Sola en el Mundo

ONCE: La historia.

En el camino estábamos en silencio, Danniel no decía nada, solo se limitaba a conducir. Yo tampoco decía nada, estaba en silencio en mi asiento. En este punto ya no me sentía nada ebria, me sentía bastante sobria, y eso solo hizo que mi mente me hiciera pensar una y otra vez en todo lo que Leyla me dijo. En la cara de Harry cuando me fui, toda esa tristeza... no puedo perdonarme eso, me afecta más que las propias palabras de Leyla. ¿Es que acaso siempre debía herir a todos los que me querían?

Primero Danniel, luego Sam y ahora Harry. Soy una mierda, merezco que todos me dejen sola en esa casa, encerrada y sin contacto humano. Quiero llorar, tengo demasiadas ganas de llorar, siempre he sido de lágrima floja y ahora no es la excepción. Dejo salir un fuerte sollozo, haciendo que Danniel al fin me mire, pero no por mucho tiempo porque de inmediato se voltea hacia la carretera. Lágrima tras lágrima se deslizan por mis mejillas, empapándolas.

—Soy una mierda —suelto de pronto.

—¿Qué? —dice Danniel, no lo miro porque tengo mi antebrazo en mis ojos, impidiéndome ver nada.

—Eso, soy una enorme mierda —digo entre sollozos. No me avergüenza llorar frente a él, no sería ni la primera ni la última vez que me viera hacerlo.

De pronto el auto se detiene, quito mi antebrazo y veo que estamos a la orilla de la carretera. ¿Por qué nos detuvimos?

—Tienes razón, eres una mierda —dice Danniel, girándose en mi dirección.

—¿Qué...?

—Eres una mierda, pero no por lo que crees —me interrumpe. Debo decir que el que diga eso solo me da más ganas de llorar—. Eres una mierda porque crees que si hieres a las personas podrás alejarnos de tu vida, eres una egoísta por querernos lejos.

—¿Egoísta? —repito confundida. ¡Lo que he hecho está lejos de ser egoísmo!

—Sí, egoísta. Nos alejas de ti, nos sacas de tu vida, privandonos del privilegio de formar parte de ella, de conocerte. Oírte reír y cantar. Y no hay nada más mierda que una persona egoísta, y estás siendo justamente eso.

Sus palabras me hacen llorar más, pero no sé si es porque me conmovió o porque me hirió más. Mi vista se nubla de las lágrimas, y bajo la mirada. Escucho como el cinturón de seguridad se suelta, para luego sentir unos fuertes brazos rodeándome, mientras que su otra mano me acaricia el cabello. Entierro mi cara en el hueco de su cuello, y lloro libremente en él. Mientras, Danniel me dice palabras tiernas y reconfortantes.

Me separo de él, y lo miro, mis ojos hinchados por el llanto. De seguro que ahora sí tengo el maquillaje hecho un desastre, pero eso no podría importarme menos, no si es Danniel quién me ve.

—Lamento lo que dije —dijo de pronto, rompiendo el silencio—. No era mi intención hacerte llorar aún más.

—No, no. Está bien, tienes razón —digo, evitando su mirada a toda costa—. Soy una persona egoísta, te herí y no pensé en tus sentimientos. Mucho menos en los de Harry.

—Es cierto que me lastimó que me quisieras lejos, pero no fue tu culpa, no pensé en tus propios sentimientos, solo en los míos. El verdadero egoísta fui yo.

No digo nada a eso, solo me quedo en silencio, aún sin mirarlo. Por alguna razón siento el fuerte impulso de abrazarlo hasta que nos fundamos, hasta sentir que todas las piezas rotas vuelven a unirse. Quiero repararnos, pero no sé cómo.

—Te extraño —digo de pronto.

—¿Ya? Ha pasado solo un día —dice en modo de broma, haciéndome reír suavemente.

—No es mi culpa, eres mi mejor amigo y no me acostumbro a estar sin hablarte ni siquiera una hora.

Él se ríe de mi comentario, recordando lo mismo que yo. Cuando estaba en la escuela siempre me ponía a llorar en casa, hasta que Danniel volvía y jugaba conmigo el resto de la tarde. Mamá tuvo que comprarle a ambos teléfonos nuevos, a Rick porque le estaba fallando el suyo y a Danniel porque yo necesitaba hablar con él para no llorar. Sí, mi mamá me consentía mucho de niña, pero solo lo necesario.

—Yo también te he echado de menos —dice, y es en ese momento que lo volteo a ver, su mirada avellana de forma intensa.

—¿Podemos volver a ser los mejores amigos del mundo? —pregunto, mirándolo suplicante.

—Nunca dejamos de serlo, Cara.

Y justo en ese momento me abalanzo sobre él y le doy el abrazo más fuerte de la vida, deseando quedarnos así por un largo tiempo. Amo a Danniel, es el mejor amigo que alguien podría pedir. Las personas deberían envidiar nuestra amistad, somos como Joy y Chandler, o Rachel y Mónica.

Nos separamos y él me sonríe, le doy un beso en la mejilla y Danniel vuelve a arrancar el auto. El resto del camino la pasamos cantando cualquier canción que sonara en la radio, incluso cuando no nos la sabíamos le inventábamos la letra. El camino estuvo lleno de risas y bromas, haciéndome olvidar por completo cualquier palabra hiriente que me hayan dicho. Al llegar a casa entramos en silencio, ya es más de la medianoche y mamá me dió permiso hasta la 1:00 a.m, pero no quiero despertarla.

Subimos las escaleras y entramos a mi habitación, en cuanto llegamos nos dejamos caer sobre el colchón de mi cama y miramos el techo en silencio, mirando las calcomanías luminiscentes. A pesar de que ese día terminó en un completo desastre, algo bueno salió.

—Creo que pondré unas así en mi habitación —dice Danniel de pronto, rompiendo el silencio.

Me giro y lo miro, sonriendo ante su comentario.

—¿Ah sí? —pregunto yo.

—Claro, pero obviamente necesitaré a mi ayudante estrella —dice con una sonrisa igual o más grande que la mía.

—Con gusto, pero quiero un mejor salario.

—¿Por qué? Mi paga es muy generosa.

—Ni siquiera me pagas.

—¿¡Cómo que no!? —pregunta indignado. Aquí viene Drama Queen—. Te dejo ver mi hermosa obra gratis, ¿eso no es suficiente para ti?

—Mmm... —hago como que me lo pienso un momento para luego contestar—, no.




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