Sola en el Mundo

DIEZ: La fiesta.

Vaya, el lugar es un asco. Es en una casa en uno de los peores sitios del pueblo, y no está en sus mejores momentos, hay basura en la parte de afuera de la casa y de ella salen varias ratas. Creo que voy a vomitar en cualquier momento. ¿En serio la fiesta es aquí? ¿Qué clase de gente haría una fiesta en un lugar así? Miro a Harry, sin saber si pedirle que me lleve a casa o no, no quiero que piense que soy una niña mimada, pero este lugar no me gusta. Él se gira a verme, y en cuanto nota mi incomodidad, sonríe y se baja de la moto para verme de frente.

—¿No te gusta el lugar? —pregunta finalmente, y yo abro tanto los ojos por esa pregunta que podrían salirse de mis cuencas.

—¡No, no, no! —digo rápidamente, y si no fuera por la fuerte música, estoy seguro de que todos habrían escuchado mi escándalo.

—Entonces, ¿por qué esa casa?

—Es que... no estoy acostumbrada a este tipo de sitios. 

—Ey, te la pasarás genial, ya verás. No te dejaré sola, estaré contigo en todo momento —por alguna razón, esa afirmación me calmó muchísimo, y el miedo que estaba sintiendo disminuye.

—¿Lo prometes? —digo, alzando mi meñique—. ¿Por la garrita?

—Lo prometo —alza su meñique y lo entrelaza con el mío—. Por la garrita.

Bajo de la moto con un poco de ayuda de Harry y entramos en la casa —si es que se le puede decir así— tomados de la mano, y él en ningún momento me suelta. Muchas personas lo saludan con una enorme sonrisa, y él les devuelve el saludo con la misma energía. En el proceso me termina presentando, pero son tantas personas que no logro recordar el nombre de la mayoría. En uno de los enérgicos saludos de Harry, llega una chica rubia, alta y de ojos azules. ¿De dónde salió esta Barbie? La miro sin disimulo de arriba a abajo, y cada centímetro de ella es jodidamente perfecta, y cuando sonrió solo lo confirmé, era una sonrisa perfecta con dientes blancos y perfectos. 

Obviamente no pude evitar compararme un poco con ella, yo era bastante normal, no tenía nada realmente llamativo, quizá un poco mis ojos, pero hasta ahí. No soy alta, solo mido 1.65, ella seguramente mide aproximadamente 1.70 o más. Tampoco tengo un cuerpo de infarto, en lo más mínimo, en cambio ella tiene las proporciones adecuadas en cada parte de ella. Y ni hablar de mi descuidado cabello castaño, es tan simple que no me sorprende no llamar la atención. ¿Por qué Harry salía conmigo en lugar de con esta chica? Es mil veces mejor que yo, y dudo que sufra una enfermedad mortal sin cura alguna.

Harry y ella comienzan a hablar acerca de sus años dorados, de su época de preparatoria, lo bailes, y lo que llamó por completo mi atención: su hermosa relación amorosa. ¿Habían estado juntos? Y más importante aún, ¿¡la había dejado!?

—Éramos la pareja favorita de todos —dice la chica, la cual desconozco su nombre aún. Harry no nos ha presentado.

—Sí, hasta que llegaron Ashley Harris y Thomas Hardy a salir, los prefirieron a ellos —dice Harry entre risas.

Esto no podía ser más incómodo, de verdad. ¿Qué necesidad tenían de dejarme de lado como si no existiera? Y para colmo, Harry dijo que quería una oportunidad, ¿para qué la pidió si me iba a olvidar a la primera que apareciera su ex? <No puedes culparlo, ella es hermosa>. Lo sé, no tienes que recordármelo.

De pronto, como por obra de magia, Harry recordó que venía con alguien, así que se volteó hacia mí y finalmente me presentó.

—Oh, casi lo olvido —menciona, mirándome a la vez que me tomaba del hombro y me acercaba a él—. Leyla, ella es Cara. Cara, ella es Leyla, mi...

—El amor de su vida —termina ella, extendiéndome una mano, una que acepté por mera educación.

Te acabo de conocer y ya te odio.

—Deja tus bromas, Ley —dice Harry riéndose. Yo no le veo lo gracioso—. Leyla y yo salimos durante un tiempo en la preparatoria, pero no duramos más de un año.

—¿Y eso es poco? —pregunto.

Estaba más que claro que para mí eso era muchísimo, ¿no?

—Mmm... algo —dice él.

—¿Y por qué terminaron? —pregunto, sin ser capaz de mantener mi curiosidad a raya e inmediatamente me arrepiento—. Es decir, no tienen que decirme, no es asunto mío. Yo no...

—Él me engañó —suelta de golpe Leyla, sorprendiéndome.

—¿Él te...?

—Por venganza, que no se te olvide que lo hiciste tú primero —se defiende de inmediato.

—Lo mío no fue tanto —dice la rubia encogiéndose de hombros.

—¿No fue tanto? Tuviste sexo con Jayden Mason.

Madre mía, ¿la preparatoria era un lugar para tener sexo con todos o cómo funcionaba ese sistema?

—Oh vamos, creí que lo habías superado —dice Leyla.

—Y lo hice, solo que no pienso dejar que me dejes como el malo de la historia delante de Cara.

Leyla me mira, y no es una mirada amable, en lo más mínimo. Me mira de arriba a abajo rápidamente y luego niega.

—Así que es tu nueva aventura —dice, acercándose más a mí, inspeccionándome más de cerca.

—No, solo somos amigos —digo al fin, siendo incapaz de soportar que alguien invada de esta manera mi espacio personal—. Ahora, si me disculpas, me gustaría tener mi espacio personal, gracias.

Ella se retira de mí, se despide con un movimiento de mano y luego se va, contoneando las caderas seductoramente, llamando la atención de algunos hombres —y una que otra mujer—. Me volteó a ver a Harry y noto que tiene la mandíbula bastante tensa, y una mirada asesina por el lugar donde se acaba de ir Leyla.

—¿Estás bien? —pregunto, mirándolo.

—Sí... No, no lo estoy —admite, sin mirarme—. Ya van dos personas que han dicho cosas de mí que... no quería que supieras.

—Harry, ya te dije que no voy a condenarte por tu pasado.

—No, pero te hará dudar de mí, como la otra noche.

—Esa noche tenía muchas cosas en la cabeza —digo, un poco apenada—. De hecho, estoy segura que, de no ser por Rick, te habría dejado besarme.




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