Tan...
(JANE)
Al ver a Gonzalo tan sorprendido y emocionado, no puedo evitar abrir la boca con el mismo sentimiento, el de sorpresa, claro. Sorprender a Gonzalo es tan imposible como que los dinosaurios de los museos vuelvan a la vida.
Pero lo tengo frente a mis ojos.
Gonzalo Quiroz sorprendido.
Al voltearse me deja ver sus ojos brillosos y eso es todo lo que necesito para no desmentir el absurda invento del Grinch, pongo mi mejor sonrisa risueña antes de tenerlo abrazado a mi nuevamente. Me siento mal, y no por el hecho de mentirle, sino por el hecho de que cree que James es decente ¡Gonzalo no cree que nadie es decente! ¡Ni siquiera su propio hijo o yo! Dejo pasar ese detalle y le devuelvo el abrazo—Felicidades Janie, te dije que encontrarías un chico, pequeña rubia-odia-hombres.
Río levemente antes de romper el contacto—Gracias —susurro con lentitud, tragándome las ganas de insultar al idiota que morirá pronto.
—¿Es que soy el único que cree que todo esto es una locura? ¡Jane es una niña! ¡No tiene edad para estar con nadie! —grita Fabri, y no puedo creer lo hipócrita que pueden llegar a ser las personas.
Si hubiera sido otra persona quizá se lo hubiera dejado pasar —bueno, no lo creo— pero era Fabricio, el chico que se metió en mis bragas cuando apenas tenía quince años.
—¿Que soy una niña? —digo a la vez que lanzo una risa amarga— No digas idioteces Fabricio tu y yo bien sabemos que no es verdad —mascullo con molestia.
—Tu eres una niña —vuelve a repetir sin inmutarse por mi reacción.
Tomo una respiración antes de contestar:—No, no lo soy, voy a tener dieciocho dentro de poco y repito quesabes por qué razón no soy ninguna niña —gruño y si fuera un motor ya estaría sacando chispas de—grandísimo idiota.
—Tranquila rubia, solo no quiero que este idiota se aproveche de ti.
Más hipocresía.
—Ay por Dios, ya no quiero seguir escuchando tonterías —murmuro con incredulidad volteando a ver a Gonzalo—, tío ¿Dónde esta Gigi?
—Esta en el área de Fiore —me comunica aún sin dejar de mirarme con ternura.
En serio estoy asustándome.
—Bien, ven James—digo con voz cortante antes de comenzar a caminar hacia el fondo del taller donde Fiorennase halla, Fiorenna no es una persona no se confundan, es un viejo Ratrodford modelo 34 que ha estado en el taller desde siempre y nadie ha podido hacer que funcione aún. No se si es fácil arreglarlo o no, ya que a pesar de haber pasado mucho tiempo de mi vida aquí papá nunca quiso que me centrara mucho en la mecánica, tan solo se las cosas básicas por si Gigi deja de funcionar de repente. Gigi es mi Harley negra hermosa, es el amor de mi vida y mi infaltable compañera. Hace unos días un idiota la chocó en el estacionamiento del instituto y tuve que traerla de emergencia aquí ya que se había dañado un poco, por suerte no la destruyó tanto como para que no funcionara. Creo que esta de más decir que su auto no fue tan solo pintado por mí, me aseguré de que no funcionara... algo más que aprendí con los chicos del taller, a dañar autos, digamos que Fabricio y sus hermanos Joaquin y Fede tienen un par de enemigos en el barrio— Adiós tío volveré uno de estos días a visitarlos, ¡mándale mis saludos a la tía Dylan!—grito al estar ya a unos metros.
Al ver a mi amada sonrío con emoción, haber estado un día sin ella ha sido una tortura. Me apresuro a sacarla del taller por la parte trasera para no cruzarme con el insoportable Fabricio y me monto en mi moto casi olvidándome de mi acompañante. Casi.
—¿Vienes?
—¿A donde?
—A dar un paseo —me encojo de hombros—, no siempre hay que ir a algún lugar en especifico ¿sabes?
—Supongo —lo veo fruncir el entrecejo y sonrío levemente por un segundo—. Espera ¿Estas enojada?
—¿Tienes miedo de que te lleve a un descampado para asesinarte? —hablo con sarcasmo antes de agregar— si te quisiera matar ya lo hubiera hecho, tienes suerte de que a mi tío le caíste bien aunque no se como lo hiciste realmente, debe ser tu cara de virgen.
—¿Mi cara de virgen? ¡Pero si no soy virgen!
—No tienes que serlo para tener cara —le guiño un ojo sonriendo burlonamente.
—Que graciosa —gruñe con molestia, se enojo de verdad y no se si me gusta esta vez.
—¿Vienes o no? Tranquilamente puedes quedarte y tomar el autobús de vuelta...
Antes de poder continuar lo veo avanzar hasta la motocicleta y tomar impulso para subir, pasando su pierna derecha por encima. Al estar ya sentado me doy cuenta de que esta demasiado cerca de mí, realmente va a ser un largo viaje, tomando en cuenta además de que tiene que sostenerse de mí para no caer. Lo siento tensarse, probablemente por la misma razón de mi repentino nerviosismo, por un segundo y luego de un momento pasa un brazo por mi cintura y maldigo a mi cuerpo por responder cual chiquilla hormonal.
—Este chico con cara de virgen te pone nerviosa por lo que veo —susurra en mi oído y mi respiración se corta por un tiempo.
—Para nada —balbuceo mientras arranco a Gigi y acelero de pronto.
El brazo de James se aferra con más fuerza a mi cuerpo y mi estomago se pone duro al tiempo que me intento concentrar en el camino y no en sus brazos a mi alrededor. Jamás habíamos estado tan cerca y estar ahora tan pegados por temas de transporte es realmente nuevo y... extraño, de una manera que no puedo descifrar. Cuando doblo por una calle desierta comienzo a acelerar más sintiendo el aire golpeando mis mejillas, me olvido por un momento de James y sonrío pero él no me da descanso de su presencia y grita entre el viento que baje la velocidad, no le doy importancia. Él subió, ahora que se atenga a las consecuencias.
...
—¿Estas loca mujer? ¡Casi nos matas! —el grito de James hace que cierre los ojos por un momento, es muy insoportable cuando se pone en estado "debes ser más prudente" y me hace acordar a mi padre hace un año cuando compré a Gigi.