Después del meteorito decidimos que todo está bien, mi padre debe estar a miles y miles de kilómetros de aquí y el meteorito cayó muy lejos de todo, de papá, del edificio, de nosotros.
Es muy pronto para recibir una llamada de Jonas y ya es hora del baño, me dirijo a las regaderas cerca del comedor y me formo igual que todos, solo las personas con altos puestos en el edificio tienen una regadera en su cubículo, los "ciudadanos" debemos formarnos mínimo una hora para tomar un baño, en el edificio debemos vivir mas o menos cuatro mil familias así que aun ciento cincuenta regaderas no son suficientes para tantas personas.
Han pasado alrededor de cuarenta minutos y la fila no va ni por la mitad, mientras espero decido ver a quien conozco en la fila, a tres personas de mí veo a Jessica una chica de piel de clara y cabello castaño que apenas le llega a los hombros, es un poco baja y delgada, me parece que tiene alrededor de quince años, lleva la misma ropa que todos, un traje blanco de una sola pieza, especial para amortiguar el calor, solo he hablado unas tres veces con ella pero me parece que podríamos llevarnos bien; un poco detrás de mí alcanzo a ver a Ana, ella es bajita, cabello casi negro y ojos café claro, con ella si he hablado más, y tiene la misma edad que Jessica, de hecho son mejores amigas.
Estoy tan perdido en mis pensamientos que no me doy cuenta que la fila ya avanzó mucho, Jessica ya está en las regaderas al igual que otros dos señores, la única persona que quedaba frente a mí acaba de entrar, dos minutos después ya es mi turno.
-¿Nombre?- pregunta la mujer encargada de esta área.
-Javier
-¿Familia?
- 378906
-Tienes cinco minutos, no más.
Ella busca mi familia en una enorme libreta y apunta algo en mi nombre.
-Puedes pasar.
Al entrar hay dos pasillos que conducen al área de regaderas para cada género, a la izquierda están las regaderas para mujeres y a la derecha la de los hombres, hay setenta y cinco regaderas por género y sólo podemos tardar cinco minutos. Entro a la regadera número dieciséis y comienzo a quitarme el traje, abro la llave de la izquierda y un líquido extraño que pienso es agua con alguna sustancia para bañarse comienza a caer, me lavo el cabello y el cuerpo, cierro la llave y abro la derecha que deja salir agua pura para enjuagarse. Cierro rápidamente la llave cuando el cronómetro marca que solo me queda un minuto, tomo la toalla y el traje limpio, después de secarme me pongo el traje lo más rápido que puedo antes que la puerta se abra automáticamente y me deje al descubierto obligándome a salir muerto de pena, sería como la quinta vez que me sucede y no es nada agradable, me subo el cierre y justo cuando está completamente arriba la puerta se abre y salgo como si hubiera calculado perfectamente mi tiempo.
Salgo de las regaderas en dirección al cubículo de mis abuelos, al llegar descubro que no hay nadie y recuerdo que con más de quince mil personas, la hora del baño puede convertirse en las horas del baño, como tengo asegurada una hora libre salgo del cubículo y me dirijo a los de investigación con la intención de que Garret me pueda comunicar con papá.
Al llegar tengo la esperanza de que ya se haya bañado, busco por todos los escritorios pero no lo localizo en ninguno así que me dirijo a la salida, no he dado tres pasos cuando lo veo cruzar el primer cubículo.
Corro detrás de él pero va demasiado apurado, escucho que una puerta se abre y se cierra de inmediato, solo alcanzo a ver su mano antes de que esto ocurra.
Han pasado quince minutos y no sale del cubículo así que acepto la idea de falta mucho para que eso pase, me levanto del piso y me dirijo al cubículo de mis abuelos.
Cuando llego solo encuentro a mi abuelo sentado en la cama esperando a mi abuela y a mi hermana.
Al verme me pregunta - ¿Dónde estabas Javier?
-Fui a bañarme abuelo.
-Yo te ví en la fila, estabas muy adelante de mi, ¿Dónde estabas?
Es verdad, vi a mi abuelo casi al final de la fila al salir de bañarme
-Esta bien, fui a buscar a Garret para poder hablar con papá.
Al escucharme decir esto una sonrisa se forma en su rostro.
-Muchacho, tu padre a hecho lo mismo desde que alcanzó los veintitrés, él sabe que hacer en estos casos, no es la primera vez que estamos en esta situación, anda, cálmate y veremos si podemos llevar a Camila a un cubículo infantil.
Una hora después llegan mi abuela y Camila.
-Javier ¿Hoy iremos a jugar?- pregunta Camila.
Estoy por responder pero mi abuelo se adelanta.