no me miento,
con esos labios que vivieron en mí
dejando amor, dulzura y sentimiento.