Sofía

Capítulo 1: No hay nada igual…

Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños Alejandro, feliz cumpleaños a ti” Seis de la mañana, Alex mi hijo y Martha mi esposa me cantan las “Mañanitas” como cada año, quizá los primero 5 años, cuando Alex era un pequeño que se metía a la cama si era una sorpresa ¿pero ahora? 17 años después… es algo predecible, sin embargo uno como padre jamás le diría eso a su hijo, uno como esposo jamás le diría eso a su mujer. Aun no abro los ojos pero sé que el pastel de chocolate con tres leches estará frente a mí con esas velas que sacan chispas… ¿Cuántas velas me habrá puesto Martha? ¿Las 45? Dios mío eso ya es una antorcha. Abro los ojos… ahí está, pastel de chocolate con 3 leches. No finjo sorpresa en verdad estoy sorprendido porque Martha puso las 45 velas.

Cuarenta y cinco velas, cuarenta y cinco años.

Pastel de Desayuno, esa es la máxima cantidad de azúcar que puedo consumir en el día, claro que si me tomo mis pastillas para el colesterol, para el vértigo y para los triglicéridos quizá pueda permitirme un postre a la hora de la comida.

Después del dulce; literalmente, desayuno debo prepararme para trabajar. Me miro al espejo… no pareces un hombre de 45 años, le digo a mi reflejo del espejo del baño.

Pastilla 1, pastilla 2, pastilla 3… jabón exfoliante para la grasa del rostros, crema anti arrugas, pasta de dientes para cuidar encías, enjuague bucal, minoxidil para prevenir la caída del pelo, paso la navaja por mi barba para eliminar la sombra, colonia para después de afeitar, listo. Un poco de perfume, busco en mi closet, un saco, una camisa y un pantalón que le haga juego, reviso mi portafolio, todo en orden.

En la sala de mi casa se encuentran colgados todos mis títulos, Licenciado en matemáticas, Maestría en física, Maestría en ingeniería mecánica, Maestría en ingeniería eléctrica, Doctor en ingeniería química y al final de todos si… ese engrandecido y denigrante reconocimiento por ganar un Nobel… Un gran honor que de nada sirve si te quitan la patente al siguiente año y el dinero lo tienes que dividir entre tus otros 8 colaboradores. Pero como toda historia vieja no vale la pena ser recordada.

Me dirijo a la escuela preparatoria donde después de llegar a la máxima de mi carrera, termine dando clases; el salario es bueno, me permiten seguir con mis investigaciones… pero los jóvenes… son la muerte.

Su constante falta de motivación es quizá de las cosas que más me desespera, aún recuerdo mi primer día de clase, un alumno cercano a mi estatura se paró frente a mí y me amenazo con que no lo reprobara o me las vería con su padre, mi rostro afilado y mi mirada gélida seguro fue suficiente pues sin contestarle nada se regresó a su asiento. Lo reprobé dos parciales, al tercero comenzó a echarle ganas… hoy sé que dejo el futbol y es un ingeniero en sistemas para Google, crueles ironías ¿Lo motive? En realidad no lo sé y es poco lo que me interesa.

Llegando a la escuela veo el nombre; “Duxbury High School”, nunca terminaré de entender porque diablos poner un estúpido nombre gringo o Estadounidense a una escuela latina… bueno si lo entiendo, el alumnado creció 25% cuando cambiaron a este nombre “Escuela secundaria y preparatoria Emiliano Zapata” no era un nombre muy bueno supongo… ya lo decía el expresidente de México Porfirio Díaz, “Pobre México tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios.”

Los pasillos me los sé de memoria, hay pocos alumnos, llegue temprano, iré a mi salón con la esperanza de que el director no me pida que lo ayude con “sus programas de computadora que no le entiende” ósea Word y Excel, nadie se puede enterar que es mi cumpleaños, de lo contrario recibiré varias “mañanitas” de los alumnos con la esperanza de perder 5 minutos de clase; mocosos los conozco bien.

No hay nada igual… que cuando te veo venir en mi” alguien canta…  es una voz exquisita.

Hoy pasa igual” más dulce que el pastel de chocolate con tres leches y la antorcha de mi edad.

Y tengo miedo de donde estas” proviene de la puerta junto a mí.

Y me pregunto ¿qué va pasar, sino te tengo una vez más?” por la pequeña ventana de la puerta puedo ver que hay alguien de espaldas… el canto me hipnotiza, me siento libre, flotante.

Y me pregunto una vez más, ¿qué va a pasar sino te tengo una vez más?” Es una estudiante, su cabello castaño resbala como cascada por sus hombros, es una voz hermosa, es un caricia al oído, es orgásmico…

La alumna voltea como si supiera que la observan, sus ojos aceituna me toman por sorpresa, ella sonríe y doy un paso hacia atrás espantado, como si me hubiera atrapado haciendo algo prohibido.




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