~NOAH~
"SOLO SOMOS UN CONTRATO"
Tengo que ir, junto a Emma, a ver al cardenal que estará en nuestra ceremonia. Así que, esta conversación que está teniendo con su hermano sobra bastante.
—Señor Harrison. —llamo la atención del mismo.
Nuestras miradas chocan. Está bastante cabreado porque yo le he interrumpido en medio de su conversación. Pero ¿qué esperaba? ¿Qué nadie llegase a un lugar, más que público, del castillo y no le interrumpieran? Sin duda, este chico no piensa demasiado.
—Señor Collins, ¿desea algo en particular? —podía notar como sus dientes se apretaban tras sus labios. La tensión se palpaba en el ambiente, y no iba a permitir que me ganara la batalla de miradas.
—Sí, Lady Harrison y yo debemos ir a la reunión con el cardenal. —Emma salió por el arco del balcón y tras hacer una leve inclinación en forma de saludo hacia mí, nos encaminamos a la sala donde la reunión daría lugar.
—¿Todo bien con vuestro hermano? —sus delicados ojos dejaron de observar el suelo para darme una fugaz, pero iluminadora mirada.
—Por supuesto, alteza. ¿Por qué no debería de estarlo?
—Me pareció notar cierto aire de...
—No pasaba nada —me cortó en medio de la oración, sin dejarme terminar. A mí nadie me dejaba con la frase a medias y, menos una niñata que no se enteraba del cuento.
—No es lo que me pareció —detengo mi paso y me interpongo en su camino haciéndola frenar muy cerca de mí. —, creo, princesa, que su hermano la tiene en gran estima. ¿Usted no? —su cara se tensó. Mi objetivo se había cumplido, la tenía contra la espada y la pared, y eso me encanta.
—Me aprecia, como cualquier hermano mayor querría a su hermana menor. —podía notar sus nervios y el cuidado que tenía en pronunciar cada palabra. ¡Qué digo notar! Podía incluso oler sus nervios, sus manos sudadas que se movían a ambos lados de su cuerpo.
Lo dejé pasar, más tarde seguiría con nuestra conversación pendiente.
Solo me centré en su forma de caminar. Sus pasos delicados y firmes, como los de toda princesa deben ser. Su vestido era azotado por las leves corrientes de aire que traspasaban la tela cuando caminaba. Se movía en una sinfonía perfecta, acompasando su paso y sus caderas. La cuales estaba deseando agarrar con mis dedos y, dejarle mis marcas por toda su piel.
Faltaba tan poco para que fuera completa y exclusivamente mía...
—¡Princesa! —exclamó el enviado de la Iglesia al vernos entrar, centrándose en Emma exclusivamente. —Hace tan poco tiempo que te vi nacer, y ya eres toda una mujer a punto de casarse... —un suspiro dejó sus labios. Centró su vista en mí y luego volvió a Emma, pareciera como si nos comparara, pues después de repetir una segunda vez el mismo gesto sonrió con aprobación y asintió repetidas veces. Luego se giró hacia los dos reyes, mi padre y el de la princesa. —. Son sin duda, ¡la pareja perfecta!
—¿Verdad que si? Yo siempre lo he afirmado. —mi padre le sonrió complacido y nos miró a nosotros.
—Creo que es hora de que firméis —sentenció el rey Ronald.
—¿Qué debemos firmar, padre? —preguntó Emma intentando controlar sus nervios.
—Un acuerdo de... vuestro matrimonio. —supongo que el rey esperaba que su princesita reaccionara mal a tener que firmar un acuerdo, pero se lo tomó muy bien.
Emma se acercó a la mesa donde descansaban los papeles. Los tres hombres que había en la sala nos observaron firmar el documento complacidos. Personalmente me parecía una ridiculez pero no dije nada para no molestar más a mi padre.
—¿¡Todavía no te has vestido, hijo!? —mi padre entra a mi alcoba listo para la ceremonia.
—Aún queda tiempo, iba a arreglarme ahora, padre.
Se acerca hasta mi posición con una mezcla de orgullo y complacencia. Desde que era muy pequeño sé que siempre ha querido unir ambos reinos, y en unas horas su sueño se hará realidad. Todavía no entiendo muy bien porqué, pero como siempre me han dicho: "Ten cerca a tus amigos, y más cerca a tus enemigos". Ya averiguaré qué caso se cumplirá esta vez.
(EMMA)
—Me encanta el color malva, pero mi padre nunca me compra vestidos así. Ahora mismo, te odio un poco amiga mía. —Victoria acaba de llegar al baile, y está a mi lado contándome lo maravillosamente bien que me queda el vestido que me regaló mi padre esta tarde para el baile.
A decir verdad, el vestido si es bonito. Es ideal para el clima de Whitedale, vaporoso, fresco y ligero. Los pliegues de la falda favorecen mi figura como ningún vestido que me hubiera puesto antes, y eso me fascina. Que él me vaya a ver así, ¡me encanta!
—¿Bailarás con el príncipe hoy? —no lo había pensado, no hasta ahora. Pero según el protocolo debería hacerlo. Nos vamos a casar, se supone que hay un interés mutuo, que nos "queremos". Aunque en la práctica no seamos más que un contrato, debemos aparentar al menos cierto deleite por el otro.
—Sí me lo pide... —me limito a contestarle alargando en un leve sonido la última letra.
—¡Ojalá yo bailara con un príncipe! —suspira.
—¿Con qué príncipe quieres bailar, prima? —y aquí llega Jazmín, el alma de la fiesta. Hasta hace unos minutos estaba coqueteando descaradamente con el nuevo escolta de mi hermano, es joven y guapo, pero es un simple soldado. Me resulta denigrante que se tenga que arrastrar así, vale que su familia esté arruinada, ¿pero, enserio es necesario hacer esto delante de toda la gente que hay en la fiesta?
—Nadie, Jaz, cállate. —es divertido ver como intenta ocultarme que le gusta uno de mis hermanos, cuando es más que obvio. La única incógnita quizá, sea la identidad de él. ¿Cuál de los tres será? Doy por hecho que Tom no es, está casado y además es el heredero de papá, a Victoria no se le ocurría ni soñar con ello, así que solo me quedan dos hombres, Gabriel y Fred.