Audrey
(JAMES)
Observo la pared de mi habitación totalmente vacía mientras pienso en el día de mañana, después de años de intentarlo, de pensar en ella casi todo el tiempo, después de incontables rechazos esto por fin va a tener un fin o, con mucha suerte, un nuevo comienzo. Mis emociones suben hasta la esperanza y bajan hasta la desmotivación en un segundo cómo una montaña rusa contradictoria, por un lado mi mente me dice que va a ir, que no tengo que pensar en negativo porque no me ayudará en nada pero por otro lado me grita que deje de creer que ella irá que no esta tan interesada en mí como yo de ella.
Realmente he estado más de dos horas mirando hacia un punto fijo y aún no puedo estar seguro de qué va a pasar, Jane es tan impredecible que podría pasar cualquier cosa.
—¡James! —escucho el grito de Audrey y doy un respingo, vuelvo mi rostro en su dirección y la veo recostada en el umbral de mi puerta.
—¿Qué? —pregunto pacíficamente.
—¿Qué te sucede? Has estado ignorándome hace media hora —se queja y veo su entrecejo fruncirse.
Alzo las cejas con sorpresa antes de preguntar—¿Me has hablado? —la mirada que me echa me contesta por sí sola y me siento algo culpable por un momento— lo siento, estoy con la cabeza en otro lado.
Muevo mi vista hacia el suelo y lanzo un suspiro al mismo tiempo que paso mis manos por mi rostro y cabello deteniéndolas en mi nuca, en donde las entrelazo quedando mis codos apoyados sobre mis rodillas. La escucho caminar por el suelo de mi habitación y de inmediato siento un peso hundiendo el colchón de mi cama, no giro mi rostro en su dirección en cambio me quedo en la misma posición. No me gusta hablar de mis temas "amorosos" con mi hermana y es que ella es la mujer más celosa del mundo, lo más normal sería que yo siendo su hermano mayor sea el sobreprotector con ella pero en nuestro caso es al revés, aunque puedo decir que con el tiempo se ha relajado más, pero no del todo.
—¿Vas a decirme ahora o tengo que obligarte? —cuestiona, yo cierro mis ojos mordiendo la parte interior de mi mejilla.
—Ahora no tengo ganas de seguirte los juegos Audrey —mascullo sin abrir los ojos.
—Pero si no estoy jugando, solo quiero ayudarte.
—Mira Ady yo se que tienes las mejores intenciones y todo pero necesito estar solo.
—Sabes que no me iré.
Vuelvo a morder la parte interior de mi mejilla y esta vez decido descruzar mis dedos e incorporarme para observarla. Su cabello esta despeinado y ya tiene su pijama puesto.
—Ady, ¿esto es necesario? —la desesperación se apodera de mí pero intento no demostrarlo mucho.
—Muy necesario —afirma.
—¿Qué quieres que te diga? —estallo en un grito— ¿Qué mañana es uno de los días más importantes de mi vida y no se que hacer? ¿Qué la chica que me gusta es la persona más extraña y difícil del mundo? ¡No quiero arruinarlo Aud! Y tampoco quiero que tu lo arruines.
—¿Qué yo qué? —objeta con incredulidad— ¿Cómo podría arruinarlo? —su rostro se ha tornado rojo y su expresión pasa de preocupación a enfado.
—¿Cómo? ¿En serio lo preguntas Audrey? ¡Has deshecho todas mis posibles relaciones en prácticamente toda mi vida! —alzo mis manos con esceptismo antes de lanzar un suspiro de pura frustración, evito levantar mucho la voz pero me pongo de pie antes de continuar hablando, evito mirar en su dirección— Cuando quería estar con Nuria en cuarto grado tu llegaste y te hiciste amiga de ella siendo tres años mayor que tú y hasta ahora siguen siendo mejores amigas por lo tanto tengo que respetar el código de hermanos "no sales con mis amigas y yo no salgo con tus amigos" —cito su tonto código imitando el tono voz que utilizó la primera vez que me lo dijo: como una niña caprichosa y con una actitud de superioridad—, en sexto grado había una pelirroja que se llamaba Paloma, yo estaba ilusionado con ella desde que había entrado a nuestra escuela pero el día que tomé valor para ir a ella y presentarme ¡Tu llegaste conmigo y tiraste tu batido sobre ella! No quiso volver a acercarse a mí, oh, y ni me hagas hablar de Gueen —finalizo recordándole a mi primer y última novia.
Gueen y yo nos habíamos conocido en sexto grado, en ese entonces solo éramos amigos y estábamos juntos en todos los recreos, al pasar a séptimo nuestra amistad comenzó a subir de nivel y con el tiempo los primeros sentimientos comenzaron a surgir. Sorprendentemente, o no tanto, ella fue la que se declaró primero y yo estaba tan emocionado que solo la besé, ese fue mi primer beso, el más asqueroso pero al mismo tiempo bonito primer beso. Nos pusimos de novios el mismo día de la declaración y estábamos bien, hasta que Audrey se enteró que estaba saliendo con ella y armó un revuelo enorme, comenzó a decirme que ella no era la indicada para mí y un montón de barbaridades que no se creía ni ella misma en ese momento decidí ignorarla ya que pensaba que cómo estábamos de novios ya no podría hacer nada para separarnos pero el día que llevé a Gueen a mi casa para pasar la tarde allí y que conociera a mi madre, Audrey llamó al padre de Gueen diciendo que su hija estaba en mi casa, se me olvidó mencionar que su padre no quería que ella tuviera novios a tan corta edad y por lo tanto no estaba enterado de nuestra relación. Entonces, en medio de una sesión de películas románticas que ella había elegido, tocaron el timbre y dejé que mi madre abriera para no tener que levantarme del sofá, pero a la tercer ronda de timbrazos no respondidos por el típico "ya va" de mi mamá decidí ponerme de pie y caminar hacia la puerta yo mismo, al no querer quedarse sola Gueen me acompañó caminando detrás de mí envuelta en una manta de los Power Rangers, en definitiva era el padre de Gueen que en cuanto la vio allí la arrastró fuera de la casa llevándola en contra de su voluntad.
También se llevó mi manta.
No volví a verla, al parecer su padre era un maníaco sobreprotector y la mandó a un internado de mujeres no muy lejos de aquí, intenté visitarla claro pero no me permitían la entrada. Lo último que tuve de ella fue una carta que decía "Gracias por todo J, sabes que te quiero pero las cosas suceden por algo, quizá no debíamos estar juntos después de todo". Ella siempre había sido así: simple, directa y muy tranquila, si había algo que la destacaba era su aceptación ante las cosas malas de la vida.