La alegría es momentánea, luego vuelve la tristeza.
Golpes fuertes y me recuerda lo insignificante que soy.
Y es que, en la soledad de mi habitación es más difícil de ignorar.
Cada minuto me recuerda lo humana que soy, y
Cada vez que esa navaja toca mi piel se vuelve más real.
Por fuera parezco normal, e incluso, sólo me tocó las piernas para no tener que preocuparme porque vean mis muñecas.
Y así como tengo días buenos, mis días malos son peores y se han vuelto más frecuentes.
Temo no poder enfrentar mis problemas y que todo empeore, y que algún día tenga el valor de cortarme el cuello.
Algún día... La soledad me quemara.