Sobrevivir a tu lado #1

Capitulo uno; reencuentro.

Narra Jayden.
 

—Hola, he vuelto, en una sola pieza—. Suspiro, cuando llego al lado de mi hermano, el estaba esperando tranquilamente en una banca observando los pájaros en v volar en una dirección desconocida.
 


 

—Has demorado mucho, hasta hize una pila de muertos yo solito, hasta ví a nuestro vecino, que loco—. Aiden, ríe de forma extraña, seguro piensa que es un puto sueño, es triste.
 


 

—No es gracioso—. Lo miro juzgativamente— ¿Viste a alguien vivo?—. Pregunto.
 


 

—No, es más, llegué baje y cuando todo tembló ni siquiera me moví, al parecer el destino me quería vivo—. Se encoge de hombros, su remera mangas cortas tipo camuflado me hacen sonreír al instante.
 


 

—¿Has podido entrar a el escuadrón?—. El viajó por ese trabajo. Hace días no sabía nada de el
 


 

—Si, pero no duró nada jaja—. Dice rodando los ojos—. El mundo necesitaba a alguien hermoso que los ilumine.
 


 

—Tonto—. Lo regaño, miro hacia alrededor, buscando una posible salida o lugar donde lo hayan destrucción.
 


 

—¿Que haremos?—. Pregunta el como que si yo fuese el mismísimo Dios.
 


 

—Sobrevivir—. Respondo, y sin esperar alguna respuesta voy hacia la playa, un lugar donde no habían edificios, prefiero hacer mi hogar antes de ser aplastado por una casa ya hecha.
 


 

El me sigue sin decir una palabra y cuando llegamos, en el agua habían, trozos de madera flotantes, hasta cuerpos a medio comer. Es repugnante. Cena para toda la vida tienen los animales.
 


 

—¿Desde cuándo los animales andan por allí?—. Pregunta al ver una suricata— ¿Quieres ver mis músculos bebe?—. Dice engreído y mira al animal, quien no le da importancia.
 


 

De apoco con lo que encontramos, armamos una nueva casa, bue, parece un baño pequeño con una cama muy dura, pero, peor es nada.
 


 

Una semana después.
 


 

Estaba en ese lugar, en busca de provisiones, quien sabe si los alimentos durarán mucho tiempo, cuando menos lo esperes se acabaran y entonces ¿como haré para sobrevivir?.
 


 

Tomo diversos materiales que tal vez podré necesitar de su utilidad en el futuro, como gasas, jeringas, algodón, alcohol, y tambien algo de caramelos, siempre hay para los niños, pero lo necesito a causa de mi ansiedad. Quien diría que cuando ibas a los autoservicios habían vidrieras llenas de eso, ahora no existen mas, al menos en mi caso.
 


Estaba empacando la última caja de curitas, cuando escucho un ruido proveniente de la sala de espera, como impulso, tome mi mochila y una jeringa de la sala de atenciones. Se que no es mucho pero si la utilizo bien podré escapar, de lo que sea que sea eso.

Con mis piernas temblando, tomo valor y abro la gran puerta de la derecha, eran dos.
Mi sorpresa fue grande cuando no hallé nada, frustrado cerré la puerta detrás de mi, cuando de repente un trozo de hierro vuela sobre mi cabeza.

Como soy tan despistado no logre ver de donde provenía, cuando mis ojos alcanzan a ver entre la oscuridad a una chica pelirroja, con ojos color azul intenso, me parece conocida.

La observo tratando de esconderme al mismo tiempo intentando mirarla más de cerca, pero hace meses no vengo a la ciudad, aunque no lo parezca, hasta me olvidé como se habla el castellano.

Al ver su cabello rojo de esa forma, me fue difícil conocerla, es más a penas la veía por estar escondido ya que me podría herir.

—¿Rudt?¿Eres tu?—. Pregunté con seguridad al notar que era evidente el miedo en sus ojos. Creo que es ella, de mi contrario, me veré como un tonto.

—¿Quien eres y porque sabes mi nombre?—. Sonrío al darme cuenta de que le di en el clavo.

—Vivimos en la misma cuidar tonta, o al menos a partir de ahora, en esa oscuridad no sabrás quien soy, sal de allí no te haré nada. Sé que me recuerdas.

Poco a poco la veo salir de la oscuridad a paso lento, esta confundida, tiene puesto el uniforme de la escuela, la falda negra con la camisa gris y corbata negra, este esta roto y con manchas de sangre.

—¡Jayden!—Se abalanza contra mi con un abrazo cálido, puedo sentir que mi hombro se moja con un liquido conocido como lágrimas.

Al corresponderle el abrazo siento que mis palmas tambien se mojan, está humeda y se queja de mi contacto, no podían ser lágrimas, y al principio pensé que era sudor, es un líquido muy denso, pero observo mis manos y están llenas de sangre.

—Ayuda—. Me pide con un hilo de voz.

—Rudy, pero, ¿que te paso?—. Me mira con angustia y se desploma en mis brazos. Mierda que haré, creo que lo mejor será vendarla, tratar de curarla lo antes posible y llevarla al campamento. Es bueno saber que como mínimo no tendré que lidiar con mi familia, la poca que tengo.

La tomo de las piernas y espalda, antes de eso me pongo la mochila y como puedo, la saco de la sala y la llevo a paso veloz a el lugar donde ahora supuestamente estoy habitando.

Al llegar después de cruzar un montón de cadáveres, la acuesto boca abajo en mi improvisada cama de hojas de palma, al levantar su camisa un leve sonrojo se presentó en mi rostro, pero debía curarla, era la prioridad.

Tomo un algodón y lo mojo en alcohol, mientras limpio su herida, me pregunto que le habrá pasado para terminar asi. Pareciera se acostó en ácido, a penas tiene ropa.

Al terminar, le coloco la gasa y la acuesto boca arriba, esta sucia y su ropa echa harapos, menos mal la encontré, debió estar buscando algo para su herida.

Me quedaría cuidándola, pero tengo que seguir con las provisiones, asi que dejo mi mochila, la cubro con una manta vieja y la dejo mientras me dirijo a buscar mas cosas útiles.

Narra Rudt
 




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