Softober 2022 (reto de octubre)

Día 1: Galleta

(Narra Adela)
 

Preparo la masa de galleta con delicadeza. Tengo las manos y la ropa manchadas de harina, pero no me molesta. Me gusta sentir que puedo ensuciarme todo lo que quiera sin que alguien me regañe. Que puedo hacer lo que quiera sin que haya unos ojos sobre mí esperando poder juzgarme. Cuando vivía en casa de mis padres no podía hacerlo. No podía ser yo misma. No podía siquiera estar en pijama por la casa, como lo estoy ahora. Ahora todo eso queda atrás. Ahora estoy bien. Ya no hay más jaulas para mí.

Mientras moldeo la masa, tarareo una canción de cuna. No sé si es por el bebé que espero. No sé si es por la dulce llegada del otoño que lo ha teñido todo de tonos cálidos. No sé si es porque la niña interior que aún sigue en mí está contenta por hacer galletas. Sea lo que sea, siento que estoy en un lugar seguro donde nada puede pasarme.

De repente unas manos más grandes se posan sobre las mías, entrelazando nuestros dedos. Juntos seguimos dándole forma a las galletas, y yo sigo tarareando ahora más lento que antes. Mi esposo me besa la cabeza en ese instante y yo sonrío. Me gusta estar así. Felices y libres, anhelando más dulzura y calma en nuestras vidas.

—Cocinar junto a ti es lo más cálido del mundo —me susurra, yo dejo de cantar y suelto una risa.

—Algún día también le enseñaremos a nuestro hijo o hija a hacer galletas.

Arno posa sus manos ahora sobre mi vientre, abrazándome desde atrás. No me importa que sus manos también estén manchadas de harina y masa. Quiero que me abrace. Que nos abrace, mejor dicho. Sé que tiene muchas ganas de que nazca. Apenas llevo dos meses de embarazo, y mi marido no ha parado de estar pendiente de mí.

—Me alegra haberme casado contigo —me confiesa. Yo no respondo, solo me giro hacia él para abrazarle. Él se agacha para besarme la mejilla.

Después metemos las galletas en el horno juntos. Nuestras manos acaban entrelazándose de nuevo, como imanes que no pueden estar separados.

De la ventana viene una brisa fresca, pero no tengo frío. La calidez del elfo que está junto a mí es suficiente para derretir cualquier invierno.

Presiento que este primer otoño como marido y mujer estará repleto de ternura y galletas.



#7014 en Otros
#2119 en Relatos cortos

En el texto hay: fantasia, amor, microrrelato

Editado: 14.10.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.