Sobreviviendo a la tentación [2.3]

Capítulo 26| Olor a vodka

A N K E R💀🔮💀

A N K E R
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Nina manejaba a su antojo a todos en la casa, incluido a mi padre que cosa que pidiera mi hermana él estaba complaciendo, cosa que enojó un poco a mi madre porque no quiere que su hija salga como una princesa caprichosa. Me gustaría hacerle caso a mi madre, pero con solo una mirada de mi hermana ya me tenía haciendo lo que quisiera y si de verdad eso no funcionaba sus gritos lo hacían.

—No más chocolates, tampoco helado y mucho menos dulces. Sabes muy bien lo que pienso sobre que comas tanta comida chatarra Nina, luego te duele el estómago y la única que se queda, cuidándote soy yo —afirma mi madre quitándole todas las cosas que ella había pedido y que junto a mi padre, Kevin, Colín y yo le proporcionamos.

—Pero mami...

—Pero nada Nina, vamos a darte un baño que estas toda sucia de chocolate y helado —zanjó mi madre sin ánimos de que mi hermana le dijera más nada, con solo una mirada hizo que mi hermana guardara silencio y la siguió sin quejarse.

—Es una lástima que no la dejen comer hasta que se harte —comentó Red tomando el chocolate que mi hermana había abierto para comer, pero que no pudo darle ni un bocado porque mi madre la interrumpió. Y la pelirroja no dejó desperdiciar porque lo mordió con ganas, cerrando los ojos se hundió en el sillón como si acabara de probar el mejor manjar de su vida. —Debería ser legal casarse con semejante manjar —manifiesta la pelirroja mordiendo de nuevo el chocolate.

—Lo es —responde Blake con una sonrisa —Pero vas a tener que esperar a que el manjar cumpla dieciocho —bromea el pelinegro señalando su cuerpo, chiste que hizo reír a la pelirroja más no a los hermanos Wisdom.

—Descuida Romeo, tengo uno mucho mejor al alcance de la mano y no pienso dejarlo ir. ¿No es así calamidad mía? —sentándose sobre sus talones, Red acercó su rostro al de su novio que se sonrojó ante las últimas palabras de la pelirroja, pero terminó por darle un ligero pico.

—Son muy lindos de una manera perturbadora, pero tierna —me susurro Azul al oído, cosa que no pasó desapercibida por mi tía Melione que le dio un codazo a Becca quien se le cayó un poco del helado que mi hermana dejó y ella estaba comiendo.

—Esta noche la capitana del equipo de vóley dará una fiesta, ¿les gustaría unirse? —interroga Mel con una enorme sonrisa en los labios, sus ojos se pasearon por todos los presentes y se detuvieron unos segundos de más en Azul y la agudeza de su mirada solo me hizo sospechar de sus intenciones.

—No sé si tenga ánimos de otra fiesta, ¿sabes como me quedaron los pies por usar tacones tan altos? —se queja la estrella señalando sus pies calzados con unos zapatos bajos. Pero mi tía encontró una rápida solución al problema, para la desgracia de la rubia.

—Puedes estar sentada en uno de los sillones y utilizar zapatos bajos, es una fiesta informal, puedes ir como quieras. ¿Qué opinan los demás?

—Está bien —aseguran con unas sonrisas, nadie iba a ponerse de nuestro lado y viendo que Azul resignada acepto hice lo mismo.

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Me prepare aunque no quisiera mucho ir a esa fiesta, me despeine un poco mi cabello rebelde, me puse una remera blanca por encima de esta camisa a cuadros verde, negro y azul marino, un jean negro con una cadena colgando de mi cadera y zapatos del mismo color. Despidiéndome de mi madre que esta noche no tenía guardia, me fui en mi moto hasta la dirección que me proporcionó Melione en un mensaje. La casa queda en un barrio familiar y tranquilo, por lo que manejo tranquilo por las calles, queda lejos de mi hogar, pero como no tengo muchas ganas de estar allí no me importa llegar tarde. Media hora de viaje y detuve la moto frente a una pintoresca casa familiar de dos plantas, con una fachada victoriana de color celeste y ventanas que mostraban el cambio de colores en las luces del interior. Se veían a varios adolescentes fuera charlando, fumando o tomando bebidas en vasos azules, intentando esconder el hecho de que lo que estaban tomando no era refresco. Aparcando mi motocicleta junto a otras que había en la acera, me quite el casco, algunas de las chicas que había fuera se giraron a verme y sonrieron antes de girarse de nuevo.

Asegurando el casco a la moto guardo mis llaves en el bolsillo de mi vaquero y caminó por la entrada de la casa que era un asco, la cantidad de vasos y comida que había tirado serán un dolor de cabeza para la dueña de la casa mañana. Pasando delante de algunos grupos de personas finalmente ingresó en la casa que tiene la puerta abierta, está abarrotada de gente y no cabe un alfiler más. Me abro paso entre empujones, mi altura me permite abrirme paso entre las personas, pero no es un escudo para aquellos que pierden el equilibrio y casi terminan tirándose encima de mí.

Pasando ese mar de personas salí al patio trasero donde había menos chicos, entre los pequeños grupos encontré el mío hablando y bebiendo. Me acerqué a ellos con cautela, la primera en notarme fue Azul que se puso de pie saludándome con la mano. Traía puesto un vestido de tirantes rojo con un cinturón negro marcando su cintura y bucaneras del mismo color que le llegaban por encima de las rodillas, su cabello estaba lacio y el maquillaje realza su belleza. Los demás se giraron a verme y me saludan nada más me tienen enfrente.

—Al fin llegas —comenta Calí que parecía estar algo enfadada, sin siquiera saludarme se puso de pie caminando hacia dentro de la casa.

—Ignórala, tuvo una pelea con su madre antes de venir —habla Lila caminando tomada de la mano de Kevin y los demás le siguieron dejándome solo con Azul.




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