Sola en el Mundo

NUEVE: Las salidas.

C A R A.

La cena estuvo realmente buena, Rick cada día se supera a sí mismo. Mi mamá nos relata las anécdotas de su viaje, que se encontró con varios chicos identificados con algunos de sus personajes, incluso le agradecieron el haber incluido de forma tan agradable y perfecta a un personaje LGBT. Harry la escucha atentamente, riéndose de cada chiste que cuenta mi mamá, los cuales no son realmente malos, tiene un don para hacer reír a los demás. Pero a pesar del agradable ambiente y la deliciosa comida, no puedo decir que no siento cierta tensión entre Danniel y yo, ya que mamá le pidió insistentemente que se sentara a comer con nosotros. 

No me siento molesta con él, pero no puedo retractarme de lo que dije hace unas horas, no si quiero dejar de retenerlo. No me gusta creer que quizá pueda llegar a hacer lo mismo con Harry, pero no pienso dejar que nada pase a mayores, no pienso seguir siendo el ancla de nadie. Si me voy a estancar, lo haré sola, sin llevarme conmigo a nadie más. 

—...¡Y me dijo que era su amor imposible! —exclama mamá, sacándome de mis pensamientos de golpe.

Todos se ríen, así que los imito.

—Los jóvenes de ahora son realmente extraños —dice Harry riéndose.

—Como si tú fueras un viejo —digo en tono de burla, ganándome una mirada fulminante de parte de él.

—Mayor que tú sí soy —dice divertido.

—¿En serio? —dice mamá, mirando a Harry completamente sorprendida—. ¿Cuantos años tienes, Harry?

—Eh... Tengo veinte años —dice Harry sorprendido por el cambio de tema.

—Vaya, eres bastante mayor que me hija, aunque Danniel te gana —dice mi mamá mirando a Danniel, quién no había dicho palabra alguna desde que comenzó la cena, solo alguna que otra risa falsa.

—¿Ah, sí? —dice un curioso Harry—. ¿Cuantos años tienes, Dan?

—No me llames así —responde, apretando los dientes—. Tengo veintiuno años, guitarrista.

—¿Veintiuno? —Harry suelta un silbido antes de continuar—. No los aparentas.

—Lo sé, me lo dicen mucho —dice encogiéndose de hombros.

La mesa se queda en silencio, esperando que alguien hable, y sacarnos de este incómodo momento. Por suerte para nosotros, mi mamá es la salvadora.

—Mañana Rick y yo iremos a comprar algunas cosas para la fiesta de Cara —dice mamá, sorprendiendo a todos, incluyéndome.

¿Cuál fiesta?

—¿Fiesta? —pregunta Danniel sorprendido.

—Sí, celebraremos que ya está en la universidad —dice una entusiasmada Christina.

—Oh, no sabía —murmura Danniel por lo bajo.

—¿Por qué no me habías dicho nada? —me dice Harry sorprendido.

—Porque yo tampoco sabía —digo mirando a mi madre de forma fulminante.

Mamá me mira con una expresión de niña inocente, como si eso la salvara del sermón que le voy a dar más tarde, sabe perfectamente que detesto que decida por mí. Mamá sigue hablando de los preparativos de la fulana fiesta, mientras que Harry sigue hablando muy contento con ella. De vez en cuando me mira, como diciendo «Gracias por presentarme a mi ídolo». Danniel come en silencio, sin apartar su mirada del plato, ni siquiera mira a mi mamá.

Ojalá no tuviera que tomar esta decisión.

Yo amo a Danniel, es el mejor amigo del mundo, pero justamente porque lo amo es que debo alejarlo. Seguro piensan que soy una persona mala por hacer esto, que no pienso en sus sentimientos; pero no tienen idea de lo mucho que me duele está decisión. Él ha sido mi único amigo desde que tengo uso de razón, hemos hecho miles de cosas juntos, pero no seré capaz jamás de anclarlo a este lugar. Aún recuerdo el día que nos conocimos.

Estaba en la sala, jugando a las muñecas, en esta ocasión Barbie era una espía que luchaba contra las fuerzas del mal y viajaba por todo el mundo, y está vez su misión era detener al malvado doctor Gominola y evitar que vuelva a todo el mundo en ositos de goma. El juego estaba muy interesante, Barbie estaba llegando a la guarida secreta del doctor Gominola, cuando de repente escuché a mamá decir que me colocará detrás del sofá —cosa que hacíamos cada vez que venía alguien a casa y yo estaba en la sala—, para luego escuchar como se habría la puerta. Antes de que el sol se colara hasta donde yo estaba, me había escondido detrás del sofá. Cuando escuché la puerta cerrarse me salí de mi escondite, topándome con dos personas nuevas en la casa.

—Bienvenidos a la Mansión Roth —dijo mamá alegremente.

Eran un hombre y un niño, el niño era castaño y de unos ojos de un color muy lindo, muy parecido a su padre salvo por sus ojos. Miré a mamá, con el ceño fruncido, no entendía nada.

—¡Oh, Cara! Estos son Richard y Danniel Potter, ambos vivirán aquí contigo —me informó mamá, miré al niño con una gran sonrisa en mis labios, feliz de poder hablar con otro niño—. ¿Te agrada la idea?

Yo asentí frenéticamente, dejando entrever mi entusiasmo con esa idea. Iba a hablarle al niño, cuando esté me miró con el ceño fruncido, mostrándose molesto por un motivo desconocido.

—No quiero estar aquí —dijo de pronto el niño—. Mis amigos se burlaran de mí si saben que vivo con una niña.

—Danniel, se amable con ella —dice su padre, regañándolo—. Lamento el comportamiento de mi hijo, él no es así siempre.

—Está bien, señor Richard —dije, hablando por primera vez desde que llegaron.

—¿Señor? No sé si eso me agrade —dijo Richard, poniéndose de cuclillas frente a mí—. Dime Rick, ¿sí?

—Okey —dije sonriendo.

Luego de eso, mi mamá le mostró el cuarto de ambos en la casa, dejándome a solas con Danniel, quién seguía mirándome receloso. Yo me acerqué a él, sin dejar de sonreír, mi mamá me había enseñado que no importa quién o qué sea, solo sonríe y todo será más fácil.




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