Sobreviviendo a la tentación [2.3]

Capítulo 30| Si madre

A V R I L⛓🌼⛓

A V R I L
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Mis manos se movían ágiles, trenzado el sedoso cabello de una pequeña niña que no dejaba de moverse queriendo enseñarme sus muñecas. Sus hermanos y hermanas corrían a mi alrededor buscando llamar mi atención. No entiendo como las cuidadoras de estos engendros no se vuelven locas al estar con siete niños tan pequeños en un cuarto diminuto.

—Avril, Ezio me robó mi muñeca —me informa una de las niñas más pequeñas que estaba cuidando.

—Ezio devuélvele la muñeca a tu hermana o te la tendré que sacar. Tú eliges —amenazó.

—¿Por qué nos cuidas tú y no Lita? —pregunta otra de las niñas.

—Porque a nuestra madre no le agrada que se queden solos y Lita está en la enfermería cuidando de sus hermanos mayores —respondo. Atando con una goma de pelo el final de la trenza.

—Feme dice que eres mala con todos y que por culpa de tu espada mandaste a enfermería a tres de nuestros hermanos —habla Asteria. Apartando un mechón de su cerquillo de sus ojos, apretó su muñeca contra su pecho, tenía miedo de que me enfureciera con ella.

—A Feme, al igual que su verdadera madre, le encanta esparcir rumores y ustedes deberían no repetir todo lo que escuchan. Tres de sus hermanos tocaron una espada que no debían tocar y enfermaron, por ello, los ayude a no morir. Ya no hablaré más del tema, ustedes son muy pequeños para entenderlo.

—Entonces... si lo que Feme dijo de esos niños es mentira. ¿También es mentira el que acabaste con una hija de Ares en el campamento media sangre? —con una vocecita suave me increpó Asteria. En sus inocentes ojos esmeralda esperaba que le dijera que eso no había pasado y por un segundo quise mentirle.

—No. Eso no es mentira —respondo. Metiendo mi mano en el cuello de mi camiseta saqué el collar de mi primera víctima de sangre divina, ahora me quemaba en las manos al ver la reacción de los niños. Estaban asombrados y aterrados de mí.

—¡Niños es hora de la merienda! —grita Juno desde el pasillo.

—Pueden irse con Juno —les digo a los niños que me obedecen. Salvo por Asteria. Ella permanecía de pie mirándome.

—¿Por qué lo hiciste?

—Porque ella me hizo enojar y cuando me enojo suceden cosas malas. Ve con los demás —murmuró en voz baja.

La infante se fue corriendo. En el silencio de la soledad, me centré en los recuerdos del pasado y en las cosas que me dijeron como últimas palabras. No pude sentir nada, ni una pizca de remordimiento.

—Te dije que no te acercaras a los niños. Los asustas Avril, no van a querer relacionarse contigo porque te temen. Sé que no lo entiendes, pero mantente alejada de ellos, Asteria está mejor sin que te involucres en su crianza.

—Madre no intentaba involucrarme con ellos. Solo cubría a Lita, está con la niña que lastimaron con mi espada. Y se la debía, no es que me guste estar rodeada de risas y peleas estúpidas —aseguró cansada.

—Ya no tendrás acceso a las guarderías. Enviaré a una ninfa a que se encargue de los niños, mientras tanto tú encárgate del entrenamiento de los demás. Últimamente, hemos tenido más ataques de monstruos marinos de lo habitual, necesito que los prepares para ello.

—Si madre —siseo apretando los puños.

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La estrella estaba siendo custodiada por dos enormes gorilas que vigilaban su entorno en todo momento y parece que son buenos en su trabajo. Cosa que vuelve un poco más difícil mi trabajo pero no imposible. Disfrazada delante de las narices de esos guardias, pasó frente a la estrella y su novio, el príncipe del inframundo.

—Señorita —escucho que me habla el príncipe a mis espaldas. Me tenso de solo pensar que me reconoció de alguna manera. Observó de reojo a los gorilas antes de terminar de girarme con la intriga tiñendo mi rostro.

—¿Si? —preguntó con un tono agudo y dulce.

—Se te cayó esto del bolso —aclara el joven. Me estaba tendiendo un trozo de papel doblado, no parecía que me hubiera reconocido por lo que sin desconfiar tomó lo que me estaba dando y lo guardó en el bolsillo de mi falda.

—Gracias, debí cerrar mal mi bolso —me excuso con una risita tonta. Es tan fácil fingir ser alguien más cuando estás en otra piel que no es la tuya.

Alejándome a pasos apresurados de aquellos dos me pierdo antes de detenerme escondida detrás de un edificio. Con el corazón acelerado me fijo que nadie me está siguiendo. Segura de que estoy sola, meto la mano en mi bolsillo para sacar el papel. Quizá sea una nota de amenazas por parte del príncipe que intentó disimular delante de Azul y seguramente ahora sus gorilas me deben estar buscando ahora.

Desdoblando con cuidado el papel, lo abro con el corazón acelerado y los sentidos muy alertas de lo que está pasando a mi alrededor. Pero estos sentidos son callados al ver un dibujo de lo que parece ser un infante. Parece que fue hecho con crayones y en la hoja puede verse a una niña y a una mujer con mi característico tono de cabello castaño y puntas rojas. Justo encima están unas nubes y un sol brillante con una sonrisa y en un costado con una letra de un niño que recién comienza a escribir se aprecia un mensaje.

"Mi persona favorita es la general Argent"

No me hizo falta pensar demasiado para saber a quién le pertenece este dibujo. Una rabia me hizo romper en muchos pedazos aquel dibujo. Le dije a la madre que no me acercaría más a los niños, pero Asteria siempre ha sido diferente y va a ser un dolor de cabeza. Ni siquiera diciéndole todas las atrocidades que cometí ella no se alejaría de mí.




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