Isabela
Una semana desde la propuesta de Luca, una semana de pensar demasiado y de odiarme por tener la necesidad de saber más de él. Estuve evitando todos los lugares que frecuentaba y si por casualidad lo veía decidía dar la vuelta. No quería hablar con él, era orgullo y miedo. Y vaya que ni siquiera tenía claro por qué tenía miedo.
Había trabajado en el hotel boutique desde la comodidad de mi habitación, pero no podía seguir ignorando a todas las personas que querían formar parte del proyecto. Era un completo asco en ese momento, mi cabello estaba enmarañado y tenía unas ojeras exageradamente profundas.
Tenía que confesar que el día anterior no me había dado ni una ducha y había hecho un maratón de Gossip Girl alimentándome de helado y comida chatarra.
─ Si mi madre me viera en este momento estaría muy decepcionada de mí─ murmuré bajo regañando con la mirada al reflejo que me la devolvía a través del espejo.
Decidí tomar una ducha tan larga como fuera posible, aplicarme un poco de maquillaje y peinar mi cabello rizado que caía largo por mi espalda. Me puse una ropa cómoda y debajo de eso un traje de baño de dos piezas blanco.
Observé la hora y corrí a la puerta y abrí, un puño estaba suspendido en el aire a punto de tocar la puerta. Era Luca.
Luca. Luca. Luca. Luca.
Siempre tenía que ser Luca.
─ ¿Qué haces aquí?
─ Escoltar.
─ Sé perfectamente a dónde dirigirme─ solté de mala gana, cruzándome de brazos.
Tenía una reunión en un ferry que aseguraba ser demasiado pretencioso. Luca me observaba burlón desde toda su altura y quise darle un puñetazo en toda su carota.
Hijo de puta.
Cerré de un portazo y comencé a caminar al ascensor dejándolo atrás, lastimosamente la puerta de este ascensor era demasiado lenta y pudo entrar a la cabina antes que pudiese evitarlo.
─ Es innecesario tener tu presencia cada vez que tengo que hacer algo.
─ Estoy más involucrado de lo que te gustaría en ese proyecto que tienes en mente.
─ Lastimosamente.
─ Lastimosamente, sí.
Le dirigí una mirada de pocos amigos, a lo que él me miró mal también.
El ascensor pronto se abrió y salí rápidamente, estaba del lado de la costa. La vista era hermosa y el agua demasiado celeste y transparente, todo era perfecto hasta que Luca se detuvo a mi lado.
─ Creo que hoy te caigo peor que todos los días.
─ Pues crees bien─ dije, viendo a una pareja que iba caminando por ahí y saludando con una sonrisa.
─ Acerca de lo de la propuesta─
Lo interrumpí.
─ No sé. Todavía.
Él suspiró y asintió parándose recto viendo algo a la distancia. Era el ferry, y tenía razón. Era demasiado grande para una reunión de tres personas, y era fenomenal. Era blanco con detalles negros y tenía a un costado escrito Spiaggia dei Conigli, mientra se acercaba no pude evitar sentirme demasiado intimidada. Retrocedí involuntariamente y una mano de Luca se posó en mi espalda baja evitando que cayera del muelle.
Debería de haberme retirado del contacto que ejercía su mano con mi espalda baja, pero decidí quedarme ahí un momento más hasta tranquilizar mi respiración. Decidí posar mis ojos en los suyos, unos que me miraban de costado con un atisbo de burla.
Y me molestaba, pero aquel ferry era tan imponente que decidí ignorarlo. Eso hasta que ví a Luca aferrado a una maleta pequeña de color negro.
─ ¿Qué es eso?
─ Ropa─ respondió casual.
─ ¿Para qué?─ inquirí fastidiada.
─ Para pasar unos buenos cinco días acá, ¿Pensaste que solo uso mi uniforme cuando hablo de ropa?─ al ver mi cara seguro debió suponer lo mismo que yo al mismo tiempo, porque ambos quedamos igual de confundidos─ No traes ropa, ¿Verdad?
─ Nadie me dijo que el viaje era de cinco días.
─ Lo sabrías si hubieses dejado de evitarme a mí y a tu correo por una semana seguida.
Abrí mi boca indignada y me separé de su contacto. Lo que decía era real, pero estaba más cerca de sentirme indignada que culpable.
─ No estaba ignorando a nadie.
Él me ignoró categóricamente y permaneció con su mirada en cualquier otro lugar.
─ Igual y creo que este es un ferry demasiado grande para tres personas y un añadido, osea tú.
Luca me dedicó una mirada de soslayo y río por lo bajo.
─ Habrá una fiesta, una donde tienes que presentar tu proyecto a las personas más importantes de la isla. Pero eso también lo sabrías si dejaras de ser tan inmadura.
Mi corazón se alteró un poquito y me puse delante de él.
─ No me dijiste nada cuando me viste salir sin nada de la habitación del hotel, no tenía ni idea─ le reprocho con los brazos en jarra.
Él se encogió de hombros y yo me puse de nuevo al lado suyo viendo a Alessandro acercarse y tratando de recomponer mi cara un poco.
Luca sabía de todo y no le importó que hiciera el ridículo.
Igual y estaba sacando conclusiones muy rápido.
Pero era un imbécil mayor.
Completito y todo.
Alessandro se acercó de forma demasiado agradable y feliz y me dió un fuerte abrazo.
─ Isabela, querida. Que bueno que hayas aceptado, aunque tu mensaje escueto me dejó un poco cabizbajo. Creí que esto te emocionaría más de la cuenta.
─ Lo hubiese hecho si al menos hubiera leído los correos─ se burló Luca al lado mío.
Sonreí alegremente a Alessandro e ignoré el comentario de Luca.
─ Verás, no estaba del todo enterada de eso─ dije, referente a todo lo que estaba por venir y por supuesto, lo que estaba ocurriendo.
Alessandro frunció el ceño y me echó un vistazo de pies a cabeza, hasta que cayó en un entendimiento profundo.
─ Pensé que sabías, querida.
Reí nerviosa y volví a ver a Luca de reojo que observaba todo con aburrimiento.
─ ¿Qué es saber, exactamente?
─ Saber de la cena de esta noche, más la gala de mañana en la que te conocerán un poco más y sobre todo el viaje en mar que seguirá después de eso unos tres días más.