I
Te fuiste, y el tiempo no preguntó,
sólo corrió llevándote en su brisa,
dejando atrás lo que el alma sintió,
sin darme paz, sin darte una sonrisa.
II
Tu serenidad, tan firme y tan fiel,
era mi faro en días de tormenta,
y tu mirar, profundo y de papel,
aún vive en mí, aunque el alma lo mienta.
III
Amarte fue un rincón de claridad,
una verdad que nunca fue imperfecta,
pero el destino, cruel necesidad,
nos separó sin dar ninguna recta.
IV
Hoy te recuerdo con melancolía,
con esos labios que a veces suspiro,
y aunque el amor ya no sea alegría,
fuiste mi todo… y aún por ti deliro.