Mascarpone
(JANE)
Camino hacia la entrada del instituto con la cabeza oculta tras la capucha de mi campera y mis manos metidas a en los bolsillos de la misma, todas las personas con las que me cruzo se hacen a un lado al ver mi expresión facial, no estoy con ánimos de hablar con nadie que no sea alguna de mis amigas.
—¡Jane! —escucho que me llama una horrible voz, volteo gruñendo y con el ceño fruncido hacia la chica.
—No me jodas Maddison.
—Ay pero que humor —dice ella divertida, me toma como chiste y yo no me estoy riendo.
—Solo lo diré una vez más, no-me-jo-das.
Volteo para seguir mi camino pero su voz vuelve a escucharse—Bueno, si no quieres saber sobre James mejor no te digo.
Paro en seco y aprieto la mandíbula, sin voltear hablo con voz fría.
—Tienes cinco minutos.
—Wii —chilla con felicidad y pienso en correr lejos de ella pero me quedo allí, maldita curiosidad— James se va a vivir a la casa de su tía al límite de la ciudad, al parecer su madre lo va a trasladar a un instituto privado de allí.
Falta menos de medio año para que termine el instituto ¿Quién se cambia de escuela a estas instancias?
—¿Cómo sabes eso? —cuestiono sin creerle del todo, girando mi cabeza para mirarla de reojo.
—Su madre se lo dijo a una mujer en el supermercado y mi madre lo escuchó —dice con orgullo, como si ser una chismosa fuera lo mejor del mundo.
—Pues dile a tu madre que no sea cotilla.
—¡Más respeto! —chilla a lo que yo sonrío de medio lado con amargura.
—¿Me lo dices tu? —río sin humor—. El día que te respetes a ti misma y no seas una zorra respetaré a tu madre cotilla.
Sin mas retomo mi camino sin prestarle atención a los chillidos molesto de la chica chicle tonta. Aunque tengo muchas dudas sobre esto no puedo evitar sentir un retorcijón en mi estomago presintiendo lo peor, ¿Y si es cierto y James se va? No quiero que se vaya.
Aunque si quiere irse que lo haga total no somos nada, pienso con amargura.
Doblo en el primer pasillo y choco contra alguien, y me cago en la puta que tengo una mala suerte impresionante de todas las personas que hay en el instituto me tenía que cruzar con un chico insoportable, que le hizo la vida imposible a una de mis amigas.
—Matthews —saluda "cortésmente", se que teme que arruine su nuevo cacharro con ruedas.
—Gordon.
—Yo...
—No me interesa lo que tienes para decirme, sal de mi camino —gruño con fastidio, el día que no quiero hablar con ningún alma me habla hasta el conserje.
—Hola chicos —literal, el conserje acaba de saludarme mientras pasaba con su carro de limpieza.
¿Es en serio? Frunzo en entrecejo y hago a un lado a Mike Gordon con molestia, ya que no se mueve para liberarme el camino. Es el idiota que dejo en ridículo a Becky haciendo público que es virgen. Camino hacia las escaleras que van hacia la terraza y subo rápidamente, al llegar al final de esta intento abrir la puerta pero al parecer esta trabada, maldigo en voz baja antes de dar un golpe a la puerta de metal y apoyar mi cabeza contra esta mientras cierro mis ojos. Tomo mi móvil del bolsillo de la chaqueta y abro mis ojos mientras busco a una persona entre mis contactos, al llegar a él presiono send y llevo el teléfono a mi oído, sin despegar mi frente de la fría puerta.
Después de dos tonos, atiente—¿Hola?
—Fabri, ¿tienes algo que hacer ahora?
—¿Por qué? ¿Te sucede algo? ¿Estas bien Janie?
—Estoy... bien —murmuro cerrando mis ojos— solo no quiero estar en el instituto hoy —sonrío forzadamente aunque el no pueda verme.
—¿Es por el idiota de tu novio? ¿Te hizo algo? —suena molesto, se que James no le agrada ni un poco.
—No me hizo nada Fabri, solo no quiero estar aquí ¿vale?
—Paso por ti en unos minutos, estoy en la empresa de tu padre.
—No, estas ocupado, no vas allí si no es algo importante no te moles...
—Voy por ti en unos minutos —cuelga sin dejarme replicar, siempre igual.
Suelto un suspiro y me doy vuelta, me sobresalto al ver a alguien más aquí y me tenso al reconocerlo.
—Hola —dice serio.
—Hola —susurro sin saber que más decir, es más que obvio que escuchó la conversación que tuve con Fabricio.
—¿Esta cerrado? —pregunta, como si no hubiera otra cosa más importante que hablar que no sea la estúpida terraza.
—Si —respondo sin expresión alguna.
Siento mi labio inferior temblar ligeramente y me maldigo por ser tan sensible en estos momentos, nunca soy sensible ¡Pero al parecer ahora todo me hace mal! Lo observo mirar hacia abajo y apretar la mandíbula, levanta la mirada y nuestros ojos se conectan al instante, una ráfaga de energía se propaga por todo mi cuerpo. Trago saliva comenzando a ver borroso por las lagrimas que se agolpan en mis ojos, miro hacia arriba intentando calmarme y no demostrar nada más, pero fallo en el intento y una lagrima solitaria baja por mi mejilla.
Sin poder evitarlo mi boca me traiciona—¿Es cierto que te iras? —susurro con voz ahogada, sin ganas de que me vea llorar volteo para darle la espalda.
—¿Quién te dijo eso? —pregunta con sequedad.
Ya no le importo, otra gota salada se derrama.
—Maddison —consigo decir firmemente.
—¿Desde cuando hablas con ella?
No lo esta negando, ya dejo de retener las lágrimas y las dejo caer libremente.
—No importa —con algo de esperanza estiro mi mano hasta la puerta y como si fuera un milagro esta se abre, trago saliva y sollozo antes de abrirla y correr al exterior.
No logro llegar ni a la mitad de la terraza cuando siento unos brazos envolverse en mi cintura, él hace que me voltee pero yo no subo mi rostro en cambio me aferro a sus hombros y escondo mi cabeza en el hueco de su cuello cerrando los ojos, la capucha de mi cabeza cae provocando que mis risos despeinados se revoloteen a nuestro alrededor por el viento.