Una vez entró a la comisaría, Sofía vio a una policía joven de unos veinte años.
- Soy la enviada de la Universidad –exclamó Sofía.
- La estábamos esperando -respondió la policía- sígueme.
Sofía subió a una camioneta con la policía, y empezaron a desplazarse a la cueva.
- He notado –exclamó la policía mientras conducía- que una vez graduados, ustedes pueden pasar largos periodos sin empleo, yo al contrario, desde que salí de la academia he estado trabajando.
- Nosotros no hacemos esto por dinero, si no por la emoción del descubrimiento –respondió Sofía.
Después de un rato, la camioneta llegó a la cueva, y la policía le indicó la inscripción a Sofía.