La noche ya había caído y ella se desplazaba a paso apresurado por el estrecho callejón, su única compañía consistía en un perro que permanecía echado sobre sus patas en el duro suelo de cemento y bajo el amparo del saledizo de la puerta trasera del bar, de pronto un relámpago rompió el silencio, anunciando que pronto comenzaría a llover, el cielo se cubrió de oscuros nubarrones.
Apresurando el paso se dispuso a continuar su camino, mientras pensaba en que siempre se había sentido así, sola…. Desde su más temprana edad se
vio inmersa en la soledad, incluso al estar rodeada de gente se sentía aparte, distinta. Ahora, al mirar su futuro, pensaba que hacer para salir de aquel pozo en el que se veía encerrada, decidió intentarlo… Cambiar, esa era su meta.
Un aullido producido por el perro la sacó de sus cavilaciones, pero fue tarde, pues el hombre que esperaba en las sombras, oculto por la oscuridad del
siniestro callejón mientras observaba su caminar, se dejó ver, acercándose a ella insertó un cuchillo en su costado, mientras arrebataba su cartera y huía
del lugar.
Su grito quedó acallado por el relámpago que desencadenó una furiosa tormenta, la misma que se llevó consigo sus últimos pensamientos. Sus ojos
ya nublados enfocaron el oscuro firmamento que parecía lamentar su deceso.
Ella murió como siempre se sintió, pero como nunca quiso morir… sola.