19

Un pajarito

Mis manos aprietan el papel con mucha fuerza y sin importarme más si el profesor es intimidante o no, me pongo de pie y me encamino hacia la puerta de salida, escucho las protestas del señor Wallas pero no le presto atención y en menos de dos minutos me encuentro recorriendo los pasillos en busca de una chiquilla pelinegra, ni siquiera se a que año va pero se que es menor que yo. Se le nota en toda su aniñada cara.

Recuerdo las palabras escritas en el papel y gruño con frustración, no se suponía que esa niña le iría con el chisme al tonto James.

Un pajarito me contó que te gusto.

El pajarito va a morir.

—¡Jane! — escucho a mi espalda la vez del chico causante de mis dolores de cabeza.

—¿Qué quieres Green? No estoy de humor para tus comentarios idiotas, ¿Dónde está esa chica? —no volteo a mirarlo, ni tampoco freno mi caminar apresurado. Observo los vitrales de los salones de clase para ver si en alguna de ellas se encuentra San o Sam, no lo sé poco y nada me interesa su nombre.

—¿Qué chica? —pregunta confundido.

—Cómo si no supieras de quién hablo James, Sam o San como se llame esa.

—¿Samantha? —cuestiona.

Me detengo en seco y él choca contra mí, volteo en su dirección y le doy un empujón haciendo que se tambaleé hacia atrás. Lo observo con los ojos entrecerrados.

—Hasta te sabes su nombre completo —comento con sorna— ¿Tan amiguitos son? Oh no déjame adivinar, se pusieron de novios y se quieren burlar de mí —siento la sangre caliente subiendo a mi rostro por el enojo—, pues déjame decirte que nadie se burla de Jane Matthews y menos una niñita que no conozco de nada y un insoportable niño mimado, podrás gustarme James pero si hay cosas más importantes en la vida que un sentimiento inútil y son mi dignidad y orgullo.

Inesperadamente siento unos labios estamparse a los míos, por un instante no hago nada me quedo quieta como una piedra pero en el segundo que James desliza su lengua por el borde de mi labio inferior tomo toda la furia que siento  y comienzo a demostrarla en el beso desesperadamente, mis manos viajan a su cabello y tiro de él con firmeza, nuestras lenguas se encuentran y entran en una lucha que no estoy segura de poder ganar, finalmente después de mucho tiempo un simple acto me debilita. Sus brazos me atrapan con mucha fuerza que no se si tengo oportunidad de escapar, ni tampoco quiero hacerlo. Por un rato me olvido de todo, me olvido de mi inseguridad de mi desconfianza con el mundo, solo existimos él y yo, nuestras bocas unidas y nuestros cuerpos prácticamente pegados. Mis manos pierden fuerza lentamente haciendo que en vez de tirar las ebras de su cabello las acaricie de arriba a abajo, él no baja la guardia sigue apretándome, asegurándose de que no huya. Pasa el tiempo y la necesidad de respirar se hace presente, en cuanto nos separamos por ello siento mis labios hinchados y sensibles, observo inevitablemente los de James y se encuentran rojos y tentadores, mi mente se encuentra abrumada por el beso aún y no se que decir en este momento, aunque algo me dice que es mejor el silencio. Los brazos de él aún me tienen apresada no obstante la fuerza con la que me sostiene disminuyó, subo mi vista recorriendo su rostro con mi mirada hasta encontrarme con sus ojos oscuros.

—No me burlaría de ti nunca Jane, no se que sucede con Sam pero yo no he hablado con ella desde ese día que se desmayó y tuve que llevarla a casa —susurra, mis hombros se tensan por un momento. Caigo en cuenta de lo que acaba de pasar y mi yo interior positiva se regocija pero siempre tiene que llegar mi parte negativa a dejarme remordimiento.

—¿Entonces quién es el famoso pajarito? —pregunto sin desconectar nuestros ojos.

—No puedo decirlo, prometí no decir que fue una amiga tuya —murmura fingiendo estar distraído, su indirecta muy directa me pesa de inmediato, mi actitud casi relajada pasa a una molesta en cuestión de segundos.

Alina me las pagará.

Me separo bruscamente de James, el me observa algo desorientado antes de pasar a hacer una mueca de decepción. Siento un pinchazo de culpa al ver su rostro contraído y su labio inferior tiembla ligeramente, se que esta vez ya no será tan condescendiente con la situación, ha estado insistiendo conmigo por tanto tiempo que se que este es su límite. Pero es lo mejor, para él y para todos.

—Yo no voy a estar contigo James Green, me gustes o no, no puedo estar con nadie —digo con firmeza.

—Si puedes, pero no quieres ver.

—¿Qué cosa?

—Que no debes estar aislada de todo el mundo porque hay personas a las que no les importa si estas jodida, solo quieren ayudar o solamente acompañar.

—Pero yo no necesito a nadie —murmuro sintiendo mis ojos picar.

—Lo sé, eres fuerte pero a veces no es cuestión de necesitar sino de admitir, déjame entrar Jane.

No puedo decir nada por un momento, en sus ojos se ve el anhelo y la esperanza.

—Yo... no puedo, no soy buena para ti —logro comunicar a duras penas.

—¿Y quién lo dice? —da un paso acercándose a mí.

—Yo, lo digo yo.

Siento el nudo en mi garganta más grande que nunca, en cuanto él intenta estirar una de sus manos hacia mi rostro doy un paso hacia atrás.

—No te entiendo Jane, no entiendo por qué actúas de esta forma —dice dolido, lo que causa que mi estomago se retuerza— he intentado comprender tu razón para alejarte de mí pero a lo único que llego siempre es a que no soy suficiente para ti —su voz a medida que avanza la oración pierde volumen hasta terminar en un susurro.

—No es eso —lo contradigo de inmediato, aunque no logro continuar. Eres demasiado para mí  quiero decir, pero no me atrevo.

—¿Entonces qué es?

—Yo no puedo decirlo James —mi voz suena desesperada, las ganas de salir corriendo son grandes pero por primera vez debo hacerle frente a la situación—, menos aquí —me excuso débilmente observando hacia los costados, si algo he aprendido en este instituto es que cualquier cosa puede saberse en menos de un minuto.