Jamás imaginé que mi felicidad hiciera sufrir a otros, estaba que no cabía en mí misma de la alegría que sentía al estar sentada junto Alen de regreso a casa, adonde quiera que mirara, todo era color rosa, el aire era diferente, mis pies eran tan ligeros que sentía que estaba flotando, él sostenía mi mano mientras yo trataba de calmar mis temblores ¿Mis manos serán suaves? ¿Me habré puesto demasiado perfume? ¿Estaré demasiado cerca? ¿Acaso le molestará mi respiración agitada? Estás preguntas acosaban mi mente, tenía miedo de que los latidos de mi corazón fueran tan escandalosos que terminaran por aturdirlo.
Las manos de Alen eran más grandes que las mías, subes y varoniles, su perfume me volvía loca, al igual que su hermosura, no podía creer que alguien como yo tuviera la suerte de estar con alguien como él, me sentía muy afortunada por que Bradford me hubiera dado una oportunidad, estaba perdidamente enamorada y él era consciente de eso.
Sin embargo, mi querida Cecilia se notaba apagada, no tenía el valor de hablarle y contarle de mi felicidad, no hace mucho ella me había confesado que había estado enamorada de él desde hace mucho tiempo ¿era una mala amiga por enamorarme del mismo chico que mi mejor amiga? Aun si él no le correspondía…yo si era consciente de su amor, pero no era capaz de renunciar a él y esperaba que ella lo entendiera, a esas alturas, era imposible para mí vivir sin Alen Bradford.
El regreso a casa no fue el mismo al de llegada, no se encontraba Irene, tampoco Alphonse, Cecilia tenía el corazón roto y Nil no pronunció ni una sola palabra, era como si hubiera vuelto a ser el mismo chico de siempre, uno que parecía odiar a todos, un chico incapaz de Mostar sus verdaderas emociones, todos eran conscientes de que había sucedido algo alucinante, Alen Bradford por fin se había hecho de una novia oficial y no era Irene.
—No lo puedo creer…con razón Irene se fue por su cuenta, no sé de que me perdí, creí que Irene y Alen salían.—exclamó Nayeon con pesar y añadió.—ni si quiera lee los mensajes, debe estar deshecha.
—Imagínate que siendo la chica más hermosa y popular del instituto, pierdas ante una monja desabrida como ella ¿como te sentirías? La perra de Armin no tiene nada de gracia ¿que le ve Alen? ¿Como se atreve a cambiar a nuestra Irene por esa mojigata? —declaró Erika incrédula.
—Seguro se enojó con Irene y quiere darle celos, no es la primera vez que la cambia ¿recuerdas a la chica del grupo B? Tuvieron un amorío fugaz, pero regresó en un santiamén a los brazos de Irene, ella siempre terminaba quedándoselo, seguro será igual que todas las veces que él la ha engañado.
—Pero nunca antes había hecho algo parecido, esta es la primera vez que vemos algo así, Alen se le declaró a Armin delante de todos nosotros, hasta hizo un espectáculo de juegos ratifícales y viste las flores que le regaló, eran hermosas…nunca fue así con Irene.—confesó Erika con desanimo.
—Estoy segura de que Irene no se quedará con los brazos cruzados, todos veremos como Alen regresa a su lado, esta no será la excepción, ellos dos tiene una química inexplicable, se atraen y se desean, Alen no podrá resistirse a sus encantos.
—Tienes razón, encostáremos la manera de poner a esa mosca muerta en su lugar.—declaró Erika decidida hacer de la vida de Armin un infierno.
El vuelo de regreso a casa fue tranquilo dentro de lo que cabe, los padres, tutores o choferes de los alumnos ya los estaba esperando para llevarlos a casa y Oliver no era la excepción, al verlo Armin se puso muy pálida y sintió que su alma dejaba su cuerpo, Alen vio el semblante horrorizado de Armin y después dirigió la mirada ha Oliver y lo irá de arriba a bajo con desprecio.
—¡Señorita Armin por aquí!—exclamó él con una sonrisa.
Nil se percató de lo sucedido al igual que Levy y cuando ellos trataron de acercarse a Armin, Alen se interpuso en su camino.
—¿Por que parece que todos tienen las caras largas? ¿Que están ocultándome?—les cuestionó Alen con el ceño fruncido.
—No es de tu incumbencia, hazte aun lado.—le dijo Nil esquivando, pero Alen lo tomó del brazo y lo paró en seco.
—Si se trata de Armin entonces me incumbe, no se te olvide que ahora es mi novia.—le dijo Alen picando su herida.
—No es momento de pelear, no podemos contártelo todo si ella no ha decidido hacerlo, pero manténla alejada de ese tipo, su casa no es un lugar seguro para ella.—le dijo Levy interponiéndose entre ellos.
—¿A que te refieres?
—Pregúntaselo tu mismo, ahora eres su novio.—le respondió Levy y Alen los miró de manera despectiva y se fue hacía donde Armin se encontraba, Oliver se acercaba como de costumbre a Armin, pero Alen se lo impidió y se se puso aun lado de ella y la abrazó de la cintura.
—Señori….
—¿Quién es él? ¿Acaso es uno de tus criados?
—Es mi mayordomo…—respondió ella temblorosa.
—Mi nombre es Oliver ¿Joven?
—Yo no tengo por que decirte mi nombre, puedes irte, yo llevaré a mi novia a su casa, retírate.—le dijo Alen de manera tajante dejando a Oliver asombrado por su arrogancia.
—Lo lamento, pero mi deber es cuidar de la señorita Armin y…
—¿Que no me escuchaste sirviente?—le preguntó Alen mientras lo fulminaba con la mirada.
En otros tiempos Armin lo hubiese defendido a capa y espada, hubiera dicho algo así como: “El no es un simple mayordomo es mi familia” jamás hubiera permitido que alguien le hablara de esa forma, pero dadas las circunstancias, ella lo permitió de buena gana.
—Ya escuchaste Oliver, regresa a casa, yo iré con mi novio.
—Pero…
Armin le dio la espalda y se aferró a Alen como si fuera su salva vidas, Oliver se quedó perplejo, tan lleno de colera que sus ojos casi se le salen del craneo.
—Maldita mocosa…desgraciada…—se dijo el mayordomo en sus adentros y maldijo a Armin y a su novio hasta el cansancio y regresó solo muy en contra de su voluntad.
Por otro lado, Nil miraba como partían esos dos de la mano, no sabía si sería capaz de soportar verlos así en el instituto, él sabía que Alen era un desalmado y que tarde o temprano la destruiría y se sentía impotente al no poder hacer nada para evitarlo.
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Editado: 19.11.2024