Softober 2022 (reto de octubre)

Día 12: Mandarina

(Narra Adela)

Ha llegado el otoño al fin, tras un caluroso verano. Ha sido un año duro aquí en la granja, pero todo el trabajo y el esfuerzo dan siempre sus frutos. Es algo que siempre me decían mis padres cuando me inundaban de libros para estudiar. En días como este, los extraño. Me desheredaron, sí, pero creo que de alguna forma me dieron la libertad que necesitaba. En esta granja me siento más libre de lo que jamás fui junto a ellos.

Camino de la mano con mi hija, quien ya tiene seis años. El aire es fresco y hay charcos en el barro en los que Diana tiene ganas de saltar. Hay algunas nubes grises en el cielo, pero dudo que empiece a llover pronto. Diana salta y ríe con la tierna inocencia de la niñez. Nuestro perro nos sigue, y de vez en cuando coge una rama para que se la lancemos. Yo sonrío y aprieto más mi mano contra la de mi hija. Ella es la que alegra mis días, la que me da la fuerza necesaria para soportar cualquier peso. Sé que tengo que permanecer fuerte por ella, para que pueda ser feliz y libre.

Perdida en mis pensamientos, no me di cuenta de que ya habíamos llegado a nuestro destino. Nuestra pequeña arboleda de mandarinos se abre ante nosotras, esperando a ser cosechados. No está muy lejos de la casa, y siempre la miro desde mi ventana. Diana suelta mi mano y empieza a correr entre los árboles entre risas, seguida por el perro.

Pongo una cesta en el suelo y empiezo a recolectar las mandarinas con cuidado. Diana me imita y se pone a recoger las frutas a las que puede llegar.

—Mamá, ¿le podemos dar mandarinas al tito Zayn?

—Claro que sí, cariño.

—¿Y a la abuela? A ella le gustan mucho.

Sonrío y asiento. Los ojos de la niña se iluminan y empieza a recolectar con más ímpetu. Siento que ella me contagia esa energía, y que me hace vibrar más alto.

—Esta grande es para ti, mamá. Porque siempre trabajas mucho —me dice mientras me da una mandarina más grande que las otras.

Siento como se me nublan los ojos por las lágrimas cuando mi niña me da aquella mandarina. La cojo en brazos y la abrazo con fuerza. Definitivamente, ella es todo lo que podría desear.

Es solo una mandarina, pero para mí ha sido el gesto más bonito del mundo.



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En el texto hay: fantasia, amor, microrrelato

Editado: 14.10.2022

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