Sobreviviendo A Sí Misma

CAPÍTULO I

Gabriela

SOP, las siglas que no dejan de retumbar en mi cabeza en cada ocasión que hago algo como esto. Estas me llenan de furia, me provocan demasiado dolor y regresan aquella tristeza, esa maldita desesperación, el temido Síndrome de Ovario Poliquístico, aquel asesino de sueños que por poco acaba con el mío.

Aunque el tiempo transcurra rápido, aún puedo recordar aquella angustia que se apoderó de mi cuerpo y todo mi ser en el momento en que mi doctor pronunció esas palabras. Todavía no olvido el discurso que me dio ese hombre que juraba amarme en medio de las dificultades y como en las historias que nos venden los medios de entretenimiento: hasta la muerte.

Sin embargo, en eso no mintió, me amó, lo hizo precisamente hasta el instante en que mis esperanzas de ser madre y tener una familia empezaron a agonizar, esto a segundos de escuchar el siguiente diagnóstico: cáncer de mama, otro destructor de sueños.

—Muchas gracias por estar aquí con nosotros, por sumarse cada día más a esta misión, a esta iniciativa de ayudar a mujeres emprendedoras y soñadoras, que jamás se rinden y que con cada tropiezo, no lo dudan y vuelven a levantarse —exalto distintas cualidades que las mujeres en mi situación o demasiado similares poseemos—. Mujeres abandonadas por el sistema de salud, por sus esposos, familia y/o empleos, luego de recibir aquella noticia que para muchos debería de devastarnos y dejarnos tiradas en el suelo sin saber qué hacer; sin embargo, hoy nos tiene aquí redefiniendo el ser mujer, puesto que no tener pechos, matriz u ovarios, no nos hace menos, tampoco nos impide ser madres y luchar por lo que creemos correcto, aún más, por nuestros derechos —Me detengo y me propongo tomar un poco de aire, por el hecho de que el esfuerzo que estoy haciendo es inmenso.

No pierdo la oportunidad para observar al centenar de personas, en especial mujeres que en mi ven un ejemplo a seguir. Aquella figura fuerte que fue abandonada en su peor momento por un ser que juraba amarla y aún así se levantó y construyó todo lo que conseguimos contemplar a nuestro alrededor: uno de los mayores centros de ayuda preventiva, de diagnóstico y tratamiento del principal asesino de nuestra especie: Cáncer de mamá y sus derivados, además del Síndrome de Ovario Poliquístico que se convirtió en el objeto o el motivo de mi lucha, mismo que me arrebató la vida que creí merecer y le quitó la máscara a todos los que se encontraban a mi alrededor.

—Por eso en esta tarde les doy la bienvenida a una nueva vida, a un nuevo comienzo en la Fundación para la prevención, diagnóstico y tratamiento del Cáncer: Sobreviviendo A Sí Misma, que aunque no les garantizo que será fácil, si puedo decirles que jamás estarán solas, ya que todos los profesionales que ven a nuestro alrededor, se hallan en este lugar para apoyarnos y orientarnos en este proceso. Por lo que sin más preámbulos, le abro paso a los expertos que hoy nos acompañan —finalizo y hago entrega del micrófono.

Me alejo en medio de los aplausos con el único objetivo de escapar de aquel hombre que me vuelve la vida imposible.

—Adiós —intento despedirme de la multitud que se cruza en mi camino—. Gracias a ustedes por asistir y confiar en nosotros —continúo avanzando y estrechando las manos de cada persona que me la ofrece.

No obstante, mi huida de ve frustrada por aquel hombre de cabellos castaños, alto y que a mis gustos demasiado extraños es apuesto, que viste una bata.

«Santo cielo, no pude librarme»

—Gabe —Me llama como lo acostumbra.

—¡Vaya profesionalismo el que posee! —Me sorprendo por la confianza tan enorme que se toma.

—Vamos —Me rodea por el hombro y me imposibilita el poder escapar.

—Dr… —me hago la tonta y poso mis ojos en su bata para buscar su apellido— Dr. Stevenson —pronuncio mientras avanzamos en contra de mi voluntad, pero su justificación es que es por mi bien.

Caminamos desde el salón de conferencia con capacidad de albergar a más de quinientas personas y nos dirigimos al hospital, exactamente al área de oncología y si le temí a mi diagnóstico de cáncer, no saben lo que experimento cada vez que esta revisión llega, puesto que estar en remisión completa solo significa que los doctores a través de sus exámenes no haya células cancerígenas, más no que no se encuentren en alguna otra parte de mi cuerpo.

—¿Otra vez? —Me observa una de las enfermeras y todos posan sus miradas en mí antes de empezar a reír con fuerza, ya que el que me traigan prácticamente a rastras, no es novedad.

—Las y los odio —expreso y el Dr. Stevenson se goza mis palabras—, a ti aún más —Le señalo.

—Compórtate Gabe —dicen en unísono casi que todos los presentes, excepto los nuevos pacientes.

Entramos a su consultorio consultorio y respiro profundo en mi intento por alejar el miedo, por el hecho de que la enorme posibilidad de que la lectura de mis resultados diga que tengo cáncer en mis huesos, mi cerebro, mis pulmones y/o en mi hígado. Eso le daría más razones a los abogados del cobarde de mi ex para pedir la custodia total y más dinero que es lo único que le importa.

Sin embargo, al meditar toda la situación y no querer darle el divorcio durante años, puesto que no planeaba dejar que él y esa mujer ganaran, además de que mis sentimientos por hacia él, a pesar de todo el daño que me provocó, aún permanecían. Lo anterior y el que no pudo obtener todo el dinero que deseaba, lo tienen queriendo la custodia de las pequeñas que adopté con los documentos que él firmó hace años, por lo tanto, lo vuelven el padre de las tres. Todo esto por miedo a que mi condición fuera impedimento para ser madre.




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