Sol, Arena y ¿quién me cree?

Capítulo 4: Una pequeña intervención

Román

La noche estaba muy fría y el olor a mar estaba impregnado en el aire, siempre era así en Lampedusa. Me la había pasado muy bien pero en ese momento no era capaz de hacer otra cosa que checar la hora en el rolex que adornaba mi muñeca.

─ ¿Ocurre algo, casanova?─ me volví hacia el procedente de la voz y una risa burlona se asomó en mis labios cuando vi a Luca serio justo detrás mío.

Me encogí de hombros restando importancia al asunto.

─ Admiro la vista nada más─ Luca ahora estaba al lado mío, observaba el lugar lleno de luces y las personas caminar de un lado a otro. Lampedusa se caracterizaba por ser un lugar muy vivo y acogedor, lleno de colores y gente que se paseaba sin ninguna preocupación.

Me gustaba la vista, pero no a profundidad. Me traía muchos recuerdos ir a ciertos lados que con frecuencia ignoraba por mi bien, Luca lo sabía muy bien. Era el único amigo que había conservado después de la famosa tragedia del año pasado.

─ Sobre Miranda, yo─ había comenzado a decir, pero Luca me había interrumpido como siempre.

Mala costumbre.

─ No hay nada que decir, Román.

─ Siempre hay algo que decir─ soltó una risa vaga y se volvió un momento hacia donde estaban las chicas. Me volví yo también y ahí vi a Isabela y Scarlet hablando animadamente.

Luca se volvió al frente soltando un suspiro largo, lo que me hizo reír un poco.

─ ¿Crees que es necesario tanto odio para alguien que apenas viste ayer por primera vez?

Él se encogió de hombros y sacó un cigarrillo que rápidamente encendió y le dió una calada.

─ Es más transparente de lo que le gusta, y falsa también─ decía, refiriéndose a Isabela.

─ Vamos, Luca. Eso no lo sabes, parece que la odias solo por existir.

─ No es solo porque exista, pero sería motivo suficiente.

─ ¿Entonces es solo porque intenta hacer ese proyecto en la costa?

─ Podría decirse que sí.

Negué con la cabeza mientras lo veía consumir ese cigarrillo de forma apresurada. Carraspee llamando su atención y metí ambas manos en los bolsillos de mis pantalones.

Sabía la importancia que Luca le daba a esa costa, sabía que gran parte de ello era por su madre. Por la muerte que lo había consumido hasta el fondo y rápidamente lo había destrozado. Era tan parecido a como él estaba consumiendo ese cigarrillo en estos momentos. Rápido y decidido, como si quisiera que el mundo se detuviera pero él no estaba dispuesto a poner de su parte y detenerse con el mundo. Quería seguir en marcha.

─ Deberías de tenerle un poco de fé. No luce como una mala persona.

─ Eso lo dices porque te quieres meter en su falda esta noche─ dijo con burla.

Me reí suavemente y me acaricié la barbilla.

─ No está mal, no es mi estilo. Pero es una buena persona.

Luca se encogió de hombros otra vez y se relamió los labios mirándome de soslayo.

─ Lo que tu digas, casanova─ había soltado, desacreditando mis palabras.

Volví a ver el reloj de nuevo y suspiré, Luca permaneció callado. Entendía la situación pero como siempre estaba esperando hasta que yo le dijera lo que me estaba sucediendo. Él era así, y yo no estaba listo para decir nada aún.

─ Se hace tarde─ dijo, pero más que solo decir lo sentí como una pregunta.

─ Sí, un poco─ dije en su lugar.

─ Iré por mi hermana.

Caminé hacia la salida del bar y esperé a que salieran todos, ya era tarde pero aún había personas en la calle. Vi salir a Luca seguido de Scarlet e Isabela. Apenas vi a la última una gran sonrisa se extendió en mis labios.

─ ¿Te volveré a ver, Isabela querida?─ solté con tono juguetón.

─ Eso espero, Román. Me caíste bien.

Me toqué el pecho fingiendo estar indignado y me acerqué a ella.

─ Me ofendes, querida. Yo quería pedirte una súper cita.

Ella rió y se despidió de todos nosotros comenzando a caminar en dirección al hotel en el que se hospedaba. Y noté algo que todos notamos a excepción de Luca. La forma en la que él intentaba esquivar con la mirada a Isabela pero que simplemente no lograba, tenía toda su atención puesta en ella.

Le molestaba mucho, pero no sabía hasta qué punto. A veces no parecía odiarla aunque él lo jurara a muerte, como hoy en el baile.

Desde el momento en que Luca entró en el salón, lo noté distinto. Su mirada errática, los movimientos tensos, las palabras medidas. Luca no era así. Era el tipo que dominaba cualquier habitación en la que entraba, que siempre parecía tener el control de todo, incluso de sí mismo. Pero esa noche, algo lo estaba desmoronando, y yo sabía que Isabela tenía algo que ver.

Cuando Scarlet se acercó a él con esa sonrisa que siempre usaba para manipularlo, lo supe. Estaba a punto de empujarlo hacia algo que él no estaba listo para enfrentar. Lo dejé pasar por un momento, pensando que tal vez Scarlet sabía cómo manejarlo mejor que yo, pero pronto me di cuenta de que tenía que intervenir.




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