Mientras llevaba a mi hermana al final del pasillo el vehículo se sacudió y casi caímos al suelo, ahora todas las personas se miran confundidas y el vehículo se detiene, se sacude de arriba a abajo y con un esfuerzo el sonido del motor se vuelve a escuchar para hacer arrancar el autobús con un brinco, todos se aferran a sus asientos tanto como pueden. Después de unos segundos el vehículo se sacude y vuelve a detenerse, escuchó un ruido extraño al frente y nuestro autobús se detiene de nuevo dejando a varios pasajeros molestos. Una voz empieza a sonar en el interior.
*Atención, hemos tenido unos problemas con los motores de los autobuses pero los mecánicos lo arreglarán pronto. Deberán bajar de sus vehículos, los trajes de exploración se les harán llegar en seguida*
Uno de los trabajadores uniformados llega a nuestro nivel cargando suficientes trajes para todos, uno por uno nos mide y nos entrega el traje de nuestra talla mientras otro nos enseña a ponérnoslo correctamente. Tardamos unos minutos en estar listos, pues los trajes no son nada fáciles de poner para ciudadanos comunes, cuando todos tenemos nuestros trajes puestos y han revisado la seguridad de estos las puertas se abren y las personas comienzan a salir. Papá llega con nosotros para hacernos bajar, debido a su experiencia en tierra está ayudando a todas las personas a salir. Apenas me doy cuenta que es la primera vez que pondré un pie en el mundo exterior y me emociono mucho, este incómodo viaje ha valido la pena, cuando volteo hacia mi familia veo a Camila agarrada de mi padre.
-¿Estás emocionada? -le pregunto.
-Eh... -ella duda- Un poco, sí. Pero también tengo un poco de miedo, no, mucho mucho miedo. Siempre nos dicen que afuera hay cosas tóxicas, gases, eso, gases tóxicos.
Mi papá se detiene y hacemos lo mismo.
-No debes preocuparte por eso hija -le dice- tu traje es especial para que nada de eso pueda llegar a tu cuerpo, como un escudo mágico. -la tranquiliza con una sonrisa.
-¿De veras no pasa nada si salgo del autobús? -pregunta mi hermana.
-De veras. -contesta mi papá sonriendo- Los exploradores somos expertos en esto, por eso uno revisó que tú traje estuviera bien puesto, además, la puerta ya está abierta y los gases también están dentro del carro, si tu traje no fuera seguro bueno, ya sabes que habría pasado.
-¡Pues hay que apurarnos! ¡Ahora ya quiero salir! -Camila agarra a papá más fuerte y da unos cuantos saltitos.
Cuando llegamos a la salida el sol ilumina todo desde nuestra derecha, una pequeña corriente de aire levanta la arena por unos segundos y la deja caer. Extrañamente no hay nadie de este lado del autobús, es obvio que todos estaban deseosos por caminar pero no imaginé que lo estarían tanto para alejarse. Mi papá regresa al interior para ayudar a salir a más gente, ahora Camila está agarrada de mi brazo para que caminemos junto a mis abuelos, ambos van tomados de la mano y caminan despacio tratando de mantenerse en pie. Mario sale del autobús con los brazos llenos de bastones y le entrega uno a cada uno de mis abuelos para que puedan caminar mejor. Debo admitir que caminar en la arena es muy difícil, llevamos toda la vida con el liso concreto bajo nuestros pies y al poner un pie en la arena este se hunde. Mi hermana y yo nos abrazamos y seguimos de cerca a mis abuelos, los ojos de Camila se abren cada vez que su pie se hunde en el suelo, muchas veces sentimos que perdemos el equilibrio o que no podemos levantar el pie que se enterró en la arena. Mi abuela pierde el equilibrio y su bastón vuela por los aires cuando ella cae de espaldas, mi abuelo empieza a reír y sus pies se hunden, al no poderlos levantar cae unos centímetros frente a mi abuela y ahora ella es quien ríe. Sus risas suenan dentro de mi casco e intento avanzar para ayudarlos pero su risa es contagiosa y en un descuido tropiezo y caigo de boca junto a ellos llevando a Camila conmigo, igual nos reímos. Intentamos ponernos de pie pero es imposible sin agarramos de nada, cuando intento levantarme vuelvo a caer y todos estallamos en carcajadas mientras mi hermana y yo rodamos por el suelo y nos lanzamos arena. Al dar una vuelta veo una caravana de personas caminando juntas y bajar una duna hacia un pozo. Mis abuelos se levantan con ayuda de un explorador y les devuelve sus bastones, luego recoge a Camila y a mí, me pongo de pie sin apartar la vista del grupo de personas.
-Javier ¿Qué pasa? -pregunta mi abuelo.
-No lo sé. -respondo- Miren ¿A donde irá tanta gente?
Toda mi familia voltea y mi papá se acerca a nosotros por detrás.
-¿Qué ocurre?
Mi abuela señala confundida el lugar que todos miramos, al verlo él vuelve al autobús. Ninguno de nosotros se mueve, ni siquiera Camila habla. Todos los que van hacen lo mismo, suben la pequeña duna, miran abajo, se abrazan...¿Tristes? Y comienzan a bajar hacia el pozo. Mi papá regresa con nosotros.
-Ya sé qué está pasando. -nos dice- Estamos en el Pozo de las Cápsulas.
-¿El qué? -pregunta Camila.
-El Pozo de las Cápsulas, así llamamos los exploradores a este lugar, es pues, el lugar donde donde caen las cápsulas expulsadas por El Edificio. Cápsulas de difuntos.
Mi abuela deja salir aire por su boca al mismo tiempo que acerca su mano a su pecho.
-Es...¿Como un... cementerio? -pregunto.
-Sí, es como un cementerio. -contesta mi papá.
Mis abuelos se separan de nosotros y caminan a la duna, después los seguimos. Mi papá toma al suyo del brazo y lo ayuda a subir, Camila y yo hacemos lo mismo con la abuela y los cinco subimos casi a gatas la duna. Cuando estamos en la cima podemos ver que el pequeño pozo es en realidad un enorme cráter, uno gigante con un mar de cápsulas dentro, algunas rotas, las de la superficie se ven nuevas, hay personas caminando alrededor de ellas y algunas se adentran en el cráter, unas cuantas han encontrado a sus familiares y lloran junto a ellos.
-Creo que deberíamos volver. -interviene mi abuelo.