Sobreviviendo a la tentación [2.3]

Capítulo 31| Hermanas

A Z U L

A Z U L

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Desde hace una semana Melione fue puesta en cuarentena en su propia habitación, cuidada por su madre que decidió estar en su casa mientras su hija estuviera enferma. Hades que se veía un poco más animado por tener a su esposa, pero no lo estaba pasando muy bien por ver a su pequeña en cama. A mi ni siquiera me dejaron acercarme a ver cómo estaba Mel, los reyes dijeron que es una enfermedad contagiosa y que se parece mucho a la varicela humana. Siendo diferenciadas porque los sarpullidos que aparecen son violetas y no rojos, causan el doble de picazón y puede durar hasta catorce días en el cuerpo.

Como los reyes no saben que podría pasarme si contraigo esta enfermedad no me permiten verla. Y ellos están inmunizados porque ya han pasado esta enfermedad antes por lo que están cuidando a Mel y vigilando que no se rasque. Llegue a ver a la princesa con guantes para horno, para evitar que se rascara. La vi cuando fui a llevarle la cena que preparo su madre y Hades me abrió para tomar la bandeja. Estaba sentada en la cama con un pijama de verano y con sarpullidos violetas por todo su cuerpo.

—Pobre Mel, aún recuerdo cuando tuve varicela lunar y me picaba todo el cuerpo. Mi madre me tuvo que poner guantes para que no me rascara las ampollas —habla Anker. Por los reyes estar tan ocupados con cuidar a Mel le pidieron al príncipe que me llevara y trajera del liceo. Me sentía más acompañada con él que viniendo sola con mis guardaespaldas. Ellos no hablan mucho.

—No se que es peor para ella, el no poder rascarse o el estar aislada de sus amigos —contestó afligida. Desde que la aislaron físicamente Mel sólo puede hablar por mensajes y videollamadas cortas. No es que se pueda hablar en privado con tus padres cuidando de que no te rasques.

—Sospecho que es una combinación de ambas. Desde que me caí en la tierra estoy aislada completamente de mis hermanas y a pesar de que hice nuevos amigos, sigo con ganas de hablar con ellas y verlas pronto —digo melancólica.

No quería seguir ahondando en ese tema, se que a Anker le afecta que extrañe tanto a mis hermanas. Fue por su causa que me caí del cielo o es lo que él cree, porque en realidad no tenemos una respuesta a porque aparecí en su patio.

—Algo me dice que ellas también te extrañan Azul, es imposible no extrañar a una estrella tan especial como tu —aseguró el príncipe. Acercándose para acariciar mi mejilla con delicadeza, me gustaba que me tocara la cara con su mano fría y sentir su tacto como una suave brisa del espacio.

—Supongo que ya te vas, ¿no? —pregunto cuando alejo su mano de mi rostro. Me sentía vacía cuando eso pasaba, me estaba volviendo demasiado dependiente de Anker y eso me hacía sentir mal. Siempre e sido una estrella libre, me gusta el silencio del espacio y el hablar con mis hermanas poco, no me gustan sus comentarios maliciosos sobre los mortales. Pero desde que estoy en la tierra, siento que me aferro a todos y no quiero separarme de ellos. En especial del príncipe de los muertos.

—Tengo que, la tarea no se hará sola y mi madre quiere que practique un poco de magia con su grimorio —comenta metiendo las manos en los bolsillos delanteros de su jean. Se veía algo apenado por tener que dejarme, pero algo en su mirada me decía que me estaba ocultando un secreto importante.

—Bueno, hablamos más tarde en la noche, ¿te parece bien? —habíamos desarrollado un hábito de llamadas desde que Mel enfermo. Luego de mi llamada grupal con las chicas, me llamaba Anker para desearme buenas noches y hablar de cómo nos organizamos mañana para ir al liceo. Me gusta dormir escuchando su voz.

—Hablamos en la noche —aseguró dándome un beso corto en los labios.

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Durante la tarde mientras veía una serie en la sala, pude notar que Hades estaba mensajeando mucho con su celular. Aparato el cual no le agrada demasiado usar, pero que ahora parecía que estaba escondiendo algo mientras que escribía. Y tampoco se me escapó el que se estuvieran secreteando con Persefone en las escaleras. Me estaban ocultando algo y lo estaban haciendo terriblemente mal.

—¿Hades está todo bien con Mel? —le preguntó cuando estaba pasando por quinta vez por la sala. Sabía que Melione estaba bien, hablé con ella hace unos segundos y se encontraba mejor, esperaba que pronto le levanten la cuarentena.

—Si, Mel está bien. No sucede nada Azul, vuelve a tu serie —respondió el rey. Ignorando un poco la idea de que me oculta cosas, me giré a seguir viendo mi serie y lograr distraerme.

Ni siquiera pude disfrutar por quince minutos de relajación cuando el timbre de la mansión sonó y me desconcentro ver a Hades casi que correr al recibidor. Habiendo perdido el hilo de la serie y con la curiosidad de vuelta instalada en mi mente fui a ver qué estaba pasando. Muchas voces estaban hablando a la vez, pero no se lograba entender porque susurraban. Haciendo que aumentara aún más mi curiosidad y de brazos cruzados acelere el paso.

Fue cuando vi a muchas personas entrando a la mansión, corrigiendo mis palabras, vi a muchas chicas entrar. Al menos unas siete estaban dando vueltas alrededor de los reyes que hablaban en secreto con ellas. No fue hasta que reconocí a Vía, mi hermana. Y a las demás chicas que hacia mucho que no veía, Cirio, Rigel, Vega, Columba, Ceres, y Astra, mis hermanas mayores.

—¡Por la madre Nyx! ¡Mis hermanas! —exclamé corriendo hacia ellas.

Nos abrazamos con tanta fuerza, era algo lleno de añoranza, amor y mucha alegría. Podía sentir como algo dentro de mi comenzaba a brillar y el efecto pareció ser contagioso hasta para mis hermanas que también brillaron con mayor intensidad a la mía.




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