Sola en el Mundo

TREINTA Y DOS: La conversación.

Oficialmente el plazo que Harry me había dado había acabado, o bueno, acababa mañana. Estaba muy nerviosa, sentía como la ansiedad aumentaba en mi cuerpo. Traté de ignorar ese hecho, pero me era casi imposible, no podía hacer nada sin pensar en él y, por consecuencia, en lo que le diría mañana. No estoy hecha para estar bajo estrés, todos podemos adivinar eso.
 

Desde el día de la cena, Tyson ha estado viniendo cada día sin falta con algún regalo nuevo, u ofreciéndome hacer algo juntos, suelo rechazarlo ya que sus planes son diurnos y... Bueno, soy casi como un vampiro, solo me falta chupar sangre y tener colmillos sumamente largos. Y quizá una piel que parezca de diamantes cuando me dé el sol, pero no soy de ese tipo de vampiros cool, soy de los que morirían si el sol siquiera me rozara la piel.
 

¿En qué estaba? <Las visitas de tu padre>. Cierto, gracias.

 

A pesar de que no hacemos nada juntos, no se va, se queda conmigo y hacemos cualquier otra cosa. Incluso me enseñó a preparar panqueques, ¡y no quemé la cocina! ¿Pueden creer eso? Definitivamente ese fue un momento histórico. Hoy estoy esperando a que venga, así que, mientras tanto, veo un reality show de gente rica con problemas de gente rica. Me río con sus peleas y cada vez que les censuran las palabrotas me divierte imaginar cuáles dijeron.

 

Danniel está en su habitación junto a Artemis, quien ha estado viniendo más seguido, o al menos a comparación de antes. Su presencia se nota mucho, porque la risa de Danniel se oye bastante. Me siento feliz por ellos, se nota que ahora sí podrán tener una hermosa relación, ambos han madurado y tuvieron la fortuna de volverse a encontrar con los sentimientos intactos.
 

Está de libro romántico, ¿a qué sí?

 

Mi celular suena con ese tono característico y de inmediato me tenso entera. No le he respondido ninguno de los mensajes, no me siento capaz. Cada vez que oigo que me envió un mensaje no puedo evitar sentir unas ganas enfermizas de llorar, ya tengo los ojos cristalizados, de hecho. Mierda, no sé cómo demonios se supone que hable con él mañana.

 

Esperaba que ese mensaje fuera como los otros y tardara en recibir otro, pero, en su lugar, una llamada entró y mi corazón se disparó de inmediato. No tengo idea de si fue por lo de siempre o por los nervios que tengo desde que desperté. Bueno, supongo que no está bien que lo ignore tan descaradamente, ¿no? Cojo el celular y, con el corazón en la garganta, atiendo la llamada.
 

―¿Hola? ―dije, rezando porque no se notara que me temblaba la voz.
 

Hola, amor ―¿es muy raro si les digo que me emocioné por sus palabras? En mi defensa, nunca antes me había dicho así―. Me preocupé un poco cuando vi que no contestabas mis mensajes.
 

Ahora quiero darme una cachetada mental, definitivamente no debo ignorarlo de esa forma.
 

―Ah, sí... es que estaba viendo un reality show y tenía el celular en vibrar ―mentí, no creo que fuera lindo que le dijera que lo ignoré con toda la intención, ¿o sí?
 

Vale, te perdono porque suelo hacer eso a veces cuando veo mis shows de competencia culinaria.
 

No pude evitar reírme un poco.

 

Eh, llamaba para decirte que... ¿recuerdas que hace un tiempo te había invitado a cenar y preguntaste si sería con mi padre?
 

―S-sí, lo recuerdo, dijiste que no iría tu padre y solo seríamos nosotros.

 

Exacto, sí. Nunca tuvimos esa cena y... me gustaría que tuviéramos esa cena esta noche.
 

―¡Oh! ―no sabía qué decir, no me esperaba verlo hasta mañana―. Em, claro, claro. ¿A qué hora vendrás por mí?
 

A las ocho, a esa hora tendré todo listo. La cena será aquí en casa ―hubo un pequeño silencio en lo que yo analizaba todo, quizá esa sería nuestra última cena juntos―. Y, una cosa más...
 

―¿Sí?
 

Mi padre nos acompañará, dice que quiere conocerte mejor. Al parecer no le bastó lo que vio la vez del concierto.
 

Si antes estaba nerviosa ahora lo estaba aún más. ¿Se puede morir por nervios? Bueno, los nervios te aceleran el corazón y creo que me dará un infarto justo ahora. Mierda.

 

―Oh, ¿tu padre? Eso... ¡Claro! No hay problema, uno tiene que conocer a sus suegros, ¿no? ―vale, a este punto era imposible que ocultara los nervios, no había forma.
 

Hey, calma, seguro te amará. Le caíste bien esa noche y solo intercambiaron unas pocas palabras, en cuanto te conozca entenderá por qué su hijo se enamoró de ti.
 

Abrí enormemente los ojos, y, esta vez, sabía que los latidos acelerados de mi corazón habían sido por causa suya.

 

―¿Estás enamorado de mí?
 

Te juro que creí que era el ser humano más obvio del mundo ―bromeó.
 

―Entonces... ¿me quieres mucho? ―seguí un poco su juego, sintiendo como mi corazón comenzaba a calmarse un poco.
 

Podría decirse... Te amo.

 

¿Qué se calmaba dije? Debí decir mejor que ¡estaba a punto de explotar! Ya me dolía el pecho debido a esos acelerados latidos, ahora sentía que acababa de correr una maratón sin descanso alguno.

 

―¿M-me amas?
 

Creí que eso también era muy obvio ―soltó una risita nerviosa (la cual no me es difícil de identificar ya que he soltado muchas de esas)―. ¿T-tú me...?
 

―Sí ―lo interrumpí―. Te amo, Harry Willson.

 

Y colgó.

 

Así como lo oyen. Harry Willson, el chico que se atrevió a decir que me ama, me colgó el celular en cuanto yo le dije lo mismo. No me siento ofendida en lo absoluto, lo juro, estuve a punto de hacer lo mismo cuando él lo dijo. Una gran sonrisa se instaló en mis labios, me sentía... me sentía...
 

Me sentía una mierda.

 

Porque ahora, cuando le dijera toda la verdad, sería aún más doloroso para él alejarse. Muy bien, ya a este punto no hay nada que pueda hacer, solo aceptar mi destino y decirle todo.




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