Toda la verdad
Narrador omnisciente.
La cabeza de Jane se hace un lio de un segundo a otro y los recuerdos de su infancia la golpean con fuerza, su madre llevandola a la escuela, su madre jugando a las escondidas con ella y su hermana, sus padres abrazados en una hamaca de madera que solían tener en el jardin trasero de su antigua casa en el barrio... todos los recuerdos que su mente había suprimido al pasar el tiempo vuelven en el momento que la ve, su madre a la lejanía, mucho mas delgada y con su cabello rubio mas apagado casi llegando a ser castaño claro. Pero es ella.
Las ganas de correr hacia ella se instalan en su sistema, pero no puede mover ni un musculo, se siente débil y lo único que pude hacer es volver a caer sentada al suelo y mirar al punto donde se halla la mujer rubia hasta que esta desaparece de su campo visual al ingresar a la casa del que creía era el único chico mas sincero que conocía.
¿James es realmente sincero? ¿O tan solo juega con mis sentimientos?
Se pregunta.
Mientras tanto en la casa Green unas nerviosas Alina y Becky observan la cocina vacía esperando a que la propietaria vuelva de atender el timbre que acaba de sonar, Alina aprovecha el momento de intimidad para tomar el teléfono e intentar hablar un poco con Jane pero lo único que logra es ver que la llamada ya esta finalizada, con frustración vuelve a marcar el número pero es llevada al buzón de mensajes de inmediato. La morena lanza una mirada a su amiga castaña y esta se la devuelve habiendo visto lo mismo que ella.
Entonces unas voces comienzan a resonar en la casa y a ambas chicas les resulta extrañamente conocidas, por un momento piensan que puede ser James que volvió pero al sentirlas acercándose pueden notar que son voces de adultos, gruesas y varoniles, agudas pero potentes.
—Dean no se encuentra en este momento pero en cualquier momento va a llegar, unas muchachas vinieron a buscar a James hoy, mis hombres son muy solicitados este día —comenta la señora Green ignorando las identidades de todas las personas que se hallan en su casa.
Guía a sus nuevos visitantes hasta la sala social que es donde se encuentran ambas muchachas también y una vez allí dentro el ambiente se sume en un silencio tenso al reconocerse los unos a los otros.
Becky observa a las tres personas que acaban de entrar al lugar pero se centra mas en una mujer de cabello rubio, baja estatura y cuerpo voluptuoso que se encuentra con la boca semi abierta y sus ojos verdes identicos a su hija abiertos de par en par. Alina por otro lado se encuentra centrada en su teléfono intentando comunicarse con Jane de espaldas a las nuevas personas, hasta que Becky le da un pellizco y esta se sobresalta dejando caer su celular al suelo.
—Maldición Bec... —antes de terminar su oración ve a la mujer que se encuentra a unos metros de sí con ojos abiertos, frota sus ojos intentando despejarse por si acaso es una alucinación pero al ver que es real su boca actua sin pensarlo— ¿Señora Matthews? ¡Jesús! ¿Qué hace aquí? ¿Dónde estaba?
Al percatarse de sus preguntas inapropiadas pero muy necesarias lleva sus manos a su boca y se disculpa con los ojos, en una mirada arrepentida.
—Alina, Rebecca ¿Qué hacen aquí? —pregunta la voz autoritaria del señor Matthews, algo desesperado.
—¿Qué hacemos nosotras aquí? Esa pregunta iría mas para usted señor, ¿Qué hace aquí con la señora Marina? —Becky lo dice con menos pelos en la lengua y un enfado notable, no puede creer que no le hayan dicho a Jane que su madre ha vuelto.
—Creo que eso no es de tu incumbencia muchachita —responde Lilian antes de que alguien pueda abrir la boca.
—Lilian por favor —gruñe el señor Matthews—. Yo... chicas, no se lo digan a Jane, no aún —hace una pausa— ya vieron como la puso la cartay esto... no se como podría afectarle.
—¡Ella ya lo vio todo seguro! ¡Esta afuera! —grita Becky sin mucha paciencia y sin esperar mas comienza a correr en dirección a la entrada para salir dando un portazo sin importar cuan desubicado quede siendo una casa ajena, solo piensa en llegar a Jane y ver su estado.
Al verla con la mirada perdida y lagrimas escurriendo de sus ojos su pecho se encoje y no duda en ir a abrazarla.
Alina abserva a todos sin creerlo, sus ganas de seguir a Becky no se hacen esperar pero su necesidad de información útil son mas fuertes.
—Dígame toda la verdad señor Matthews —dice sin rodeos, sabiendo que el padre de Jane le dirá todo lo que quiere saber siendo ella y Becky las únicas que podrían ayudarle en ese aprieto.
—Te dire —susurra derrotado.
La señora Green se encuentra desencajada, sin ni una idea de que esta pasando en su casa por lo tanto deside que es mejor dejar solos a los presentes y dejar que su marido arregle lo que sea que este pasando al llegar a casa, solo espera que su esposo no se haya metido en algún problema grave.
—Bien, sentemonos —dice él como si estuviera en su casa, aunque todos le dan muy poca importancia al lugar donde se encuentran—. Cuando Marina se fue de casa no dijo absolutamente nada, ni siquiera dejo una nota o algo que nos dijera que iba a estar bien —lanza una mirada de reojo a su ex esposa y esta se encoje en su lugar sin saber que hacer, con la verguenza inundandole el cuerpo sabiendo que todo va a salir a la luz después de tantos años.
»Fue realmente doloroso despertar cada día y no ver regresar a mi esposa, teníamos problemas pero no pense que fuera para tanto no pense que se iría por eso teniendo unas hijas tan bellas como las nuestras, bueno esa opción era la única que tenía en mente, no se me ocurría ninguna otra razón por la cual ella se iría me sentía culpable, demasiado. Hasta que un día me llegó una carta, desde la cárcel de una ciudad vecina, por un momento creí que se habían equivocado de persona pero al ver mi nombre escrito con esa caligrafía inconfundible supe que era para mi, sin dudas aunque aún no comprendía demasiado, al abrir el sobre lo primero que encontré fue unos papeles legales... los papeles de divorcio, quise romper ese papel en mi pedazos en ese instante pero al notar que había algo mas decidí tomarlo. Era una carta que explicaba que Mar...