Cherry Bomb
—Al ¿No te molesta que vaya a mi casa ahora? Realmente estoy exhausta y necesito dormir, mañana llega papá de su viaje y tengo que ir a buscarlo junto a la bruja —le digo con algo de culpa a Alina mientras salimos del restaurante.
—Claro que no, ve y descansa mañana organizamos algo con Becky también —dice con simpleza y una pequeña sonrisa en su rostro. Alina es demasiado buena, estuvo prácticamente toda la tarde intentando entablar una conversación conmigo pero nunca se podía con los pedidos llegando a montones y Alondra interrumpiendo a cada momento.
—Gracias chiquita, mañana después del trabajo te prometo que voy a tu casa —le aseguro caminando hacia mi bicicleta, al llegar a esta le saco el seguro y la acomodo bien para luego subirme pasando mi pierna derecha por arriba.
—Esta bien, nos vemos —musita con voz risueña caminando hacia su auto. Odio los autos, prefiero las motocicletas pero como la mía esta en el taller debo conformarme con mi vieja bici.
...
Camino perezosamente por la entrada de la gran casa de mi madrastra, que se ha convertido en nuestro "hogar", hasta llegar a la puerta, pongo el código de seguridad en esta y luego de un pitido se abre dejándome entrar. No me sorprendería si un día de estos cambia la clave sin decírmelo y me deja afuera solo por el gusto de sacarme de quicio. Miro las boletas que han llegado hoy por correo, paso la del pago de luz, agua... nada interesante, vuelvo a dejarlas en su lugar y camino en dirección a las escaleras, a juzgar por el silencio no hay nadie en casa eso es igual a: mi paraíso personal. Corro escaleras arriba sin tener que preocuparme por los gritos chillones de Lilian y todo el cansancio que tenía por el trabajo se esfuma de un segundo a otro, me dirijo a mi habitación en donde cierro la puerta con fuerza al entrar y comienzo a desvestirme como de costumbre quedándome en brazier y boxers femeninos, sin olvidar mis medias disparejas en la mañana no me dio tiempo para buscar medias pares por lo tanto una es de color negra y la otra amarilla, conecto mi teléfono con los parlantes y coloco la canción Cherry bomb de the runaways a todo volumen.
Grito a todo pulmón el estribillo mientras tomo un peine simulando que es un micrófono y muevo mi cabeza de un lado a otro despeinando mi cabello más de lo normal simulando ser una rockstar. Comienzo a gritar el resto de la canción con la misma pasión mientras me subo a mi cama, al estar encima de esta me lanzo de rodillas fingiendo estar tocando una guitarra imaginaria en la parte del solo, cuando esta por comenzar otra vez el estribillo me pongo de pie tambaleándome un poco y canto nuevamente— Hello daddy, hello mom —volteo de un salto antes de mover mi trasero al tiempo que digo— I’m your ch ch ch ch ch cherry bomb. Hello worl i’m your wild girl I’m your ch ch ch ch ch cherry bomb —Sigo bailando hasta que termina la canción, escucho una carcajada sonora antes de que comience la siguiente canción, la sorpresa hace que voltee con rapidez hacia la puerta pero antes de poder divisar de quién se trata me enredo con las sabanas de mi cama provocando que me caiga hacia atrás, específicamente al suelo que le da de lleno a mi trasero— Puta mierda, jod...
De repente la música se corta y la persona que se encuentra en mi habitación habla entre risas—¿Estas bien?
No puede ser ¿Será posible que...
—¿¡Sofía?! —grito reincorporándome de un salto aún sintiendo mi retaguardia doliendo como mil demonios, pero eso ya no es importante.
Una rubia.
Muy conocida.
Frente a mi, bueno... a unos metros.
¡Sofi esta en casa!
—¡Si! He vuelto hermanita, que hermoso que me recibas con ese precioso baile —dice para volver a echarse a reír.
—No puedo creer que estés aquí —chillo con emoción corriendo hacia mi hermana y envolviéndola en mis brazos con fuerza. Ella corresponde el abrazo de una forma más delicada y yo sonrío ampliamente.
—Vaya, no me golpeaste por haberme burlado de ti, debes haberme extrañado demasiado —se burla de mi haciendo que ría entre dientes.
—Ya me vengaré de ti en cuanto menos te lo esperes —murmuro dejando de abrazarla de a poco, sonrío con falsa dulzura— ¿Cuándo llegaste? ¡Nadie me aviso que venias! —me quejo frunciendo el entrecejo.
—Era una sorpresa, le dije a papá que ya no era de mi agrado estar en el internado y no dudo en mandarme unos pasajes para volver aquí —dice con una sonrisa en su rostro, aunque rápidamente la reemplaza por una mueca de desagrado— los internados no son como los pintan en los libros son terribles y te obligan a usar una falda hasta la rodilla, que por si fuera poco pesa una tonelada y parece que me caeré solo por el hecho de llevarla puesta, hace un calor insoportable en las habitaciones y ni un puto ventilador ponen y lo peor ¡No hay chicos!
—¿Lo peor que no haya chicos? Vamos Sofía, los chicos son un dolor en el culo, es mejor que no haya ninguno. Aunque eso del calor y la falda si que es terrible —difiero y a la vez concuerdo con mi hermanita. Es dos años menor que yo, es decir que tiene quince años, estuvo en ese internado por casi tres años y la verdad es que ya me estaba preguntando cuanto más iba a aguantar el encierro, digamos que su fuerte nunca ha sido ser controlada las veinticuatro horas es en la única cosa en que nos parecemos en el resto es todo lo opuesto a mi, sin contar lo físico claro.
—Eso me suena a que hay alguien rondando por tu cabecita —murmura con picardía tomando mis manos y arrastrándome a la cama, se sienta y me indica que haga lo mismo como si se tratara de su habitación y no la mía, aún así lo hago porque no es que me encante estar parada— cuéntame todo, ¿Qué tan lindo es? ¿Cuántos años tiene? ¿Va a...
—Ey, cálmate con las preguntas, no hay nadie ni habrá nadie nunca ¿Ok? ok —por alguna razón la imagen de James pasa por mi mente por un segundo y me obliga a sacudir mi cabeza levemente para evitar que mi lado idiota haga lo que mejor le sale: pensar idioteces.