El gran secreto 3

Emilia logró ocultar su embarazo de su esposo Thomas, incluso dió a luz en lo secreto de su mansión bajo el conocimiento de la servidumbre y una vez que vio al niño, lo amó profundamente, sin embargo, sabía que no podría conservarlo, no solo su matrimonio estaba en riesgo, si no que el bebé también, Emilia se encontraba en una encrucijada del corazón, la culpa, el miedo y la incertidumbre la acompañaron durante los cuarenta días que estuvo amamantando a su recién nacido, trató de no verlo con demasiado cariño, intentó buscarle algún defecto, pero fue inútil, los primeros quince días Emilia pensó seriamente en quitarle la vida a su bebé, sostuvo una almohada en sus manos esperando el momento perfecto para arrebatarle el aliento de una manera rápida y sin derramar sangre, pensó que asfixiarlo sería mejor que entregárselo a Nicolas, ese monstruo era capaz de dárselo a sus perros, imaginó los escenarios donde Thomas le exigía una prueba de ADN y la verdad saliera a la luz.

Emilia amaba a su esposo, era su compañero de vida, su lugar seguro y su único familiar, esta muy apegada a él, sabía que Thomas odiaba las traiciones y que jamás le perdonaría una infidelidad, él le daba todo a manos llenas, su fortuna, su devoción, su cuerpo y su alma, con la condición de que nunca le fallara, lo único que le pidió a cambio fue lealtad, sin embargo, Emilia había roto esa promesa.

Es verdad que al principio Emilia fue atacada por Nicolas y se vio obligada a convertirse en su amante por un largo año, pero también es cierto que después de unos meses, ella empezó a disfrutar su compañía, pues se sentía sola y abandonada por su marido, el cual trabajaba mucho, dejó de ser una víctima para convertirse en una amante sumisa y lo recibía con desespero para adormecer el sentimiento de añoranza que crecía dentro de ella.

Emilia sabía que su bebé era rechazado por los dos hombres más importantes de su vida, Nicolas quería a ese niño muerto y Thomas jamás le daría su apellido a un bastardo, aunque siempre soñó con que su primogénito fuera un varón, por nada del mundo recibiría a un Bradford bajo su techo, pues ambas familias eran enemigas y rivales por naturaleza.

Pero Emilia no fue capaz de quitarle la vida al bebé que ya había amado, fue astuta y le dijo a Nicolas que esta enferma de hepatitis y que su salud estaba muy delicada, le dijo que el bebé había nacido muerto y a los veinte días de nacido, ella le puso un nombre a su bebé.

—Tu nombre será Thomas Jules Neville, Thomas en honor a mi esposo y Jules como mi difunto padre, el que alguna vez fue conde de Neville, te daré mi apellido, tu revivirás nuestro linaje, ahora seremos dos Neville en el mundo y se que algún día te multiplicaras y nuestra dinastía volverá a florecer, eres un milagro, mi pequeño milagro.—Emilia besó a su hijo en la frente y mandó llamar a su sirvienta favorita y en la que más confiaba, su nombre era Dolores.

Emilia le encomendó su más grande tarea, demostrándole que confiaba ciegamente en ella.

—Señora ¿me mandó llamar?—le preguntó Dolores quién apenas tenía veinte años.

—Llegó el momento de que regreses a tu país y te reúnas con los tuyos, pero no lo harás sola, Jules irá contigo a Escocia, lo harás pasar por hijo tuyo, críalo con amor y trasmítele buenos valores, a cambio te daré toda mi fortuna, multiplícala, educadlo en los colegios más prestigiosos de tu país, yo velaré por ustedes desde las sombras.—le dijo Emilia deshaciéndose en lagrimas.

—Pero señora…

—Ya esta decidido, voy a renunciar a él, le daré una buena vida a travez de ti, sé que estará en las mejores manos, mi bebé no sobrevivirá aquí y lo sabes, es la ultima esperanza de mi familia.

—¿Y como me confiará todo ese dinero?

—Nadie sabe lo que tengo, fue mi manera de proteger mi patrimonio, sentí que debía estar preparada si los días malos me alcanzaban en el futuro y ya están aquí, tienes que irte ahora, váyanse lejos antes de que me arrepienta y termine muriendo con él.

—Señora…le juro que lo amaré como si fuera mío.

—Lo sé…

Dolores se llevó a Jules con ella y partió a primera hora rumbo a escocia, se dice que los gritos y el llanto de dolor de Emilia se escucharon incluso hasta la mansión Bradford, esa madrugada Emilia perdió un hijo y su alma se fue con él.

—¿Como pudo pasar algo así?—le preguntó Cecilia al señor Wolf tratando de procesar toda esa información.

—Porque son una basura…Nicolas y los de su casa son unos mal nacidos.—expresó Nil apretando los dietes.

—Papá…¿Es solo una historia o los detectives averiguaron algo más?—le preguntó Levy mientras lo miraba fijamente.

—Creí que solo eran viejos rumores, pero no, parece que los detectives dieron con Jules Neville, un millonario y distinguido hombre soltero de veinticinco años.

—¿Qué? ¿Tan joven es?—se preguntaron todos al unísono.

—Mis detectives ya lo investigaron, incluso le siguieron la pista por días para ver si podían recolectar una muestra de ADN.

—¿Y lo hicieron?

—Con la muestra de cabello que conseguimos de Armin y la muestra de saliva de la copa donde Jules tomó vino, conseguimos esto.

El señor Wolf les mostró un documento oficial donde aparecía un resultado positivo de parentesco.

—Encontramos al único familiar de Armin, ella y el joven Jules Neville son hermanos.

—No puede ser…¡esas son buenas noticias!—exclamaron sus amigos con gran emoción.

—Aun no canten victoria, pienso partir mañana mismo a Escocia, recito enseñarle la prueba d parentesco a este hombre y explicarle las razones por las cuales debe hacerse cargo de su hermana.

—¿Pero por que no querría re encontrase con ella? Debe ser una noticia impactante para él, pero seguro aceptará.—exclamó Cecilia convencida.

—No lo sabemos, Jules es joven, convertirse en tutor legal de Armin podría ser un ancla para alguien soltero y poderoso como él, es de los hombres más ricos de ese país, sin contar que la noticia de que tiene una hermana le sea indiferente y no le interese relacionarse con ella, por eso quiero ir en persona para tratar de convencerlo de que es lo correcto.