Armin se quedó sorprendida al verla recostada en esa cama, tenía los ojos abiertos, su mirada estaba perdida, amarrada en la cama con trapos de seda, de pies y manos, como si fuera una loca, una bestia sin alma.
—Yuna…¿ese es su nombre no es así? ¿Puedo pasar?—como era de esperarse, Armin no obtuvo ninguna respuesta y después de tragarse su miedo, entró cerrando bien la puerta para que nadie entrara, le puso seguro y se adentró nuevamente a lo desconocido.
No puedo describir la tristeza que sentí en ese momento, esta indignada, Yuna parecía no tener alma, pero no era que hubiera nacido así, no, a ella se la habían arrancado del cuerpo.
—¡Señora Yuna!—Armin corrió hacia ella y la desató cuidadosamente mientras lloraba por verle las manos marcadas y llenas de moretones por lo ceñidas que las tenía, no podía entender como podían ser tan crueles con ella ¿por qué? ¿Por que la trataban como un animal?
Armin la sentó en la cama y se dio cuenta de que esa habitación estaba muy oscura, porque no había ventanas, solo una muy pequeña que ventilaba aquella habitación y en la que apenas si entraba la luz.
—Esto parece una carcel…¿como pueden tenerla aquí si usted es tan bella? ¿Como pueden…
Después de desamarrarla, Armin lloró en el regazo de Yuna, ella parecía un zombi, no reaccionaba a ningún estimulo, ni siquiera parpadeaba, tenía los labios resecos y partidos con sangre, su habitación estaba muy fría y sus manos y pies parecían de hielo.
—¿Puede escucharme? ¿Por que está aquí sola? ¿Tiene frío verdad? ¿Quiere que le de algo de comer? ¿Que puedo hacer por usted?
Armin agarró los pies de Yuna y comenzó a calentárselos mientras los frotaba y los calentaba con su aliento cálido, la encargada de cuidarla era la señora plericoth, pues la criada que cuidaba a yuna fue ejecutada por Nicolas cuando se le escapó, pero la señora plericoth tenía cosas que hacer debido a la fiesta que se llevaría acabo en honor a Armin, y se la dejó encargada a una criada llamada Jana y como ambas habían acordado hacer lo posible para que castigaran a Megmed por haber desafiado a la señora plericoth, dijeron oficialmente que la señora Yuna estaba a cargo de Megmed y como buscan su castigo, la sirvienta Jana a la que Armin había defendido, dejó la puerta abierta apropósito por ordenes de Plericoth para que Yuna volviera a salirse, pero esta estaba amarrada y le fue imposible.
Ya era demasiado tarde, fue inevitable que mi corazón no se aferrara a la madre del hombre que amaba, la señora Yuna me pedia a gritos su ayuda, aunque no podía hablar, no sabía si esta drogada o su mente realmente divagaba, pero nadie la cuidaba, nadie se preocupaba por ella y la misma servidumbre era negligente con ella, así que le hice una promesa, juré que la salvaría.
—Señora Yuna…soy yo, Armin, Armin Tesland, la novia de Alen, su hijo querido, no se preocupe, ya estoy aquí…voy a protegerla, yo cuidaré de usted, se lo prometo con mi vida, por ahora no puedo hacer mucho, pero buscaré la manera de encontrarme con usted todos los días, seremos amigas, confidentes, le contaré todo a usted…yo la cuidaré y algún día tendré el poder de salvarla, por favor espéreme con paciencia, mientras tanto, duerma tranquila…yo estaré con usted.
Armin tejió una trenza en el cabello de Yuna y la recostó en su cama, buscó en su armario y no había cobijas gruesas, ni ropa decente y eso la enojó mucho, así que pensó traerle algo caliente la próxima vez y la arropó lo más que pudo y se decidió de ella, mientras le daba un beso en la frente.
—Me tengo que ir, Megmed me debe estar buscando, pero me escabulliré para traerle algo rico de comer, descanse señora Yuna, volveré tan rápido como pueda.
Armin salió de sus aposentos de manera apresurada para no ser vista y por suerte nadie la sorprendió ahí dentro, tuvo que esconderse de la servidumbre que deambulaba en la casa y logró llegar al pasillo donde llegaba a su habitación.
—¿Que hace?—le preguntó la señora Plericoth haciéndola brincar del susto.
—Quería un baso de agua.—le respondió Armin con sequedad.
—La cocina no se encuentra en esta dirección.
—No me he memorizado esta casa a la perfección, es más grande de lo que creí.
—Claro que lo es, los Bradford son como de la realeza.
Armin se fue dejándola a tras y la señora Plericoth no le quitaba los ojos de encima y la miraba con mucho desprecio.
—Sin duda es una mocosa malcriada y vulgar…
Mientras Armin caminaba a paso firme y apresurado, sentía que el corazón se le salía por la garganta.
—Ay Dios…que alivio…creí que me había descubierto la bruja….
—¡Señorita Armin! ¿Donde estaba? —le preguntó Megmed con el ceño fruncido.
—Megmed…solo fui a buscar algo de agua…
—¿Pero que no ve que ya es muy tarde? Esta apunto de oscurecer y tiene los pies más sucios que un pordiosero, haber…¿estuvo llorando?—le preguntó Megmed acercándose a ella.
—¿Que? No… jajaja, me entró basura ahora que corría, fue eso jejeje.
—Usted es todo un caso, vamos, ¿enserio ninguna sirvienta se ofreció a arreglarla? Ese es el trabajo de la señora Plericoth, el señor Bradford le pidió encarecidamente que la preparara para esta noche, maldición solo tenemos media hora ¿que podemos hacer en media hora?—dijo Megmed estresada.
—Lo lamento, me lavaré los pies.
—Lavese los pies, la cara, el cuerpo, menos el cabello, eso si nos retrasaría.
—Ok, me daré prisa jejeje.
Megmed entendía por que el rechazo de la servidumbre hacia Armin, la consideraban una presa y su vida les era irrelevante, pero desobedecer la orden de Nicolas tenía consecuencias, así que ellas e ofreció a ayudarla.
Cuando Armin entró a su habitación, vio una caja roja en su cama, unos hermosos tacones dorados y un vestido largo, blanco y entallado al cuerpo y se quedó asombrada.
—¿Y esto? ¿Alen lo mandó para mí?—preguntó Armin esperanzada.
—No, el señor Bradford se lo dejó aquí, él mismo escogió los accesorios, el estilo del vestido y los zapatos.
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Editado: 09.01.2025