Sobreviviendo a la tentación [2.3]

Capítulo 9| La técnica Miyagi

A N K E R💀🔮💀

A N K E R
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Me siento en las escaleras de la entrada del liceo, esperando a que mi madre llegara, se atrasó porque mi hermana no tuvo un buen día en el kinder y se desviaron para ir por galletas e ingredientes para preparar tortitas. Mi hermana es muy unida a mi padre, pero cuando no tiene un buen día siempre termina recurriendo a mamá, ellas preparan tortitas mientras hablan para distraer a mi hermana de eso que la pone triste. Hoy era uno de esos días, porque nuevamente esta semana la mascota de la clase —un conejo negro— no iba a nuestra casa para que ella pueda cuidarlo hasta la otra semana. Nina adora los animales, tenemos un perro porque ella le insistió hasta el cansancio a nuestros padres y desde que ellos la dejaron tener al animal se encargó de cuidarlo o de lo contrario se lo devolverán al abuelo. Entiendo que no se sienta bien por no tener al estúpido Sr. Vainilla en nuestra casa, pero hace más de una hora y media que estoy esperándolas. Me dio tiempo de hacer mi tarea de matemáticas en la biblioteca y mi madre aún no aparecía, hace quince minutos me dijo que estaba en camino.

—Anker —murmuró una voz suave a mi espalda, los vellos de mi nuca se erizaron y todo mi cuerpo se tensó, no hacía falta que me girara para reconocer a la persona que estaba detrás de mí. —¿Qué haces aquí? —no me moví, pero pude ver de reojo como Bunnie se sentaba en las escaleras junto a mí, sin decir nada más apretando sus rodillas contra su pecho ella guardó silencio esperando a que le hablara.

—Espero a mi madre, parte del castigo que me impusieron por lo de Azul es que ella me trae y me lleva a casa. Se atrasó porque Nina no tiene un buen día pararon en la tienda —comentó en un tono bajo, aún me costaba hablar con la normalidad y complicidad que teníamos antes de todo lo que nos pasó.

—Oh, ¿aún no le han dejado traer a casa al Sr. Vainilla? —preguntó ella con cautela, gire mi rostro a verla y Bunnie estaba mirando algo en el aparcamiento y le agradecía que no tuviera los ojos puestos en mí.

—No, ayer estuvo preparando todo para la llegada del conejo —agregó soltando un suspiro cansado, sé que en cuanto mi padre llegue Nina volverá a llorar porque el estúpido conejo no está en la casa. —¿Tuviste entrenamiento de animadoras? —pregunto queriendo romper el hielo que había entre ambos, Bunnie dejó de abrazar sus rodillas para apoyar sus palmas en el suelo.

—Si y siento que todo mi cuerpo está matándome —comenta con humor la descendiente de la luna elevando su rostro hacia el cielo que se encontraba despejado de nubes, ni una sola se llegaba a divisar. —Lo siento Anker —masculló ella clavando su mirada oscura en mi perfil, no me moví, ni tampoco pude decir nada.

»Lamento mucho todo lo que pasó entre ambos, fui egoísta al pensar que podría enamorarme de ti sabiendo que en el fondo no podía verte con otros ojos. Sé que las cosas entre ambos jamás volverán a ser como antes, cruzamos una línea de manera prematura y terminamos mal. Únicamente deseo que volvamos a ser amigos, que puedas verme como tu amiga y no como una hidra de diez cabezas. Sé que esto llevará tiempo y estoy dispuesta a darte todo el espacio que necesites. Piénsalo, extraño a mi mejor amigo —murmuró volviendo a levantarse, frenando en la calle veo el auto de Tadeus que me saluda con la mano mientras su novia sube al coche. Me veo respondiendo al saludo por cortesía con una sonrisa fingida en el rostro, era un excelente mentiroso cuando de enmascarar mis emociones se trataba, podía ocultar lo que me pasaba de todos menos de Bunnie. Con ella no existía máscara, excusas o mentiras que puedan ocultar mis sentimientos, soy como un libro abierto al cual ella podía ojear sin siquiera pedir permiso.

El rechinido de unas llantas me hizo ponerme en pie cuando una camioneta 4x4 negra frenó delante del liceo con una mujer a la que llamó madre cantando a todo pulmón Crazy in love de Sofia Karlberg. Nina la acompañaba en los asientos traseros moviendo su estúpido peluche de un lado a otro como si fuera un mechero en un concierto. Cabizbajo camino hacia el auto metiéndome dentro cerrando con un portazo demasiado innecesario cuando mi madre dejó de cantar.

—Got me lookin' so crazy right now — escuché a mi hermana entonar que aún no se había dado cuenta de que nuestra progenitora dejó de cantar por centrar su atención en mí.

No la mire porque no tenía ganas de hablar, tampoco quería arruinar la felicidad de Nina y se recuerde que el estúpido Sr. Vainilla no vino a pasar la semana en casa con nosotros. Mamá arrancó en cuanto me puse el cinturón, la canción que estaban cantando finalizó y ambas vitorearon como si estuvieran en un concierto. El coche frena delante de un semáforo y mamá toma su celular para teclear algo rápidamente en la pantalla, el silencio es interrumpido por las suaves primeras notas de una guitarra. Casi de manera inconsciente mis labios se curvan en una sonrisa que reprimo, mi madre mira por el retrovisor a Nina que chilla contenta al reconocer la canción. Ambas se ponen a cantarla poniendo en marcha el vehículo, las miro de reojo mientras ellas me animan a que cante la canción y a medida que esta llega a la parte más movida me giro a verlas. Rodando los ojos finalmente me uno a su cántico.

—You made me hate this city —gritamos todos a coro siguiendo la canción a todo pulmón hasta que esta acaba y el auto se llena de risas.

—WOOOOW, LOS BLACK EN CONCIERTO —grita mi madre aparcando el coche en nuestra mansión, Nina aplaude desde los asientos traseros riendo mostrando el diente que le faltaba y al ver a mi madre no pude evitar sentirme bien.




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