Entre cafés y ensaladas
—Hola Jane —dice mi malhumorado jefe cuando me ve entrar, el lugar es tan malo que el mismo dueño tiene que atender también y hay solo dos empleados, una chica llamada Alondra y yo.
—Hola señor Cooper —respondo educadamente.
—Hoy trabajarás en la cocina, Alondra se cortó ayer picando verduras y no quiero gérmenes en la comida —me comunica y yo solo asiento con mi cabeza tragándome un "si no quieres que la comida tenga gérmenes deberías limpiar el lugar más a fondo" porque en realidad el café-restaurante es un asco, hasta cucarachas se pueden ver si te quedas mirando a un punto fijo por mucho tiempo. No falta mucho para que clausuren el lugar, pero mientras puedo "disfrutar" de trabajar en un lugar en donde la exigencia es casi inexistente.
Camino a la cocina sin chistar mientras ato mi cabello en un recogido bien ajustado, al llegar a mi destino tomo la red para el cabello que suele usar Alondra y la coloco sobre mi cabeza, solo espero que no tenga piojos.
...
—Un café late sin crema con dos bollitos rellenos de dulce de leche, tres cafés descafeinados con azúcar y un café con leche descremada —me dice Alondra leyendo el papel de ordenes en voz alta desde la ventanilla.
Asiento en su dirección y me pongo en marcha con las ordenes, unos minutos más tarde ya tengo los cafés descafeinados y el late, los bollitos los pone el señor Cooper cuando ella se los pida. Tardo un poco más con el café con leche pero al terminar toco la campanita indicando que ya esta todo, con una mirada fulminante mi rubia compañera me hace saber que tardé más de lo que debería, si tanto le molesta que tarde que venga a hacerlo ella, apuesto que no se corto nada y solo tiene la bandita en el dedo para disimular. Gruño en su dirección recordándole quien es más inofensiva aquí, es decir ella, y ella baja la cabeza con arrepentimiento, toma las ordenes listas sin decir nada y se retira. Luego vuelve para decirme otra orden, no entiendo como viene tanta gente a comer o merendar aquí si el lugar es horrible, pero bueno no me quejo ellos pagan mi miserable sueldo.
—Jane, hay una chica preguntando por ti —me comunica Alondra.
—¿Quién?
—Una tan Alina, dice ser amiga tuya.
—Alina ha estado aquí mil veces ¿Cómo no la recuerdas? —le digo con molestia, la chica le hace justicia a los típicos estereotipos de rubias huecas y es que yo soy algo tonta pero ella me supera a creces.
—No lo se —murmura elevando su labio inferior hacia arriba, parece que esta por llorar.
—Bien, déjala venir hasta la ventana —le indico volviendo a mi trabajo.
Segundos después escucho la voz aguda de mi morenita—Hola Jane —alarga la e al final haciendo que cierre mis ojos por un momento, su voz es terriblemente aguda.
—Hola Al, ¿No vino Bec?
—No, creo que salió con Christian porque tampoco lo vi en casa —sonrío ante la mención de su hermano, Becky y el mellizo de Alina, Christian, están comenzando una relación amorosa y yo opino que ya era hora de que se dieran cuenta ellos mismos de sus sentimientos, cuando se ven se molestan pero se miran con un brillo tan especial en sus ojos que cualquiera se da cuenta de que están locos el uno por el otro, es el mismo brillo que veía en los ojos de mi padre cuando mi madre aún estaba con nosotros.
—Que bien, espero que el idiota de tu hermano no la lastime porque si lo hace no va a ser su auto el que cobre la venganza, sino su...
—¡Ya entendí! —chilla Alina antes de que diga algo inapropiado.
—...su brazo ¿Qué pensaste que era? Mal pensada, te creí más inocente Ali —digo con falso tono sorpresivo y ella se sonroja totalmente, es bastante divertido avergonzarla porque su cara parece un tomate.
—Te odio —me dice para luego sacarme la lengua infantilmente.
—Dos cafés dobles y una malteada de fresa —dice Alondra llegando de repente.
Asiento en su dirección y me pongo en marcha— ¿A qué hora sales hoy?
—¿Qué hora es?
—Emh, las cuatro.
—En dos horas salgo, si quieres ve a tu casa y yo voy luego de terminar aquí —le propongo sin dejar de trabajar.
—Oh no, es más divertido aquí en casa Mike vive preguntando por sus medias sucias —masculla con cansancio.
—¿Aún no las encuentra? —pregunto con diversión.
—Las encontró y las volvió a perder, no se que va a hacer con su vida si pierde hasta sus medias.
—Ni yo —río levemente y toco la campanita indicándole a mi compañera que tiene que venir a buscar los pedidos, cuando la rubia se retira tomo aire antes de murmurar en voz baja— Ali...
—¿Si J? —contesta mirándome con curiosidad.
—Hoy, ya sabes después del... con... ¿Qué paso? —me siento entupida al no poder decir la palabra beso y el nombre James en una misma oración ¡Es que lo bese y no morí en el proceso! Debe ser un milagro de Dios.
—Le dijimos a James que fue un reto y él se fue despidiéndose de nosotras educadamente a pesar de que nos reímos en su cara, Jane él es un buen chico no entiendo como piensas que es la peor escoria que ha pisado la tierra —ruedo los ojos ante la muy típica frase que va siempre con James, nadie lo ve como lo veo yo: arrogante al 100% e insoportable el doble.
—James es un idiota eso no va a cambiar Alina —digo con molestia, no me gusta que lo halaguen y me dejen a mi como la mala de la historia, ¡Que solo me defiendo! El es un grano en el culo cuando quiere... es decir, siempre.
—Bien, lo que digas no te enfades.
—Esta bien...
Antes de poder decir algo más me interrumpen— Una ensalada cesar con pollo y un exprimido de naranja —estúpido trabajo.
Comienzo a sacar los ingredientes para la ensalada y los enjuago un poco antes de comenzar a prepararla. No pasa ni medio minuto cuando Alondra vuelve y dice— Dos ensaladas de lechuga, tomate y huevo sin condimentos.