Aquellas palabras me helaron el corazón, el miedo se asomaba por esos ojos rasgados, la mujer hermosa me estaba advirtiendo sobre los lobos y lo hambrientos que estaban, amaban devorar a las jovenes ilusas como yo, pero en ese entonces, yo me encontraba envuelta en la ignorancia, por más banderas rojas que ven, mis ojo hacían caso omiso a las advertencias, justificaba las acciones de Alen convenciéndome a mi misma que era amor lo que lo motivaba a cortarme el oxigeno.
—No sé de que me está hablando…pero le ruego que entremos a la mansión, sus manos están muy frías y yo me estoy congelando.
—¡No lo entiendes! ¡Esta familia está compuesta por demonios! Tenemos que salir de aquí…
De pronto, el ambiente se tornó a un más tétrico con la intervención de aquella voz rasposa y cruel.
—¡Yuna!
La mujer volteó de golpe, parecía que se había vuelto de piedra, como si hubiese visto al demonio en persona, su reacción me contagio un poco del miedo que ella sentía, esa presencia terrorífica era nada más y nada menos que de Nicolas Bradfor.
Inmediatamente me lleve las manos al pecho, aunque solía usar tops como ropa interior, me seria avergonzada, Yuna se puso tan tensa que podía escuchar sus dientes apunto de romperse por la fuerza con la que cerraba la boca.
—¿Que haces despierta en medio de la noche cariño? ¿Por que no vienes a descansar? Estás muy fría.
—¿Cariño? Entonces esa mujer era…
—¡Mamá! ¿Por que estás fuera de tu habitación?—exclamó Alen quién venia apresurado hacia nosotros.
Yo mire confundida y entonces mis ojos se abrieron, Alen y Yuna eran madre he hijo, entendí de donde había sacado tanta belleza y por que Nil y él tenían los ojos rasgados, sus madres eran asiáticas, pero Yuna parecía no estar en sus cabales pero…¿por qué? ¿Que había pasado con ella?
—¿Ella es….tu mamá?—pregunté un poco aturdida por el frío.
—Vamos querida, te llevaré a tu habitación.—Nicolas intentó llevarla en sus brazos, pero Yuna comenzó a gritar, buscaba correr de su presencia, la piel se me erizaba por la manera en la que huía.
—¡No! ¡Suéltame! ¡No quiero que me toques! ¡Maldito demonio! ¡Quítame las manos de encima! ¡Ustedes quieren asesinarme!
—Por Dios…—me llevé las manos a la boca, esta a asustada, Yuna logró zafare de Nicolas y este la persiguió por que Yuna había corrido lejos de él, pero parecía estar tan débil que al final logró atraparla.
Ella lo maldecía, lo insultaba, aventaba espuma por la boca, forcejeaba y lo mordió un par de veces, luchaba desesperada or su libertad, el miedo se apoderó de mí una vez más y cuando las lagrimas estaban apunto de salirse de mis ojos, rédireccione la mirada hacia Alen, el cual tenía una expresión de dolor en el rostro, nunca antes lo había visto así, estaba claro que le dolía mucho ver a su madre en esa terrible condición.
—Alen…
Inmediatamente una enfermera llegó corriendo como loca con una jeringa en la mano y se la clavó en el cuello a la pobre Yuna, provocando la ira de Alen.
—¿Por que diablos siguen inyectándole esa maldita cosa? !por eso nunca esta en sus cabales! ¡Se la pasa dopada! Largo de aquí inservible.—Alen aventó a la enfermera y esta calló al suelo de golpe, les pedia perdón con tanto miedo que las lagrimas le salían del rostro.
—¡Lo lamento! ¡No me di cuenta cuando se salió! Me quede dormida y creí que le había puesto llave a la puerta….por favor perdóneme…no volverá a pasar…lo juro.
—¿Por que se inca delante de ellos?—me pregunte confundida.
—No te preocupes, claro que no volverá pasar.—le dijo Nicolas con una mirada diabólica.
En ese momento, aquella mujer se orinó encima, estoy segura que eso fue lo que vi, el terror que había en sus ojos era indescriptible, probablemente Nicolas Bradford, era pero que el mismo diablo.
—Alen lleva a tu madre a su habitación, yo me encargaré de despedir a la señorita Bonoban y darle su liquidación personalmente.
Alen no le respondió y se llevó a su mama en brazos dejándome olvidada, entra a mi oficina Armin, ordenaré que den ropa adecuada y una taza de chocolate caliente, me gustaría hablar contigo después.
Aquella sonrisa había sido la reafirmación de la orden que me había dado, caminé hacia la oficina con pasos rígidos, temerosa de lo que pudiera pasar.
—Por favor señor Bradford…fue un accidente…—le dijo la enfermera con la voz entre cortada.
—Ponte de pie y camina.—la enfermera se levantó y su mirada y la mia se cruzaron inevitablemente.
—Ayúdame…
—¿Que?
Me apreció que eso fue lo que dijo entre dientes, pero las sirvientas me cerraron la puerta en a cara, cortándome la visón de lo que pudiera pasar con aquella enfermera y por supuesto, su final fue grotesco y desafortunado.
—Parece que su primera noche en la mansión no fue como esperaba, pero acostumbrase, las cosas en esta casa siempre son fuertes, deberá tener un buen estomago para soportar lo que verá aquí.—medio Megmed, una criada morena de cara dura y cuerpo grande.
—¿por que me dice eso? ¿Que le pasa a la señora Yuna?.—Megmed me sonrió y me dijo con un misterio insoportable.
—No quiera saberlo todo ahora, si es la indicada, los amos se lo compartirán.
—¿La indicada?
—Venga conmigo, su chocolate estará listo en un momento, mientras pongas esto.—Megmed me dio una bata color blanca, era como un vestido de seda, el frió ya ni si quiera me hacía efecto, solo esta pensando Kent todo lo que estaba pasando a mi alrededor.
—Gracias…
—¿Me permite darle un consejo?
—Eh, si…
—Ser hermosa no será suficiente para sobrevivir aquí, tendrá que ser más inteligente y más fuerte, llorar no la ayudará en nada, tiene que que ser valiente.—me dijo con insistencia mientras se acercaba a mí.
—¿Por que me dice estas cosas? ¿Que hay aquí que la orilla a darme ese tipo de consejos? ¿Por que hay tantos misterios?
—No puedo decirle más, tendrá que valerse por si misma desde ahora.—Megmed salió de ahí a toda prisa, sus palabras solo me habían transmitido dudas, parecía que mi vida estaba rodeada de secretos y misterios a los que no tenía acceso.
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Editado: 01.11.2024